Taemin pataleó e intentó soltarse de quienes lo apresaron. Tenía una venda en los ojos y una mano en la boca.
Aunque gritaba, no era de mucha ayuda, nadie lo ayudaría.
—¡Suéltenme!—al fin logró gritar algo entendible con una mano en su boca.
No sabía a qué temerle más. A un secuestro, una violación o un asesinato.
Pero si lo hacían elegir, prefería la última, no iba a dejar que le tocaran un pelo.
Al menos no si tenía oportunidad.
Lo tiraron en una camioneta y pisaron el acelerador a toda marcha.
Aún teniendo la venda sabía que esos tipos que lo secuestraron se pasaban todos y cada uno de los semáforos.
—Hasta mi abuela conduce mejor—se quejó intentando calmarse a sí mismo. A veces le gustaba hasta bromear en situaciones tensas.
Pero lo único que se ganó en lugar de una risa, fue un golpe justo en la boca.
—Cierra tu puta boca.
Su mente rebelde no haría caso.
—¿Van a violarme?
—Muy probablemente.
No se sorprendió por la respuesta e intentó relajarse.
De un momento a otro la camioneta frenó y se golpeó la cabeza contra el costado de esta. Tenía atadas las manos y alguien se las agarró para que no escapara.
—¿La nueva mercancía?—escuchó decir a una chica—Casi no traen rubios, woah. Por él hasta me haría heterosexual.
—Cálmate Amber—dijo la voz que lo había callado en la camioneta—Ya tiene comprador.
Taemin se tensó.
¿Van a venderme? ¡No soy un objeto!
Escuchó un portazo y a todos callarse inmediatamente.
—Señor Choi, cuanto nos alegra verlo.
—Guárdate los saludos—contestó serio y se puso un cigarrillo en la boca—¿Es él?—Taemin supuso que lo estaba señalando, o mirando.
—Sí—soltó uno de los secuestradores—Y justo como lo pidió. Rubio.
Esto es una broma.
Se pasó de un pie a otro de forma arrogante y Choi rio.
—Consiguieron uno rebelde—comentó sonriendo—Buen trabajo. Aquí está el dinero, quítenle la venda.
De un manotazo le arrebataron la venda y lo primero que vio fue al tal Minho, a un par detrás suyo con armas, y a dos hombres a sus costados que lo retenían para que no escapara.
—¿Qué diablos está pasando?
Choi cambió su mirada a una seria y se acercó lentamente a él. Frenó a tenerlo a pocos centímetros y llevó su mano al mentón del menor—De ahora en adelante, eres mío.
Quería reír o escupirle en la cara, pero supuso que eso no lo ayudaría para nada.
Una mujer de pelo corto apareció detrás de él—Espero que le haya gustado, tenemos que irnos, tenemos otra venta.
Minho asintió y se quitó el cigarrillo, le hizo señas a sus hombres y arrastraron a Taemin a su camioneta.
Se preguntaba qué es lo que pasaría con él, pero tampoco tenía deseos de averiguarlo.
Lo sentaron al lado de él y no lo miró en todo el viaje, sólo estaba concentrado en la ventanilla, se preguntaba qué tan doloroso sería lanzarse del auto en movimiento, y escapar.
Llegó a la conclusión de que no importa qué tan rápido corriera, él no era más rápido que una bala. Llegaron a una mansión y lo bajaron del auto apuntándolo con dos armas, lo guiaron a la entrada, junto a Choi y lo dejaron pasar con él, a solas.
—¿Qué quiere de mí?—cuestionó haciendo una mueca de disgusto—¿Y por qué yo?
El moreno lo agarró del cuello—Serás mi esclavo, y eres tú porque tuviste suerte.
Taemin se enojó y lo cuestionó—No sé qué tienes en mente, pero no seré ningún esclavo tuyo. Y si vuelves a tocarme-
—¿Qué harás? ¿Llorar como un bebé?—lo burló Minho.
Acto seguido lo estampó contra la mesa dejando su trasero pegado a su bulto.
—Si no quieres ser castigado, cuida esa boca—fue bajando su mano desde el cuello del menor hasta su trasero—Guárdala para otra cosa—comentó sensualmente.
A Taemin le dieron escalofríos.
El tipo era guapo, pero también demente.
Optó por quedarse callado por esta vez y Minho le sujetó el brazo y lo llevó a una habitación. Tenía cuerdas, látigos y demás juguetes.
—Veo que te gusta 50 Sombras de Gray—dijo casual.
El otro le regaló una mirada inexpresiva y lentamente comenzó a transformarse en una mirada provocativa. Se quitó el saco y lo dejó por ahí mientras hablaba—Creo que tengo que castigarte, al menos así entenderás.
Taemin tragó grueso. Dio dos pasos hacia atrás y entró en pánico. Le vendrían bien unos chistes ahora, pero estaba muy preocupado. Su cara era el chiste.
Minho agarró el látigo y acarició la punta caminando en su dirección.
Nunca lo habían azotado, ¿dolerá tanto como dicen?
Se sentó en un asiento y miró enojado al menor—¿Tu nombre es Taemin?—el nombrado asintió—Tu tatuaje es muy lindo.
Automáticamente llevó su mano a su otro brazo y lo rozó—Vamos a averiguar si tienes más tatuajes—sonrió y se palmeó las piernas—Puedes recostarte boca abajo aquí, o intentar escapar y que mis hombres te disparen. Me harías perder tanto dinero, pero es tu decisión.
No quería morir, pero tampoco quería hacer eso.
Dudó mirando de lejos la puerta del salón, se acomodó el cuello de la camisa delicadamente, y se atrevió a dar un paso en dirección a Minho—Sabia decisión—el moreno lo tiró fuerte sobre él dejándolo boca abajo.
Le bajó con dificultad el pantalón y Taemin clavó sus uñas en su brazo izquierdo que le rodeaba el cuello para que no se cayera.
Le quitó la ropa interior y le apretó el trasero. Taemin soltó un jadeo, el cual encendió a Minho.
—Vine buscando cobre y encontré oro.
Taemin rodó los ojos—Déjame los chistes a mí.
Minho le golpeó fuerte con el látigo y el menor soltó un grito. Mitad grito, mitad gemido. Dolía pero había algo más, no le gustaba completamente pero había algo que lo calentaba por dentro.
Sin embargo, quería resistirse.
Tenía las nalgas rojas y el pene erecto de Choi en su estómago.
—¿Te gusta?
Por favor.
Ya no sabía si rogaba porque se detuviera o por algo más, pero de lo que estaba seguro era de que dolía.
Gritó cuando sintió el látigo subir a su espalda y volver a bajar para pegarle en el trasero, gimió y los golpes se detuvieron.
Suspiró aliviado y Minho lo acomodó sobre él dejando una pierna a cada lado.
Taemin cerró los ojos y analizó la pose en la que estaba, los volvió a abrir y se sonrojó de pensar que el hombre era guapo.
Dios, sí, pero era malo, debía convencerse de que lo era.
>>Era necesario que lo hiciera<<
Editado: 25.07.2020