Nunca olvidare aquellos besos jamás robados, ni aquel perfume que enloquecía todo mi ser, aquellos labios que siempre desee, los cuales quise que fueran solo míos. Continuamente extrañare tu manera de mirarme, sin dirigir tus ojos hacia mí, y tu manera de rozarme sin que tus dedos tocaran mi piel. Aquellos gemidos de incontrolable placer que provocabas en mi con tan solo una palabra, un gesto que nada más nosotros, podíamos descifrar. Podríamos haber sido mucho, y a la vez poco. Y nos quedamos en NADA, sin nada porque luchar, abandonaste antes de pensar en una posibilidad; mientras que yo me deje llevar, renuncie al notar que tu no hacías nada por esta bonita historia que jamás comenzó y que lastimosamente, en ningún momento lograra tener un final feliz, pero, pensándolo mejor, nunca hubo un momento indicado para confesarte mis sentimientos, que hoy en día, no sirven para nada. ¿Cómo te confieso que te sigo queriendo?, es absurdo.
Siempre seremos dos extraños, destinados a no conocerse fuera del mundo de los sueños.