5 maneras de descubrirlos

Capítulo 07

Le di un golpe a Joahn que lo dejó analizando la situación unos cuantos segundos para después salir de la casa dejándome sola y con la mano roja. He pasado tres días encerrada. 

Y hoy es viernes, la tercera semana. Tengo una hora para prepararme antes de recibir el regalo y dejar de comerme las uñas cada que veo que faltan minutos menos para las 4 en punto. 

Me quito las zapatillas y me siento en el sofá, enciendo el televisor, cierro los ojos buscando tranquilizar toda la ansiedad que recorre mi cuerpo.

Lo último que pensé que pasaría al mudarme a este lugar era que debía sobrevivir en vez de vivir. Y es una experiencia que no se la deseo a nadie.

Tres toquecitos a la puerta me devuelven a la horrible realidad en la que vivo. Me pongo de nuevo las zapatillas y voy a ver quien es. Primero veo de reojo por la ventana para asegurarme de que no sea John ni su padre. Y cuando noto que es la señora, me relajo un poco. 

¿Qué puede hacerme? No tiene la misma fuerza que los hijos, es una señora. 

Abro la puerta y ella está ahi con un vestido rojo que se ciñe a su cuerpo, unos tacones del mismo color y una caja entre las manos. 

—Te traje un pequeño regalo para que te entretengas en lo que llega el paquete —Me dice con una sonrisa que es realmente tenebrosa—, Espero que esta vez si aceptes lo que te ofrezco. 

Perfecto, lo acepto, me deshago de él y luego le digo que sabía delicioso, así como lo hacía mi abuela con los dulces que yo preparaba. 

—¿Puedo pasar?, no hay en mi casa y no soporto el silencio. 

¿Qué más? 

—Si, pase —Entra y cierro la puerta a mi espalda—, ¿Y cómo está? 

—Muy bien, todo marcha de maravilla. Mi esposo me contó que estabas lastimada y hoy lo confirmo al verte la cara, ¿Quien te ayudó a curarte? 

—Joahn... 

—Ah. 

—Si. 

Tomo la caja y la pongo en el mesón de la cocina, la destapo y contiene un pay adentro. 

—¡Es un pay de mora con queso! Es la receta secreta de mi difunta madre, pensé que serviría para tu recuperación. 

Esta maldita de seguro le echó veneno de ratas. 

Enseño una sonrisa falsa —Espero que si me sirva, muchas gracias. 

—¿Y como van tus pies? 

Cierrtooo. Mis pies, ese accidente ocurrió hace casi semana y media, se curaron rápido y ahora solo estoy un poco sensible. 

—Están mejor, se lo aseguro. 

—Me alegro —Mi la hora en su reloj—, Debo irme al centro, suerte con el paquete. 

Se va de mi casa dejando un rastro del sonido que hacen sus tacones al rechinar el suelo. Veo el pay varias veces, debatiendome si botarlo o guardar un poco para cualquier caso de emergencia que surja de repente. 

Aqui ya nadie sabe lo que pueda pasar. 

Al final me decido por la segunda opción, corto tres rebanadas y las guardo en la nevera, lo demás lo tiro a la basura. 

Son las 3:45 y ahora si falta menos para recibir el nuevo regalito. Ojalá que este no me genere otro trauma. 

Con ganas de abandonar la sala al menos los pocos minutos que restan, empiezo a subir las escaleras. 

Pero justo, justo, justo, vuelven a tocar la endemoniada puerta. Lo pondré un cartel de "No tocar, no hay nadie en casa". 

Me regreso, abro, y está nada más y nada menos que Jahn. El pequeño ratito con el que solo crucé palabras el día en que lo conocí. 

—¿Puedo pasar? 

—¿Para qué? 

—De acuerdo —Me empuja y camina hasta acostarse en el sofá y cruzar la piernas. 

—¿Qué mierda te pasa? —Me acerco a él. 

—La pistola es la que te pasara por la cabeza y te dejará una bala en el cerebro si me vuelves a hablar así. 

Me congelo al escucharlo, pensé que no iba a amanezarme. 

—Es que no entiendo por qué estás aquí, si me das una razón tal vez comprenda. 

Me mira —Guarda el regalo de hoy, no lo botes, no te olvides de el. No sabes cuando podrás utilizarlo. 

—¿Será en vano todo lo que haga? Si descubro todo, ¿Igual van a matarme? 

—Es un secreto —Sonríe, el y la madre tienen la misma sonrisa—, Nadie ha cumplido el reto antes. Asegúrate de ser la ganadora y luego veremos si te dejaremos vivir o no. 

—Espera, ¿Estas diciéndome que me volverán la cabeza mierda, llenándola de teorías y de cosas horribles, solo para que no sea seguro que viviré? 

—Si, eso mismo. 

—Voy a mudarme. 

Me observa como si me hubieran salido 3 ojos más —No puedes. Hagas lo que hagas, vamos a encontrarte. 

—No puedes hacer eso. 

Se levanta y se pone frente a mí —Tu no sabes de lo que somos capaces. Si te vas de aquí, el rumor se esparcira por todo el mundo y cada extensión de la familia Johnson va a buscarte, y acabará contigo. 

No hay manera, no es posible... Eso es... 

—Es una ley. Y nuestras leyes no se rompen. Hemos cumplido con ellas por siglos, y tu no serás la excepción. 

—Vete de aquí. 

—Buena suerte —Me deja sola, analizando la situación. 

Tengo la mente en blanco, no se que decir, no se que pensar, tampoco se que hacer. De repente he olvidado que hora es, en día de la semana estamos, y en donde estoy. 

—¡Señorita Shapiro! —Llama un señor desde afuera. 

Y esa voz si la reconozco, es el cartero. Esa voz me devuelve la cordura y me da el impulso para recibir el paquete. 

Le doy las gracias, me apresuró a abrirlo y entiendo las palabras de Jahn. 

Es una caja de moscas muertas con sangre, y al lado yace una botella de veneno. 

¿Sabes que, maldito engendro? Si seré la excepción, porque los voy a descubrir, y hagan lo que hagan, no voy a suicidarme. Terminaré con su legado de mierda, mataré a toda la línea sangrienta y nadie volverá a sufrir. 

 




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