Semana 1. Jueves.
– Y después de que la dijeses esos, ¿qué hiciste? – Preguntó Ángela con bastante intriga justo después de entrar en casa tras el entrenamiento diario.
– La abracé – sentenció David mientras que se dirigía hacia la cocina para beber algo de agua.
– ¿Qué la abrazaste? – Ángela se quedó incrédula –. ¿Por qué no la besaste? ¡Era el momento perfecto! – Le siguió a la cocina.
– ¿Besarla? – David se giró hacia ella –. No estuviste allí, por lo que no sabes si era el momento perfecto... – Se movió hacía la encimera, cogió un vaso y lo relleno de agua –. Además, hubiese sido un beso húmedo y asqueroso, ya que le caían lágrimas por todos lados...
– Ya, eso sí es verdad... – Ángela se apoyó en la nevera –. Pero yo sigo diciendo que hubiese sido mejor un beso...
David la respondió con una mirada asesina, ya que estaba bebiéndose el agua.
– Entonces... ¿Sois novios? – Preguntó ella.
– Mmm... – David dejó el vaso en el fregadero –. Digo yo que sí.
– ¡Por fin! – Ángela lo celebró con las manos en el aire –. ¿Se lo dirás a Nicole?
– Seguro que ya lo sabe – David se apoyó en la encimera –. Ya que Emily y yo estuvimos muy juntos por el resto de la noche.
– Es probable, sí – asintió ella –. Pero es mejor confirmar algo que suponerlo.
– Si tú lo dices... – David se puso muy serio y con la mirada fija en el suelo.
– ¿Qué te pasa? ¿En qué piensas? – Preguntó Ángela acercándose a su amigo.
– En el consejo – explicó él –. Ya es mediodía y apenas sabemos algo.
– Estos consejos pueden ser muy largos. Así que estate tranquilo, que todo saldrá bien – confió ella.
– No sé yo... – Susurró él.
– ¿Qué? – Ángela no lo pudo escuchar bien.
– Que comamos, que hoy tengo mucha hambre – soltó David.
Después de comer...
Ángela y David se estaban comiendo el postre tan tranquilamente en el sofá, cuando de repente, un portal se abrió en medio del salón y a continuación salió de ahí su padre.
– ¿Papa? – Se sorprendió David –. ¿No deberías de estar trabajando? ¿Cómo es qué estás usando un portal?
– Estaba en el consejo, David – Guillermo parecía tenso y muy serio.
– ¿Y bien? – Quiso saber él.
– El director quiere hablar contigo, vamos – Guillermo le agarró por el brazo y tiró de él hasta que ambos cruzaron el portal.
Aparecieron en una habitación lúgubre en la que no había absolutamente nada, tan solo una lámpara de techo. Pero cuando quiso darse cuenta, su padre ya se encontraba en el pasillo.
– Venga, acompáñame – dijo Guillermo antes de desaparecer de su vista.
David no tuvo más remedio que obedecerlo, así que avanzó por la sala rápidamente hasta que llegó al pasillo. Momento en el que vio de nuevo a su padre, que iba andando hacia delante con mucha prisa, y momento en el que se percató de que aquello era un caos, ya que había gente por todos lados que iban de aquí para allá.
David no podía perder más tiempo, y además, tenía bastantes preguntas que hacer a su padre, así que dio un sprint por el concurrido pasillo hasta que le cogió. Pero antes de que pudiese formular la primera pregunta, vio el cartel que había encima de una puerta doble de madera, sabiendo al instante en dónde se encontraba, en los juzgados.
Entonces, la pregunta se la tragó y se preparó para hacerle la segunda. Pero tampoco la pudo hacer, ya que giraron a la derecha en un pasillo más ancho y a continuación se dirigieron de cabeza hacia la puerta que tenían a su izquierda.
– Entra, vamos – Guillermo abrió la puerto y dejó a su hijo que entrase primero.
David no se lo iba a negar, así que entró directamente al despacho, o eso pensó que era en cuanto vio el interior. Que estaba lleno de estanterías con cientos de libros y en el que había una mesa.
– ¡David! – Gritó el director –. Gracias por venir y perdona que te haya interrumpido. Pero tenía que hablar contigo – señaló a una silla que estaba enfrente de él.
– Hemos perdido, ¿verdad? – Supuso David mientras que se dirigía hacia la silla.
– No es que hayamos perdido – le explicó Robinson –. Es que el grupo opositor ha presentado unos papeles con el que han logrado que el consejo se retrase unos 30 días.
– ¿Y para qué quieren que se retrase? – Preguntó David en cuanto se sentó.
– Para hacernos perder el tiempo – le contó el director –. Ya que el grupo opositor es de La Hermandad.
– ¡¿Qué qué?! – Se exaltó David –. ¿Habéis dejado que La Hermandad entre aquí y os vacile?
– Mmm... A medias – contestó Robinson.
– ¿Qué quieres decir con eso? – Preguntó David a cuadros.
– Sabíamos desde hace varios días que el grupo opositor era de La Hermandad. Y nuestra intención era el haberlos tendido una trampa – explicó él –. Pero como han ganado la prorroga, se han visto trastocados nuestros planes.
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Editado: 30.03.2022