404 - Antología tecnocrática

Soul Tokens

En el año 2037, el teólogo y ontologo Marco Browne anunció la creación de una máquina que permitía extraer el alma de un moribundo.

El concepto, aunque incomprobable, generó cierta fascinación entre los más morbosos. La idea de poder poseer, aunque sea en parte, un alma humana resultaba tentador para cualquier megalómano, por lo que la idea comenzó a ganar cierta popularidad.

Así fue que @magTec, un popular “influencer” de la época, tuvo la idea de generar tokens o contratos digitales que garantizaban a los poseedores, hacerse acreedores de una parte de su alma cuando muriera.

En menos de 24 horas, los pedazos de su alma se vendieron por millones.

Muchos lo imitaron y prontamente el contrato digital fue conocido con el término Soul Token.

Los vendedores, con un canal de novedades en sus redes sociales, demostraban como estaban haciendo crecer su alma para que esta aumentara su valor.

Nadie sabía bien como funcionaba la máquina, y mucho menos como variaba el resultado, pero apelaban a los viejos conceptos filosóficos. Estaban los que componían bellas obras de arte, los que se mostraban realizando obras de caridad e incluso, algunos donaban parte de sus ganancias al bien público. Los más escépticos se conformaban pensando que esta era una buena excusa para que los jóvenes se comportaran más empáticos con sus pares, aunque aseguraban que todo era en vano, al menos en el reino de lo material.

Todo resultaba muy divertido hasta que Miguel Ángel Galíndez (mejor conocido como @magTec) falleció de un ataque cardíaco.

Uno de los adinerados poseedores del 20% de su alma, financió y organizó el traslado de Browne para que cumpliera con su labor y entregara a sus dueños los fragmentos del alma del muchacho.

Al poco, diez frasquillos de vidrio que contenían un líquido azul brillante fueron enviados a los poseedores de los contratos digitales.

Aunque en su mayoría se trataban de coleccionistas privados u hombres de negocios muy discretos, no faltaron los que hicieron alarde de su adquisición en videos publicados por internet.

En uno de ellos se veía a un joven ebrio bebiéndose el contenido del frasco mientras sus amigos lo vitoreaban en una fiesta. En otro, un caballero de lo más sombrío, mostraba con orgullo el frasco apoyado en un estante diseñado especialmente para ello, rodeado de piezas de colección escabrosas, como cabezas de jíbaros, manos de monos y otros objetos, comúnmente utilizados en hechicería.

Muchos vendedores se sintieron algo perturbados por el destino de sus almas y pidieron que les devolvieran los contratos pero ya era imposible. El precio de los Soul Tokens ascendió rápidamente tras la difusión de los videos y las ventas se ciñeron a un selecto grupo de inversionistas.

En señal de protestas, algunos cerraron sus cuentas en las redes. Otros interrumpieron sus buenas obras y comenzaron a publicar insultos, esperando que así sus tokens bajaran de precio y pudieran recuperarlos. Hubo un caso particular, de un muchacho que se mostró en una video-confesión matando a un hombre con un arma de fuego. “Ahora son dueños del alma de un asesino, a ver que opinan de eso” decía a la cámara con el rostro lleno de lágrimas.

Nada de eso tuvo el resultado esperado. Por el contrario, los tokens subieron de precio. Pero ya nadie quiso arriesgarse a volver a ofrecer su alma en venta. Después de todo, había quedado en evidencia lo peligroso que era fragmentar tu alma por dinero.



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En el texto hay: tecnologia, suspenso, futurismo

Editado: 26.02.2022

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