Allison
Nos quedamos fuera de clase con Graham mientras la Charol hablaba con Nia, fue una conversación breve, al entrar, Nia nos miró confundida. Le dirigí una mirada fugaz a Sophie y nos acercamos a Nia.
—¿Qué ha pasado?—pregunté.
—Dice que le he mentido a mis padres y algo de una excursión.
—¿Excursión? ¿Qué excursión?—dijo Sophie extrañada.
—Eso es lo que le he dicho yo, pero me ha dicho que me vaya.
—Supongo que lo dirá ahora—razoné.
Nos sentamos cada una en nuestro sitio y esperamos a que los demás terminasen de llegar. Cuando el más rezagado se sentó en su sitio, la profesora se levantó y se acercó a la pizarra, llevaba muchos papeles en la mano.
—Good morning! —dijo—We were talking in the English department, and I decided to be nice to you and proposed an excursion.
—¿Qué has dicho profe?—preguntó Rob— I don't understand inglés.
La profe soltó un suspiro dramático y continuó en español.
—Digo que, los profesores del departamento de Inglés estuvimos hablando, y me sentía generosa y propuse que esta clase podría irse de excursión.
Se escucharon murmullos felices e incluso alguien gritó.
—Estas son las autorizaciones. Quiero que me las traigáis mañana firmadas—dijo mientras repartía los folios.
—¡Once euros por una charla!—exclamó entonces Nia.
Me fijé en el folio que me acababa de entregar la profesora. Era una charla sobre el inglés esparcido por el mundo. Y como había dicho Nia, costaba once euros.
—Profesora, esto no me parece del todo correcto—comenté.
—Si no quiere no vayas—replicó.
Suspiré y guardé la autorización en la mochila, era inútil discutir con ella.
—Hoy daremos el verbo to be—dijo al terminar de repartir las autorizaciones.
«Ya estamos otra vez.» Suspiré. «¡Ali, concéntrate!» Me dije a mi misma.
Oh no, otra vez no. No quería distraerme pensando en él. Así que puse todo mi esfuerzo en escribir verbos e intentar escuchar a Miss Hairy P.
***
Cuando sonó el timbre de última hora, salimos del instituto.
Sophie se había ido al traumatólogo para que le mirasen un esguince que se había hecho en el dedo, por lo que fui con Nia a casa.
—¿Te dejarán ir a la excursión?—me preguntó—. Yo creo que a mí sí, aunque me tocará pagarlo con mis ahorros.
—Yo también creo que sí, supongo que está bien ir a escuchar gente parlotear inglés y a mis padres les parecerá buena idea—contesté—. Aunque me parece muy caro.
—Ya.
—No entiendo, es muy exagerado sólo para un autobús, la charla era gratis, ¿verdad?
—Sí, tienes razón, once euros para un autobús es mucho, ¿por qué la gente no sospecha nada?
—Porque la gente es tonta. Mira, te doy un ejemplo: Graham.
—¡Ugh! —hizo una cara de asco—. A ver si con suerte no viene a la excursión.
—Lo dudo.
—¿Lo dudas?
—Sí, porque ese niño es más consentido que un rey. Sus padres le dejan hacer todo y por si fuese poco, se lo pagan todo. Mira, no soy tan buena como Sophie en mates, pero calculo que la probabilidad de que no venga, es la misma que Charol sea atropellada por nosotras, y dado que no somos mayor de edad, eso no es posible.
—De momento—sonrió malvadamente Nia.
Llegamos a mi casa y Nia continuó su camino sola porque vivía más lejos. Al entrar vi a mi madre y saqué la autorización de la mochila.
—Hola mamá.
—Hola Ali, ¿qué tal el instituto?
—Bastante bien, mira, nos van a llevar de excursión—dije emocionada—. Es un poco caro, pero lo puedo pagar yo si quieres.
Mi madre cogió el papel y lo leyó.
—No hace falta, es una charla interesante.
—Sí, mientras no escuchemos la voz de Miss Hairy P. estoy feliz.
—Bueno, venga a comer, que ahora tienes entrenamiento.
—¡Vale!
Después de comer, me dirigí al entrenamiento de baloncesto como lo había estado haciendo durante las últimas semanas. Aunque ya llevaba un tiempo en el equipo, todavía me sentía un poco fuera de lugar.
Al llegar al gimnasio, vi a mis compañeras de equipo calentando y practicando tiros. Me uní a ellas, tratando de seguir el ritmo y no parecer demasiado torpe. Aunque había estado practicando durante un tiempo, todavía sentía que mis movimientos eran un poco torpes en comparación con los de mis compañeras más experimentadas. Durante mucho tiempo había estado practicando ballet, por lo que mi cuerpo se había adaptado a ese tipo de movimientos y cambiarlos tan drásticamente me estaba costando.
Cuando comenzamos a practicar, me di cuenta de lo mucho que había mejorado en las últimas semanas. Aunque todavía tenía que practicar más y mejorar mi técnica, notaba que me movía con mayor fluidez por la chancha y empezaba a ser una más en el equipo.
Al final del entrenamiento, estaba cansada pero feliz. Me sentía orgullosa de mí misma por seguir esforzándome para mejorar cada día.
Mientras iba al vestuario me topé con el equipo masculino y me fije en ellos, concretamente en uno. «¡Ali, concéntrate!», me dije a mi misma y me esforcé en apartar la mirada.
***
—Hola cariño, ¿cómo te ha ido?—me preguntó mi madre cuando llegué a casa.
—Creo que bien, voy mejorando.
—Me alegro—me dijo con una sonrisa—. Por cierto, toma la autorización—dijo dándome un sobre cerrado—, ya está firmada y con el dinero.
—Gracias mamá.
—De nada Ali, bueno dúchate que cenamos en una hora.
—¡Vale!