60 veces por minuto

Quinta parte

[Ethan y Camila POV'S]     

 

 

 

Había tenido que pasar el día y toda la noche en la oficina, dado que me necesitaban para tomar ciertas decisiones sobre los objetivos de este año. Nos había costado una eternidad de llamadas y aplazamientos de citas hasta que conseguimos reunirnos todos en un mismo día, por eso debía acabarlo hoy sin falta.

Restregué una de mis manos por mis ojos tratando de que permanecieran abiertos mientras conducía de camino a casa. Casa, esa palabra me recordó a Camila, de quien no había sabido en todo el día, algo extraño dado que pensaba que se volvería loca al no pasar yo la noche en nuestro piso.


Tardé unos pocos minutos en encontrar aparcamiento algo bastante ilógico a las diez de la mañana un miércoles, pero de agradecer cuando mi cabeza iba a estallar y mis ojos mataban por cerrarse unos instantes. Aparqué justo frente a casa y me dispuse a llegar al hogar dulce hogar.

Ni siquiera recuerdo el trayecto en el ascensor, pero cuando estuve a punto de meter la llave en la cerradura, ahí estaba mi novia. De manera inconsciente y también impulsiva, la agarré del rostro y le planté un apasionado beso haciendo que ella se descolocase completamente. Camila no entendía para nada que estaba ocurriendo y mucho menos mi actitud pero, como de costumbre, se pegó a mi mientras alargamos el beso todo lo humanamente posible.

 

—Buenos días, princesa —la saludé tras aquel apasionado beso mientras que me adentré en nuestro piso disponiendo a quitarme los zapatos a la vez que la corbata.

 

— ¿Dónde has estado? —esas palabras fueron suficientes para que le dedicase una mirada de desaprobación. Me siguió aquel beso y ni siquiera me había dedicado un ''hola'' que ya empezaba con todo el tema de la inseguridad.

 

—Trabajando —contesté con tono frío y cortante esperando que dejase ahí su breve, pero desesperantemente repetitivo interrogatorio diario.

 

— ¿Entonces, por qué no respondías a mis llamadas? —mis esperanzas se fueron al traste cuando me di cuenta de sus palabras. Rebusqué en los bolsillos de mi chaqueta el teléfono y cuando traté de desbloquearlo, me di cuenta de lo que ocurría; el móvil estaba apagado, me había quedado sin batería.

 

—Mira —le señalé el teléfono apagado tratando de demostrarle la razón de que no le había contestado en toda la noche —Está sin batería, por eso no he podido contestarte —cuando fui a acercarme a ella se distanció de mí unos pasos, demostrando la desconfianza hacia mi persona.

 

—Tienes un cargador en tu oficina, podías haberlo puesto a cargar, además, tu secretaría me daba excusas estúpidas para que no hablaras conmigo en vez de decirme que estabas reunido, aquí uno de los dos, miente —sus dudas parecían intensificarse con cada segundo ya que cada uno de aquellos instantes un pensamiento horrible se cruzaba por su mente.

 

—Estuve todo el día de aquí para allá y a partir de las siete fue cuando nos reunimos —volví a tratar de explicarme mientras que caminé hacia nuestro cuarto para quitarme la ropa, necesitaba quitarme este traje para desconectar de la oficina.

 

—Eso no tiene sentido —elevó el tono de voz mientras me perseguía hasta nuestra habitación. Conforme comencé a quitarme la ropa noté como se empezaba a bloquear, porque aparte de querer llegar a la verdad, una que ni siquiera existe realmente, parecía que se iba olvidando del tema conforme se veía cada vez más de mi piel.

 

—Déjalo estar, cariño, no te he estado ignorando —le seguí el juego conforme jugueteaba con la hebilla de mi cinturón —Acabo de llegar a casa agotado y lo único que me apetece hacer ahora mismo es hacer el amor con la mujer que quiero —traté de provocar una reacción positiva de su parte indicándole que se acercase con mi dedo. Ella, cual imán al metal se acercó con cierta lentitud, pero, cuando llegó hacia donde yo estaba y se sentó, sin siquiera pedírselo, encima de mí. Entonces supe que la discusión se había acabado y que ahora era el momento de la reconciliación.

 

Sus ojos la delataban, cuando mis manos comenzaron a acariciar cada milímetro de su piel, la excitación que podía ver en ellos era increíble, amaba provocar eso en Camila. Sin pensármelo dos veces, la levanté y la coloque con cuidado sobre la cama, aunque lo que venía a continuación no tendría nada de cuidado, más bien, sería pasional y rudo.

 

 

     



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Editado: 18.05.2018

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