Taemin ladeaba su cola de izquierda a derecha mientras le pedía a su dueña que le diera más comida para gato. La señora aceptó y le otorgó otra lata de sardinas, el mitad felino ronroneó feliz.
No podía quejarse, tenía una vida feliz y cómoda. Una casa bella y su dueña era muy bondadosa. Una señora de unos treinta y tantos. Lo único “molesto” en su vida, era el barrio en el que vivía. No, eso no es cierto, lo molesto era el perro de su vecino.
Bueno, mitad perro y mitad humano, casi como él, sólo que él era mitad gato y mitad humano.
Taemin estaba reposando cuando escuchó un ladrido provenir de la casa de al lado. Se estremeció y casi se cae del balcón provocando la risa del canino.
—¿Te diviertes, pulgoso?—Taemin comentó fastidioso.
—¿Por qué no vienes aquí y me lo dices, princesa?
A Taemin se le puso rígida la cola—¡No soy femenina!
Minho se rio y se alejó volviendo adentro.
Su dueño rondaba los cuarenta años, y varias veces había visto a su dueña y a él hablando en la entrada de su casa.
No lo echó simplemente porque él odiaba a su perro, no al señor.
Y cuando vio a ambos dentro de su casa, se tiró encima de su dueña para reclamarle.
—¡Taemin, no seas molesto! ¡Sal de encima!—le hizo caso a regañadientes y lo llevó a su habitación, le silbó a Minho y éste automáticamente los siguió.
—¡Sal de aquí, pulgoso!
—Quédense aquí y jueguen un rato. No rompan nada—cerró la puerta y volvió a la sala principal a charlar con su cita.
—¿Jugar un rato?
Minho sonrió malévolamente.
Observó a Taemin dirigirse hacia la puerta y tomó su cola con una mano, tirándolo hacia él. El felino maulló de dolor mientras intentaba clavarle las uñas a Minho. Falló y el canino lo posó en la cama y se subió encima de él.
—¿Qué haces? ¡Sal de encima!
—Quiero jugar. Vamos a jugar gatito—Minho pronunció antes de morder una de las orejas peludas de Taemin, mientras que con una mano masajeaba su cola, de arriba abajo.
—No… Mi cola no…—suspiró con sensaciones extrañas, caliente.
Lo ignoró y continuó con su tarea, hasta que dejó de morder su oreja y bajó hasta su nuca. La lamió unos segundos, como un perro, y luego clavó sus colmillos suavemente en él. Taemin se estremeció y gimió de dolor, mientras buscaba separarse del canino.
—¿Quieres que siga lamiéndote?—su pregunta hizo que su “amiguito” se despertara.
—Jódete.
Minho bajó el short que tenía el felino y manoseó sin pudor su trasero. Taemin se sintió tan avergonzado, decidió distraerse para no pensar en lo que estaba pasando, ya que resistirse no funcionaba, un perro es más fuerte que un gato. Elevó más su trasero hacia arriba y acercó su lengua a su anillo rozado. Su cola estaba moviéndose de lado a lado, no por “felicidad” en sí, sino por lo excitado y deseoso que estaba de probarlo. Mientras que la cola de Taemin, seguía rígida, cada tanto ondulándose, pero bajo la mano de Minho.
—No me lamas.
—Es lo que un perro hace—soltó orgulloso colocando su lengua dentro de él. Taemin maulló avergonzado y hundió aún más sus uñas en el colchón.
Su propio pene reclamaba atención, pero Taemin luchaba por no llevar su mano hacia aquel lugar. No se masturbaría mientras era lamido por el pulgoso de Minho.
Definitivamente no.
Por eso fue que Minho llevó una mano para ayudarlo, subiendo y bajando lentamente sobre su falo. Taemin ronroneando ante el caliente tacto. Su mente vagaba mientras era manoseado, por todos lados, por el canino y se preguntó por qué diablos estaba tan caliente. También se preguntó porqué estaba manoseándolo a él, un mitad gato, en lugar de ir a buscar alguna hembra de su propia especie.
Minho interrumpió sus ideas metiendo dos dedos en su agujero. Taemin soltó un grito ahogado pegando el rostro a la cama. El canino soltó su cola y se concentró en su nueva tarea, mientras Taemin se retorcía debajo de él.
Apreció cómo sus dedos eran succionados por el ano del felino, mientras que éste doblaba y retorcía su cola en la mano disponible del mayor, reteniéndolo.
Minho escuchó cómo las voces de la sala se iban alejando cada vez más y luego cómo la puerta de la entrada era abierta y cerrada segundos después. Captó que su dueño, y la dueña de Taemin habían salido.
Ahora podría hacer que el felino gimiera cuanto quisiera.
Se emocionó con ese pensamiento y metió el tercer y último dedo en él, Taemin lo aceptó duramente gimoteando cerca de la almohada.
Los movió lentamente de adentro hacia afuera, penetrándolo con ellos. La necesidad de lamerlo volvió a surgir y se acercó a su cuello para marcarlo, luego de unos cuantos rasguños de parte de Taemin, pudo conseguir girar su cuello y probar sus labios.
—Pulgoso—habló en medio del beso. Minho lo interrumpió metiendo su lengua en su boca, Taemin la chupó totalmente rendido a él.
El canino quitó los dedos y giró al otro, dejándolo boca arriba. Taemin tomó la cola de Minho en venganza y le dio un apretón haciéndolo estremecer. Rio de manera malvada y él decidió morder deliberadamente sus orejas; Taemin gimoteó.
Exploró con sus palmas la entrepierna de Taemin. Manoseó sus piernas y su pálida piel, apretando una que otra vez la misma.
Finalmente dejó ver su erección y se la posó a Taemin en su anillo, quien se movió intentando crear más roces entre ambos.
¿Quién lo hubiera pensado? Un perro sometiendo a un gato, una relación “amor-odio” en todo su esplendor.
—Minho~ —se llevó las manos al rostro colorado, le estaba rogando que lo pusiera en él.
Minho no se hizo de rogar y se unió a él, sintiendo inmediatamente cómo le succionaba la extensión. La cercanía lo estaba matando, mientras que el calor aumentaba y el dolor disminuía, Taemin gritaba cada vez más.
Bueno, gritaba, gemía y hasta ronroneaba, todo junto, acciones que calentaban y animaban al canino. Llevó sus uñas a sus brazos y las clavó sin miedo, Minho le reclamó aquello.
Editado: 25.07.2020