— Castaño, dime tu nombre y tu edad — le digo mirándolo.
— Me llamo Lois, tengo 17 años — responde y me devuelve la mirada.
— Te haría las mismas preguntas que a Daila, pero ya eres mayorcito — miro a Daila — explícale cómo matar a un zombi — Daila comienza a hablar y Lois le presta atención. Comienzo a recoger las cosas de la barra y a guardarlas, Daila me mira y asiente con la cabeza.
— Ahora tu, pelirroja — miro a Lois levantando una ceja — no me mires así, tus ojos cafés no son muy bonitos. Dinos tu edad — mira a Daila — es justo que también sepamos algo de ti, aparte de lo que dicen los demás.
— Tengo dieciséis, cruzó la reja hace dos años... y no pienso hablar de Cole cuando me pregunten — les sonrío— mañana aquí a la misma hora.
Ya ha pasado una semana y media. Lois dejo de ir con los guardias hace media semana,le dijeron que ya no lo necesitaban, lo cual es raro porque la regla es que los hombres deben ayudar a partir de los 17 años; la manera de Lois de enterrar cuchillos es más torpe que la de Daila, y ninguno sabría cómo actuar rápido en una situación. Los dos han tenido un buen progreso, pero me atrevería a decir que la pequeña niña de nueve años tiene mejor proceso. Lois quiere salir mañana y lo haremos para que puedan practicar con un arma. Ahora estoy entrando a casa.
Subo a mi habitación, sobre mi cama hay una caja, me acerco a ella y veo cuadernos y portaretratos. Tomo uno y veo a mi madre con un hombre.
— Es tu padre — habla ella desde las escaleras.
— Lo sé — le digo y toco la cara del hombre en la foto.
— Tienes sus ojos — dice con la voz rota — él quería que te diera eso, son sus diarios de la empresa Digue-neute. También hay algunos míos — asiento con la cabeza — Sigrid, se que vivir en un lugar como este es duro, sé que yo soy dura contigo pero todo tiene un motivo… — asiento con la cabeza, y ella toca mi cabello — sigo siendo tu madre… — la interrumpo
— No sé lo que hace una madre, porque nunca lo has hecho — le digo, ella suspira y sale de la habitación, me siento en la cama y tomo uno de los diarios.
“Hoy acaba de nacer Sigrid, me siento tan feliz de seguir viva y poder estar con ella y con Ned…”
Dejo de leer y me voy a dormir.
Salgo temprano de casa, y me dirijo al sitio de encuentro, allí me esperan Daila y Lois.
— Buenos días — sigo caminando y ellos me siguen, llego al lugar donde la reja està cortada pero tiene metales uniendola, los separo y les indicó con la cabeza que pasen. Sale primero Lois, luego Daila y por último yo — Lois, junta la reja por favor — él empieza a hacer lo que le pedí mientras yo saco mi arma. Tengo tres más en la mochila pero ahora mismo no las necesitamos, saco tres cuchillos, miro a Daila — uno para ti — se lo entrego y miro a Lois — otro para ti — se lo doy. Guardo mi cuchillo en el bolsillo de atrás de mi pantalón corto — ahora — empiezo a hablar mientras reviso la carga de la pistola y luego el seguro — voy a ir yo delante, Daila en el medio y Lois atrás, si escuchan gruñido hacemos la posición de tres — miro a Daila — ¿Cual es la posición de tres? — Lois levanta la mano, pero yo señalo a Daila. Esto es como una clase del colegio de Toev, pero mejor. Mucho mejor.
— Juntamos las espaldas y cada uno mira a una dirección — dice rápidamente.
— No se separen — continuó hablando — y avísenme si algo raro pasa — Lois vuelve a levantar la mano — ¿QUÉ? — le pregunto fastidiada.
— ¿Podemos alejarnos ya de la reja? — lo miro con mala cara — cuando estemos lejos lo explico — Dice, hago un movimiento de cabeza y empiezo a caminar. Cuando estamos lo suficientemente lejos Lois empieza a hablar — antes de que los guardias me dijeran que no volviera más, escuché que decían que hoy era el día definitivo y que tendrían que actuar rápido— dice él
— ¿Día definitivo? — pisadas. Me detengo rápidamente.
— Sigrid, juro que no sé de qué hablaban — hago ruido con la boca para que haga silencio pero parece no escucharme — no te molestes, Sigrid, por favor — levanto el arma y frente a mi aparece un hombre alto, de cabello negro con un rifle terciado sobre los hombros. Le apunto entre los ojos azules, él levanta las manos con cara de sorpresa y alegría. Lois ahora hace silencio y Daila se esconde tras mi espalda.
Editado: 15.08.2019