Siempre pareces ser tan tímida, tan frágil como una fina capa de hielo. Tu cabello parece estar cubierto de escarcha, y en tus ojos, se puede alcanzar a ver, un tímido rastro de nostalgia.
Pero tus labios.
Tan suaves, incoloros, es verdad. Entonces, ¿por qué un jardín de flores coloridas florece en mi interior cuando los pruebo?
Pensar en que algún día nos veríamos en esta situación es casi irreal.
Parecemos un par de colegialos enamorados. Incluso el pensar en rosar nuestras bocas me aterra, pienso que en cualquier momento podría romperte.
Pero tus labios.
Son tan maravillosos, me transportan a otro mundo. Siendo que todo a mi alrededor de esfuma en el aire. No importa donde estemos, sólo somos tú y yo en un espacio infinito que nos envuelve, me entrega a tu trampa de delicadeza y dulzura.
Tus sonrisas sutiles me hechizan. Tu risa estremece mi corazón. Tu voz al enunciar mi nombre calienta mi alma.
Eres como un copo de nieve a simple vista. Nadie podría imaginar que irradias luz y calor incluso más que el mismo sol.
Pero tus labios.
Son tan diversos los besos que me entregas. Y todos los atesoro en cada pilar de mi memoria. Tu huella permanecerá en mi piel hasta el fin de mis días. Mi cuerpo siempre recordará la sensación de mantener unidas nuestras almas a pesar de las adversidades.
Las palabras me son pocas a comparación de lo que me entregas. Y es que haces tanto incluso si no haces nada. Sigues a mi lado después de todo, lidiando con mi actitud y mi mentalidad torpe e incompetente.
Y tus labios.
Me borran de la cabeza cualquier pensamiento. Me despojan del control de mi cuerpo. Me arrodillan ante ti, bellísimo ángel enviado del cielo. Soy tu fiel servidor y siempre voy a cantar para ti, ahuyentaré tus temores, acabaré con tus demonios internos, susurraré palabras gentiles si me dejas probar tus labios una vez más.