Castiel
El tiempo en el Olimpo solo me ha dejado pensar y creer que no soy parte del gran plan de mi padre. Siempre pensé que era uno de sus favoritos, pero ahora no puedo creer que eso sea así. Todo es tan peculiar que me asusta.
Estoy perdido en el mundo de los dioses, ya no hay nada para hacer, solo pienso en lo poco que hay. Tengo que pasar el tiempo mirando los libros que ya he aprendido de memoria: todo se ha quedado guardado en mi mente.
Las preguntas de los semidioses y de los dioses me han dejado con más dudas al respecto. Debo ser uno de los mayores ángeles que duda de todo. Si Abel estuviera aquí, estoy seguro de que no estaría dudando como yo.
Todos mis hermanos me llaman el payaso del cielo, el renegado del cielo, el pecador del cielo, pero ninguno de ellos ha vivido cosas como las que yo he tenido que soportar. Hay que aceptar las cosas como son, no hay nada que hacer.
Ninguno de nosotros somos iguales, a mí me ha tocado está vida, pero a ellos otra muy diferente. No es justo que las cosas que me dicen me hagan sentir tan mal, yo no soy nada de eso, ¿o sí?
¿Qué es lo que estoy esperando? ¿Por qué no puedo salir de aquí sin la necesidad de un salvador?
—¿Tu Dios no viene por ti? —Pregunta Zeus con una sonrisa impregnada sobre su rostro—. Nadie vendrá por ti, Castiel.
El dios del rayo suelta una carcajada sonora de su interior.
—No es mi Dios, es mi padre, mi creador… Quizás no vale la pena que vengan por mí —respondo mirándolo fijamente a los ojos.
Mis palabras duelen. Me destroza saber que no valgo la pena, pero tengo que aceptarlo.
—Bueno, ángel del Señor, dime cómo acabar a estos guerreros de la noche.
Esperaba que Zeus sea el que me dijera el modo para acabar con estos seres de la noche, pero es estúpido y no me lo dirá. Tengo que recolectar un poco de información antes de soltar todo lo que sé.
¿A quién engaño? ¿Quizás trabajar con Zeus no es una mala idea?
Hacerme amigo de este dios quizás pueda ayudarme en el futuro.
—No lo sé… Tienen a la persona equivocada. Yo no puedo ayudarlos con ese tema en particular.
Trato de hacer que no sé nada, aunque hay varias cosas que sé al respecto.
—¿A sí?
—Toma —Él me entrega mi espada angelical.
—Gracias.
—De nada. —Mira la situación con seriedad—. Úsala para algo… Úsala para destrozar a los guerreros.
—No funciona de ese modo —le explico—. Nada funciona así.
—¿No eres un ángel? Entonces, eso tiene que funcionar contigo.
—Los guerreros fueron creados por la Oscuridad. Yo no puedo hacer nada con mi espada.
—Entonces, alguien lo hará por ti, amigo mío. Esas son las cosas que pasan.
—¿Qué quieres decir? —No puedo comprenderle.
—Que alguien tendrá que venir por ti. Todos te conocen, Cass. Alguien vendrá.
—Nadie sabe dónde estoy. Nadie ofrecerá su vida por la mía.
—Pero créeme, daré una pista y vendrán a salvar tu pellejo. Eres importante hasta para tu Dios, sé que vendrán por ti.
—No lo creo.
—Yo sí. Tú no eres quién en este mundo para venir a cuestionarme.
—No seré nadie para ti, pero para otros soy muy importante. No puedo matar a los príncipes del infierno y también sé que nadie vendrá por mí.
—No te adelantes a los hechos, Castiel —me ordena el dios del rayo.
—No me adelanto, ya que sé que no pasara —le explico antes de que sea tarde.
—Eso es lo que tú crees.
Luego de una hora, despierto en una mesa completamente atado y herido, este dolor es horroroso, no puedo soportar más estar tan mal herido.
—Basta, basta, por favor.
—No, no, sufre… Envía a personas por ti. ¡Ahora!
—¡Jamás! —Grito con todas mis fuerzas.
—¡Hacelo de una vez!
Asiento cerrando mis ojos, esperando que alguien pueda ayudarme, espero que nadie salga herido por mi culpa una vez más.
—¿Sabes que es un Brooke? —Pregunta mirándome.
—No, no tengo idea.
—No es algo, sino un presentimiento. Dime lo que dices al conocer a alguien, Castiel.
—Tú no me conoces… Tú no sabes nada sobre mí.
—Vamos, ¿qué más?
—Todos los que me rodean, salen heridos.
—Muy bien, eso, Castiel, eso es un Brooke. Y sí, tienes razón. Las personas que vendrán por ti, saldrán heridas.
—¡No! —Grito mientras soy torturado sin parar.
—Pero, Castiel, hay otra cosa a la cual llamamos Brooke. —Sonríe amplio.
—¿A qué? —Cuestiono lleno de intriga.
—A esto, esta hermosa herramienta de dolor y de matanza.
—No funcionara conmigo.
—Sí. Esto sí, es un arma del cielo. Antes de ti, Castiel, vinieron otros hermosos angelitos con muchos artefactos y con el Brooke, lamentablemente, otros ángeles y tú van a morir.
—Si yo muero, no matarás a los príncipes.
—Lo sé, pero así traerás a la persona correcta, Castiel… Sé que Rubby es la clave. La venganza de los príncipes del infierno se dará a cabo si no hacemos el sacrificio, comprende.
Es tiempo de aceptar la realidad. No puedo dejar que este dios viaje a nuestro mundo. Si Zeus viaja, él acabará con todos incluyendo a mi hija.
No puedo dejar que eso suceda. Zeus no parece ser mal ser, solo está confundido y no sabe lo que tiene que hacer. Creo que está perdido, sí, como todos nosotros.