—Elizabeth no olvides pasar al supermercado cuando salgas —Recordó su padre mientras tomaba sus cosas listo para irse.
—Está bien.
Elizabeth pasaría unos días sola ya que su padre saldría junto a unos amigos y Thomas iría a Thornsbury Hollow por el cumpleaños de su novia. Por lo que tenía que ir a comprar comida solo para ella y así no se echaría a perder.
Luego de que su padre se fuera ella se quedó pensando en qué título ponerle al reportaje de Sara que saldría en dos días, estuvo mirando la pantalla de la computadora durante unos 20 minutos pero no se le ocurrió nada.
—Mañana se me ocurrirá algo —se dijo a sí misma para luego ver la hora—. Mierda.
En menos de media hora cerraban el supermercado así que se puso de pie para cerrar todo el lugar, apagó las luces, tomó sus cosas y cerró en menos de 5 minutos.
Mientras iba casi corriendo hacia el supermercado iba repasando la lista que había hecho, al llegar fue directo al área de lácteos por un poco de queso, despues comenzo a caminar rápidamente entre los pasillos tomando lo que necesitaba y cuando estaba en el pasillo de higiene personal recordó que su periodo estaba cerca y ya no tenia ningun tipo de analgestico por lo que fue hacia la farmacia que había dentro.
Al llegar a la farmacia logró ver a una sola persona la cual reconocería hasta con los ojos cerrados, Daniel.
El estaba frente a una de las estantereias viendo los productos y llevaba puesta una camisa gris, unos pantalones negros y llevaba puesta una gorra del mismo color.
—Hola Dani —saludo al acercarse a él.
—Hola Lizzie —respondió sin siquiera mirarla.
Elizabeth lo notó algo raro pero decidió no tomarle importancia, tal vez solo estaba cansado. Mientras buscaba sus pastillas se agacho para ver las que estaban en la parte baja de la estantería y al hacerlo no pudo evitar mirar a su mejor amigo notando como este sostenía en su mano izquierda un puno de papel lleno, de lo que ella supuso, sangre.
—Daniel estás bien? ¿Qué te pasó? —pregunto tratando de tomar su mano, pero él no la dejó.
—Nada grave Liz, solo un pequeño corte —respondió tomando una caja de vendas para después ir hacia la caja registradora.
—Aja si —dijo luego de tomar sus pastillas y seguirlo.
En el camino a la caja tomó un par de cosas más y al llegar Daniel ya se estaba yendo sin siquiera mirarla, una vez que Elizabeth pago fue corriendo hacia la salida, lugar al que Daniel se dirigia.
—¡Daniel! —lo llamo y este se detuvo—. ¿Estás molesto?
—No Liz —El no oír su ya clásico “Lizzie” le dolió un poco—. Solo quiero irme a casa.
—Llévate esto —pidió dándole lo que compro—. Una venda no será de mucha ayuda.
—Gracias —agradeció y se alejó.
Elizabeth solo lo vio irse para después seguir con sus compras pero el aun rondaba su mente, y asi continuo hasta que comenzó a sentir una mirada sobre ella en el camino a su casa, mirada que podría jurar que era la misma de su cumpleanos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y trato de mirar a los lados lo más disimulada que podía, si había alguien siguiéndola lo que menos que quería es que se diera cuenta que ya lo sabia, apresuro su paso y miro detrás de ella nuevamente.
Si.
Había alguien siguiéndola.
Alguien quien no pudo reconocer por la distancia y por la poca iluminación que había, lo siguiente que su mente pensó fue en sus amigos, no podía ir a casa con esa persona siguiendola menos sabiendo que se quedaría sola. La primera persona que llegó a su mente fue Gerald, una porque era policía y dos, porque su casa quedaba a unas calles de donde se encontraba en ese instante.
Con la respiración alterada desvió su camino hacia la casa del pelirrojo y al dar la vuelta en su calle corrió hasta la puerta de la casa, la cual golpeó repetidas veces, al mirar hacia la esquina aquella persona apareció ahí.
—¡Gerald! —gritó desesperada al ver como el acosador cada vez estaba más cerca.
—¿Liz? ¿Qué haces aquí? —pregunto Gerry al abrir la puerta, cosa que ella ignoro y entro cerrando la puerta tras ella—. ¿Todo bien?
—Si, todo bien —mintió tratando de convencerse a sí misma.
Se sentó en el sofá sintiendo que el aire le faltaba, sus manos temblaban y una gota de sudor le recorrió la espalda, Gerald no comprendía que sucedía y estaba preocupado por la chica.
—¿Liz que tienes? —pregunto sentándose junto a ella.
Al mirar a Gerald terminó mirando hacia la ventana que daba a la calle, ventana que estaba abierta y frente a esta se detuvo aquella persona mirándola fijamente para después seguir su camino dejándola aún más intranquila.
«¿Quien rayos es?»
«¿Qué quiere de mí?»
Se preguntó aun con la mirada en la ventana.
—Toma Liz.
Gerald estaba frente a ella sosteniendo un vaso de agua, cosa que fue a conseguir al ver a su amiga llorar. Elizabeth ni siquiera notó que estaba llorando.
#806 en Joven Adulto
#1196 en Thriller
#556 en Misterio
pueblo misterioso, trio amoroso romance amistad, detective amor romance
Editado: 01.11.2024