Castiel
Sé que lo que no debí haberme marchado como si no me importara nada de lo que salía de los labios de ese joven cazador. No entiendo la razón por la que decidí hacer lo que hice, ni siquiera tengo una respuesta para dar. Sin embargo, el hecho de pensar que mi hija murió por salvar a personas como él, me hace retorcer el estómago.
Ahora que lo pienso, respuestas tengo, pero no me puedo quitar de la mente una falsa esperanza que crece conmigo cada segundo que pasa. Muy en el fondo de mí, creo que hay soluciones para salvar a Rubby. Creo que trabajar junto con estos cazadores podría hacer que algo nuevo despierte. Pero no lo sé.
Tengo miedo de muchas cosas en la vida y hacer como si no ocurriera algo me empieza a afectar de modos que no puedo explicar. Nunca me había sucedido algo así, pero ahora que pasa me doy cuenta de muchas cosas del pasado.
No voy a mentir diciendo que en el pasado yo era buena gente, ya que es una mentira enorme. Pero puedo decir que no sabía que mis acciones iban a producir el dolor que ahora estoy sintiendo. No puedo mentir y decir que todo va a pasar, ya que esa sería otra mentira. Siento que sí, que estoy lleno de mentiras y que no voy a poder liberarme de estas. ¿Por qué pienso de este modo tan frío y duro conmigo mismo? ¿Por qué no puedo aceptar que las cosas van a cambiar y mejorar?
Creo que la fe que sentía se empieza a ir, así que tengo que tomar una decisión antes de que sea demasiado tarde. No puedo permitir que haya más seres que sientan este dolor; quiero que el dolor termine y no solo para mí, también para todos. Esa es la meta que estoy persiguiendo en estos instantes y no pienso cambiar de opinión. Sí, definitivamente es tiempo de regresar y aceptar trabajar en equipo con los cazadores.
Debo confesar que la simple idea de ser parte de un equipo de cazadores no me agrada, pero estos humanos son los únicos que me han dicho que pueden ayudar y terminar con todo el sufrimiento de la humanidad. Claro, al principio no pude creerles, pero ahora ya no sé nada y pienso que todo es relativo.
En un abrir y cerrar de ojos, me siento en paz conmigo mismo. Sé que no hice mucho para no sentirme así, pero después de un tiempo mi cerebro solo me demostraba las razones por las que no era un buen ángel; no obstante, ahora puedo empezar a tener más razones para sentirme a gusto y bien. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Cómo puedo saber si después de todo lo que haremos podremos hacer lo correcto? No tengo respuestas para eso. Me duele no tener ni una sola solución. No puedo dejarles todo a los cazadores.
Los cazadores no son como nosotros, ellos piensan y sienten de modos distintos. No pueden saber lo que planeamos o sabemos; sin embargo, nosotros sí podemos adelantarnos a las acciones de los humanos.
Es tiempo de regresar y empezar este trato de una vez por todas. Ya no hay tiempo que perder. Esta es la única oportunidad de vencer al miedo. Sé que unirme a estas personas puede ser un fracaso, pero no podre saberlo hasta que lo haga.
Cuando estoy por ir a la casa, Tamara me detiene y me dedica una sonrisa ladina. Sus labios rosados me demuestran felicidad, pero no puedo comprender la situación. Me voy acercando a ella, aunque me detiene.
—Tenemos que ayudarlos. Ellos nos van a brindar sus saberes. Es justo que nosotros también lo hagamos, ¿no lo crees? —Pregunta ella alzando ambas cejas al mismo momento que yo.
—¿Disculpa? ¿Cómo le vamos a explicar a estos humanos la verdad? Es evidente que no van a poder creer nada de lo que salga de nuestros labios —le explico con tranquilidad en mi tono de voz—. No hay nada que les haga creer que decimos la verdad.
La mirada verdosa de Tamara me demuestra que hay algo que no sé, pero no puedo negarme a nada que ella desee. Me ata en su juego mental y no puedo salir, pero no lo hago porque la amo, no por otra razón.
—No lo sé, pero si lo hacemos… —susurra.
Niego con la cabeza.
—¿Toda la historia? ¿Quieres que les contemos toda la historia a unos simples mortales? —Cuestiono acercándome a ella—. No creo que sea algo que podemos ir contando como si no ocurriera nada. Hemos acabado con la vida de muchas personas y… —niego con la cabeza—. No lo sé.
Ella abre la boca para decir algo, pero no sale nada de su interior. Sus labios regresan a la posición inicial y luego asiente.
—Vamos a tener que decir que no somos simples seres celestiales. Dejar en claro que si no nos brindan su ayuda, podemos acabarlos —amenaza.
—No haré eso —le respondo.
—Castiel, es lo correcto. Ellos tienen derecho a saber lo que se esconde en esta historia gigante de maldad —me explica, pero yo niego caminando.
Camino y camino sin saber nada. ¿Si hacemos eso, qué nos va a quedar para nosotros? ¿Contar la historia es lo correcto?
—Si lo hacemos, va a quedar la evidencia de que los seres celestiales…
Ella me detiene y sonríe acercándose a mí. Toma mi rostro entre sus manos y niega con la cabeza tan solo una vez.
—Ellos no saben toda la historia y para ayudarnos, tienen que saberla. No toda, pero una parte importante, lo sabes.
Hago una mueca con mis labios al saber que ella tiene razón, pero que no quiero aceptar que es así. No deseo que ella sepa que tiene la razón una vez más.
—Lo sé… —Es lo único que logra sacar de mis labios.
—Dilo, Cass —dice soltando mi rostro.
Me alejo un poco soltando un suspiro sonoro y luego la miro.