CAPÍTULO 9: Antes de la excursión

Nia

—Otra vez.

Tomé aliento y me dirigí de nuevo al centro del aula. La profesora volvió a poner la música, y esta retumbó en mis oídos.

—Y el uno, el dos, plié passé—enumeró de nuevo los pasos y los hice—, demi, demi, completa, port de bras y arriba. Segundo port de bras, atrás. Cuatro, ¡Estira los brazos Nia!

Asentí e hice lo que me pedía.

—Plié, tendu, tres y cuatro. Développé croisé, plié en arabesque…—me fue dictando—. ¡No dobles las rodillas! Battement tendu, Espalda recta Nia—asentí y corregí mis pasos—. Pirueta y final en cuarta posición.

Terminé y respiré hondo.

—Muy bien Nia, ya puedes recoger.

Suspiré y me dirigí a la barra donde estaban mis cosas. Me quité las zapatillas de ballet y me puse unas deportivas. Me despedí de la profesora y me fui a mi casa.

Me dolía todo el cuerpo y lo peor es que lo había hecho fatal en el ensayo, llevaba tiempo sin concentrarme bien. 

Esto tiene que cambiar, me dije.

Al llegar a casa dejé la bolsa de ballet en el suelo con cansancio y me disponía a subir a mi habitación cuando me llamó mi madre.

—Nia, la autorización, toma.

—Gracias—dije tomando el sobre que me entregaba—. Se me había olvidado.

—Es normal, cenamos en un rato.

—Vale, me voy a duchar.

***

Hay días que siento que son iguales, que nada de lo que pasa llama demasiado la atención como para hacerlo diferente al anterior, siempre con la misma rutina, el mismo horario; el mismo día. Por suerte mañana tendremos excursión, por lo que el día no será igual, quien sabe, a lo mejor pasa algo que nos sorprenda.

***

Cuando llegamos a clase de inglés la profe pidió que le entregaremos la autorización los que íbamos a ir a la excursión. Al sentarse delante de su escritorio nos mandó unos ejercicios y mientras los hacíamos vi como abría los sobres con el dinero de la excursión. La ví separar el dinero en dos montones. Abría los sobres y dejaba un euro de los once que había que pagar en un montón y el resto en el otro. El resto de profesores también abrían los sobres, pero solo para comprobar que estaba todo el dinero necesario, no hacían eso, por lo que me pareció muy raro.

Me giré hacía Ali y Sophie, por sus caras de confusión supe que pensaban lo mismo que yo.

«¿Qué hace?», leí en los labios de Ali.

«No lo sé», respondí.

Volví a sentarme correctamente y mire a mi alrededor, nadie parecía haberlo notado, todos estaban concentrados haciendo los ejercicios del workbook. Cuando la Charol acabó guardó cada montón en un sobre distinto y los metió en su bolso.

Entonces se dio cuenta de que la miraba y me dirigió una mirada asesina que me heló la sangre y bajé la mirada de nuevo a los ejercicios.

Sonó el timbre, ya era la hora del recreo.

—¿Qué hacía La Charol?—preguntó confundida Ali.

—Lo mismo pregunto yo, parecía psicópata, que miedo daba—respondí.

—¿Qué estaría haciendo con aquellos sobres?—preguntó Sophie.

—No lo sé, pero seguro que nada bueno.

—Espero que mañana no esté tan rara en la excursión, que sino a los pobres monitores les va a asustar—comentó Ali—. Si no son tan tontos como los de clase y ven lo rara que es—susurró.

—Bueno, ¿alguien me acompaña a la cafetería?—pregunté.

—¡Claro!—respondieron al unísono.

***

Al llegar a mi casa le conté a mi madre lo de los sobres.

—Seguramente no sea nada, los profesores tienen que tener cuidado con el dinero de las excursiones, a lo mejor todos hacen lo mismo, solo que cuando no están en clase.

—Puede, pero no sé, era un poco extraño.

—No te obsesiones, que seguro que no es nada—me dijo—. Ahora prepárate, que ahora tienes clase de ballet.

—Vale—dije subiendo a mi cuarto a por mis cosas, esta vez intentaría hacerlo mejor en clase de ballet.