Ser novia de un héroe profesional no era fácil. Ninguno de los dos matrimonios de Rei lo había sido.
Primero, fue esposa de Endeavor, el segundo héroe más importante en el ranking. Era un hombre sumamente ocupado, distante, estricto, ni siquiera sabía cómo se atrevió a tomarse el tiempo de engendrar a sus hijos, puesto que siempre aplazaba o evitaba pasarse por la casa debido a sus asuntos del trabajo. A Rei no le importaba que no regresara, le importaba lo que pasaba cuando lo hacía. Está de más ahondar en el maltrato que experimentó.
Luego de su divorcio de aquel horrible matrimonio fallido, años después, volvió a casarse, esta vez con el héroe Present Mic.
Todo era totalmente diferente. Al principio no estaba segura de cómo reaccionarían sus hijos de enterarse de su nueva relación, por alguna razón le alarmaba que no la fueran a aprobar, pero sus hijos eran tan maduros que sólo querían verla feliz.
Hizashi era maravilloso, era el esposo que siempre había soñado tener cuando era joven: atento, caballeroso, divertido, carismático. Era como si ese hombre le devolviera los años perdidos con Enji, como si su corazón se volviera más jóven con todas las emociones que le albergaban al estar a su lado. Se sentía igual que una colegiala enamorada, que juega a las escondidas entre las sábanas con su novio, que se van por unos días a viajes a la playa o con amigos sin avisarle a nadie, que va a conciertos donde se suelta y baila libremente.
Pero, no era una colegiala, estaba casada con un héroe, y existía algo que se encargaba de recordarle ese innegable hecho: el trabajo.
Hizashi había ido de viaje para realizar una investigación en otro distrito. Una misión sumamente larga que le dejaría fuera de casa por un mes entero. Rei se sentía un poco sola, pero a diferencia de su primer matrimonio, ella tenía la libertad de salir de casa si lo deseaba. Primero había ido a visitar a su hija, quién estaba casada con el héroe alado Hawks —siempre maldijo haberle heredado su terrible gusto por los héroes— y Fuyumi, tan cálida como siempre, le había enseñado un brazalete de plata que su esposo le había traído desde Hosu.
Cuando se reunió con Nemuri y Emi, dos amigas que conoció por Mic, estas también hablaron de algo similar.
Nemuri les habló acerca de un vestido tradicional que su novio, Taishiro Toyomitsu, le había llevado desde el lejano China. Emi por su parte, había comenzado a salir con un misterioso hombre que le regalaba flores, poemas de amor, y de vez en cuando un par de accesorios.
Por obras del destino, su hijo Shoto le había llamado ese día, explicando que estaba en una misión en la distante Inglaterra, y que quería pedirle un consejo para llevarle algo de maquillaje inglés a su novia, Shia, una mangaka que empezaba a ser reconocida por su reciente obra y su melodiosa voz.
Y así, poco a poco Rei comenzó a sentirse atormentada por la ausencia de su marido. Lo extrañaba mucho. Empezaba a preguntarse qué tipo de regalos le daría él, aunque no era como si le importara realmente lo que le pudiera comprar. Con simplemente haberle entregado su corazón se sentía bien. Esa tarde, para distraerse un poco, comenzó a hacer el aseo a la casa, horneó unos cuantos pastelitos y se tomó algo de tiempo para sí misma, hasta que al sonar la puerta, se encontró con un cartero que tenía una entrega por hacerle, un paquete que había llegado desde Tokyo, un regalo de Mic.
Hizashi había anexado una carta, diciendo lo mucho que la extrañaba y lo que se moría por verla. También, había añadido una disculpa por el presente, pero justificó que en cuanto lo miró, no pudo evitar pensar en ella, su dama albina.
Rei sonrió ampliamente cuando abrió el regalo, incluso estuvo tentada a reírse ante el siguiente pensamiento: Hawks le regalaba brazaletes costosos a su hija, Taishiro le llevaba vestidos a su mujer, Danjuro le daba regalos dignos de la realeza a Emi, Shoto le llevaba maquillaje a Shia, pero Mic... Mic le había comprado un kigurumi.