30 Días

Capítulo 7: ¡Qué horror!

Mi madre sirvió los canelones, mientras que Asher y yo nos encargábamos de poner la mesa. En todo este proceso mi hermano no perdió su sonrisa y aquello era raro, a él no le agradaba para nada, pero hoy parecía todo lo contrario —tenía una inmensa curiosidad por preguntarle que le había pasado, pero aquel no era el momento, ya lo averiguaría luego—.

La cena fue de lo más tranquila, a todos les había agradado lo que había preparado, aquello me hacía de lo más feliz. Parecía que tanto a mi madre como hermano les había pasado algo que les había cambiado el día.

 

Luego de la cena, todos, nos pusimos de acuerdo con ver una peli. Fue Asher quien eligió cuál veríamos, ya que esta vez le tocaba a él escogerla, se decidió por Deadpool. Mientras mi madre y hermano se encargaban de acomodar el living para que quedara como una sala de cine, yo estaba preparando las palomitas. 

Las noches de familia y peli eran las mejores, a demás que eran los únicos momentos donde disfrutaba de mi familia, bachillerato me tenía al borde de la locura. Mi rutina en los últimos ocho meses se resumía en tres palabras, casa e instituto, mi vida personal había pasado por un montón de crisis, si no fuera por mi amiga no saldría de casa y me perdería la mayoría de cosas.

No sé cuanto tiempo pasó desde que la película empezó, pero de la nada Asher apoyó su cabeza en mi hombro, al principio no le di mucha importancia, pero llegó al punto de casi caerse. En ese instante me di cuenta de que se había quedado dormido, a causa del susto hizo el amago de despertarse, pero al ver que todo estaba bien volvió a cerrar los ojos.

Esperé a que la película finalizara para poder llevar a mi hermano a su habitación. Se notaba que el tiempo había pasado con demasiada rapidez, Asher ya no era tan pequeño y era difícil llevarlo en brazos, así que muy a mi pesar lo desperté. 

Asher con los ojos cerrados y aferrado a mí, subimos las escaleras. El pobre iba refunfuñando algunas palabras inaudibles, cuando llegamos a su habitación se tiró a la cama. 

―Buenas noches, peque ―le di un beso en la frente, lo arrope con la sábana y salí de su habitación.

 

¡Qué horror! Odio los lunes, se supone que al estar de vacaciones no debo madrugar, pero se me ocurrió la magnífica idea de buscar trabajo en verano. “No quiero depender de nadie para mis gastos” aquellas fueron las palabras que le argumenté a mi madre para convencerla, ella me ayudó a conseguir trabajo en una cafetería de la ciudad ―la propietaria era una amiga―

Del cansancio que sentía no era capaz ni de levantar los pies del suelo, por eso los iba arrastrando. Lentamente y a pasado de tortuga, baje las escaleras, desde allí podía sentir la tierna risa de mi hermano.

Saludé a todos los presentes, y agarré un vaso de la alacena. Hoy era uno de esos días donde prefería desayunara algo ligero, es por eso que rechacé los Waffles, y me serví un vaso de leche con cereales ―sí un vaso, sé que es algo raro―.

―Cielo, estás muy callada y rara.

―Tengo mil cosas en mente, pero sobre todo quiero seguir durmiendo en mi camita ―me quejé. 

―Ay, cariño, fuiste tú la que quiso trabajar en vacaciones en lugar de disfrutar con tus amigos.

―Lo sé, y lo que me motiva a seguir con esta locura es el dinero. Así que desayuno rápido y me voy.

La traducción de desayunar rápido es tardaré unos quince minutos y luego pasaré otros quince en la ducha. 

 

Me di el último vistazo en el espejo y salí del cuarto de baño.

A las seis y media ya había pasado el umbral de la cafetería Nancy’s, dejé mis pertenencias en el locker, allí me encontré con Beth. La morena siempre ha estado corriente a pesar de toda la mierda que ha pasado en su vida.

―¡Cariño! ―Beth se abalanzó sobre mí― Te he echado muchísimo de menos.

―Cielo, eres una exagerada, solo no me has visto un día.

―Claro que no, lo que tú haces es desaparecer y te olvidas de mí ―formó un corazón con sus manos y luego lo rompió.

―Oh, venga deja de hacer el tonto y vámonos antes de que Nancy se enoje por no estar listas.

Hoy únicamente trabajamos las dos, obviamente la jefa estaría presente ―ya sea para observar o meter mano en caso de que sea―. En el momento en que acabamos de preparar toda la cafetería, al fin pude cambiar el cartel de la puerta donde ponía “Closed” a “Open”. 

A partir de las siete los clientes ya estaban entrando por la puerta, al ser tan pronto el lugar aún se encontraba algo vacío ―aquello era la mejor sensación del mundo, porque no nos tocaba soportar a mucha gente, algunas veces los clientes llegaban a ser demasiado desagradables―.

 Tomo el pedido de la última pareja que entró, ambos jóvenes fueron muy ambles y a leguas se notaba el amor que se tenían. Volví a la barra y le tendí el pedido de la mesa ocho, era algo sencillo un café con leche, un zumo de frutos rojos  y dos croissants mientras que Beth preparaba el café y el zumo, yo serví ambos croissants, después de todo el ambiente no era tan pesado. 

En una bandeja puse todo el pedido y me dirigí a la mesa ocho,  serví cada elemento de la bandeja y me retiré con una amplia sonrisa. No pasaron ni diez minutos cuando un morocho entró, fue directo a la mesa donde se encontraba la joven pareja, para ese entonces la cafetería se encontraba casi vacía.



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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