3 Historias

Capítulo 4

Me moví un poco en mi cama y tallé mis ojos, había dormido tan bien.

Bostecé y abrí mis ojos, tan solo veía el techo de mi amplia habitación, hasta que volteé a mi lado y vi a Camila sentada en un pequeño sillón leyendo una revista.

Di un pequeño salto y me cubrí hasta el cuello con la cobija.

-Hasta que despiertas – dijo Camila

-¿Qué haces aquí y como… como entraste? – pregunté algo asustada

-Jess hará una pequeña fiesta de piscina – dejó la revista a un lado – Venía a invitarte y – me miró picara – Un apuesto señor me dejó entrar, bueno… salió corriendo

-Es mi padre – suspiré y me levanté – Así es él – dije abriendo las cortinas para que la luz del sol entrara por la ventana

-Debe tener un trauma tan grande – dijo ella

-Si… – me aclaré la garganta – En fin… no tengo que ponerme

-Por eso no hay problema – sonrió y tomó una mochila – Vine preparada

Se levantó y vació el contenido en mi cama, había alrededor de diez trajes de baño, de todo tipo.

-Son nuevos – aventó la mochila al suelo – Elige uno

-Camila… – me interrumpió

-Este blanco es muy lindo – sonrió – Póntelo y vámonos – me lo lanzó

Yo asentí y me metí al baño.

Me vestí y me miré al espejo, el traje de baño marcaba mi figura y resaltaba mi piel.

Me veía hermosa.

De pronto me vino un recuerdo de mi madre.

Era mi cumpleaños número 15 y mi madre me había regalado ropa nueva que quería que utilizara para la cena de esta noche, un hermoso vestido rojo y unos bellísimos tacones color negro.

Mi madre comenzó a maquillarme tan ligeramente y al final hizo que me mirara al espejo.

Me sentía tan diferente y todo gracias al don que tenía mi madre, ella lograba crear algo lindo, y este día yo me sentía de esa manera.

Ella se acercó a mí, se encontraba detrás de mí, observándome.

-Estás hermosa, Raenda – dijo posando sus manos en mis hombros

-Solo hoy lo estoy – sonreí de lado

-No solo hoy – me abrazó por la espalda – Jamás subestimes tu belleza – cerró los ojos – Tu belleza interna y externa es lo que resalta el verdadero ser en ti – me miró – No existe mujer fea, cada quien es hermosa a su manera.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, sequé la lágrima que bajaba por mi mejilla y abrí la puerta del baño.

-Es hora del maquillaje – dijo Camila mostrando su pequeña bolsa de cosméticos

-¿Maquillaje? – la miré extrañada – Es una fiesta de piscina

Ella comenzó a reír y yo la miré algo confundida.

-Tontita, se nota que no has ido a una así – me tomó de la mano y me llevó a la cama – Nosotras no nos metemos – comenzó a sacar el maquillaje – Tan solo observamos como los chicos sexys están sin camisa

Ella comenzó a maquillarme algo ligero, solo rubor, rímel, labial y algo de iluminador, luego me vestí con algo casual para no ir solamente con el lindo traje de baño.

Al terminar salimos de casa y subimos a su auto, que por lo que me dijo, acababa de salir del taller.

Ella encendió la radio y comenzó a cantar cada canción que sonaba.

-Por cierto… – me miró y luego volvió a mirar hacia adelante – ¿A dónde fuiste anoche?, desapareciste y nos preocupamos

-Pues… – miré mis manos – No me sentía tan cómoda y me fui

-Con Alex, ¿cierto? – estacionó el auto

-Si… – sonreí un poco – Parece ser… un gran chico

-No te fíes de él – se puso sus lentes de sol – No es tan bueno como dices – se bajó del auto y me hizo señas para que hiciera lo mismo

Había tantos autos en la calle y desde aquí se podía escuchar la música y los gritos de cada adolescente disfrutando la fiesta.

Corrí hacia Camila y la detuve.

-¿Por qué dices que no es bueno? – ella me miró

-Es un patán – se encogió de hombros – Se ha acostado con tantas chicas que… – suspiró – Perdimos la cuenta

-¿No es tu amigo? – pregunté y ella negó con la cabeza

-No del todo – se quitó los lentes – Lo conozco de toda la vida, pero, él cambió tanto y su reputación comenzó a ser… mala – suspiró – Pero no lo echamos del grupo porque tratamos de cambiar su personalidad

-¿Cambiar?

-Eso hacemos – sonríe de lado – Creamos buena gente – suspiró – Después te explico – se dio la vuelta y se puso sus lentes de nuevo

-¿No quieres que me junte con Alex? – ella rio

-Tan solo te advierto de él – me miró – Tu eres dueña de tus decisiones, solo trato de aconsejarte para que vayas por un buen camino – se acercó a mí y enlazó nuestros brazos – Vamos, la fiesta nos espera




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.