—¿Puedo quedarme el fin de semana?
Jinki subió los hombros.
—Si quieres—Minho asintió—Mi madre no está, fue a visitar a mi tía—agregó más tarde—Creo que fue con mi hermano.
Minho intentó recordar su nombre—¿Taemin?
La última vez que lo había visto fue hace unos meses. Jinki iba más a su casa de lo que él iba a la suya.
—Sí.
—Deberías independizarte—rio. Jinki levantó una ceja.
—Lo siento, no a todos nos regalan un departamento al cumplir los dieciocho—Minho le dio un codazo, empujándolo mientras sonreía.
—Tú no te lo mereces.
—¡Oye!—ofendido.
***
—¡Hiciste trampa!—Minho lo golpeó, Jinki rio malvadamente.
—No es cierto—sabiendo que sí lo hizo.
—¡Me hiciste un penal!—gritó.
—El juego no lo cobró, así que no fue penal—dijo aquello riendo.
Minho dejó el joystick en la cama y suspiró.
—Ya que perdiste—Minho lo fulminó con la mirada—Ve a traer algo para comer.
Jinki se recostó en la cama e inició una nueva partida, jugando contra la máquina.
—El automático juega mejor que tú—molestándolo.
Minho le mostró el dedo medio y salió de la habitación, dirigiéndose a la cocina.
En cuanto entró, la presencia de alguien más lo sorprendió.
El delicado vestido blanco dejaba descubiertos sus hombros y le llegaba unos cuantos centímetros arriba de las rodillas. Una cinta del mismo color del vestido rodeaba su cintura, abultando la parte superior del vestido y desembocando en un moño al frente. Las blancas medias 3/4 que tenía en sus piernas llamó su atención. Subió la vista hacia su rostro, aquel cabello castaño largo le brindaba un aspecto delicado, además de la mirada inocente que tenía.
Minho se mordió el labio.
Yo le doy.
—¿Quién eres tú?
Estaba en la mesada, sus piernas colgaban de la misma y las balanceaba hacia atrás y hacia adelante. Estaba tomando un jugo y mirando en dirección a él. Minho podía darse cuenta de que era alguien más joven que él.
Jinki no le había mencionado nada. Tal vez era una conocida de su hermano.
—¿Eres una amiga de Taemin?—curioso. Su mirada volvió a pasearse por su vestido.
Sus cejas se fruncieron y dejó el jugo a un lado, aún sin bajar de la mesada.
—Yo soy Taemin.
Minho agrandó sus ojos. Definitivamente no esperaba esa respuesta.
—¿Taemin?
Se acercó un poco para examinarlo de cerca. Esas piernas, esas manos, incluso su rostro era muy delicado y bonito como para no ser el de una chica.
Taemin no le respondió, se lo quedó mirando. Los ojos del amigo de su hermano estaban en su vestimenta.
—¿Por qué... estás vestido así?
El menor levantó una ceja.
—¿Tiene algo de malo?
La última vez que lo había visto... definitivamente no estaba vestido así.
—No... —sin saber qué más decir.
Miró intensamente su rostro, intentando reconocerlo, y de a poco haciéndolo. Era Taemin.
—Deja de mirarme—el castaño desvió la mirada, algo tímido. Minho cambió su expresión al verlo sonrojado.
Acercó su mano al borde de su vestido y lo levantó, sorprendiendo al menor, quien se tapó, casi gritando, escandaloso.
—¿¡Qué haces!?—juntó sus piernas y aseguró su vestido entre sus manos.
—Lo siento—se disculpó, pero automáticamente volvió a acercar su mano a él. La posó en uno de sus mechones, observándolo, confirmando que era su cabello y no una peluca o extensiones luego de unos segundos.
Taemin se tiró un poco hacia atrás—No me toques... —su expresión de inocencia y vergüenza lo cautivó.
Minho tragó saliva.
—Taemin.
La voz de Jinki lo separó de él, preparándose para poner alguna excusa ante el posible reclamo de su amigo.
—¿No ibas a ir con mamá?—pasó de largo, ignorando a Minho y dirigiéndose a la heladera.
Su rostro volvió a tomar su color natural e hizo un puchero—No quise ir—caprichoso.
Minho admiró esos labios juntitos, haciendo aquel puchero.
—Niño mimado—Jinki murmuró y Taemin se bajó de la mesada, pegando un saltito.
Minho llevó la mirada a su cuerpo, admirando cómo el vestido se había levantado ligeramente, aún sin dejar ver algo comprometedor, pero sí más de sus muslos.
El menor se retiró de la cocina y se encerró en su habitación.
Minho volvió la mirada a Jinki, quien lo miraba fijamente.
—¿Qué estabas haciendo?—lo analizó con la mirada. El morocho se quedó callado—¿Y bien?
Miró el jugo que había dejado Taemin olvidado—Mmm... charlando—Jinki levantó una ceja, pero no dijo más. Minho preguntó—¿Desde cuándo se viste así?
—Desde hace un mes, más o menos—cerró el refrigerador y decidió tomar una taza de café—¿Por qué?
—Por nada, sólo me sorprendió verlo así.
Se sentó en una de las sillas de la cocina y Minho lo imitó—De la nada comenzó con dejarse el cabello largo—bebió un sorbo del café—Y luego llegaron los vestidos.
—Le queda bien—habló sin pensar y Jinki inmediatamente lo miró.
—Es menor.
—Oye, yo no soy un pedófilo—casi alarmado.
Jinki sonrió, volviendo a tomar de la taza—Recuerdo que al inicio de clases juraste ser heterosexual, y dos meses después dejaste que LuHan te besara.
Minho rio, en eso tenía razón—Bueno, pero eso es distinto.
—Es verdad, LuHan tenía diecisiete, no quince—refiriéndose a Taemin.
—¡Me refiero a que era un reto!—rio, pero luego neutralizó su expresión—Además, no besé a tu hermano—habló con sinceridad, pero Jinki inclinó la cabeza.
—Voy a preguntarte lo mismo dentro de un mes, a ver qué me respondes—bromeó.
—¿Por qué dices eso?
—Cada vez que traigo a alguien, o critica su forma de vestir, o intenta acosarlo sexualmente—Jinki se rio al recordar cada episodio—Le pateó los huevos a todos mis amigos—Minho abrió los ojos—Aunque no parezca, tiene fuerza.
Editado: 25.07.2020