Doblegadas manos que ante un nuevo resplandor al amanecer dan gracias al
cielo, como agradecen estos tus hijos del viento, así se encuentran los sueños de
este tu niño de ojos grandes con piel de lino y olor a aguas guardadas.
Como las flores que al cielo alzan sus alas, como río en montaña negándose a
desaparecer por manos de un campesino. Así se encuentran las ruinas de un
corazón aventurero que ruega un beso y un perdón de la mujer que con dolor
dejó morir.
No hay lunas de color naranja, ni luz de sol que no sea brillante a los ojos de
nuestro cuerpo que cansado de andar ya quieren ver apagar. Ven que la noche no
es menos oscura cuando lejos estas de nuestro rebaño húmedo y empañado.
Cansado no estaré, ni de amarte sin gritarlo al viento aquí estaré. Esperándote
como están las montañas que ayer recorrieron mis pasos con tu cuerpo agobiado.
Andas aún en mis recuerdos. ¿Cansado? ¡Tal vez! olvidarte me encuentro
deseoso, pero aquí me tienes esperándote de nuevo con fe.
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