60 veces por minuto

Onceava parte

     

 

 

Ya había pasado más de una semana tras aquella fatídica cena y no podía dejar de dar gracias todos los días porque se haya acabado y no tenga que verle la cara a Camila de nuevo.

Nuestras vidas continuaron como si nada de lo ocurrido aquella noche hubiese pasado, mi relación con Alejandro parecía avanzar a pasos de gigante, creo que diciendo que le había dejado un cajón de mi armario lo digo todo. Por otro lado, mis nuevas compañeras de trabajo son un amor, tanto Katy como Alba son un cielo y al ser más jovencitas que yo y este su primer empleo, me siento como si tuviera que cuidarlas, simplemente me nace ese extraño instinto con ellas. Y también estaba Ethan, el chico que vivía en un infierno y lo soportaba todo por amor. Habíamos comenzado a mensajearnos de vez en cuando, parecía agradable, nada más lejos del chico callado de aquella infernal cena. Incluso llegué a pensar que podríamos ser buenos amigos. En pocos días, por increíble que pareciera siendo como soy, estaba siendo amigable, incluso le estaba tomando una pizca de cariño.

Había salido a tomar algo. Sí, yo saliendo a tomarme una cerveza con Katy y Alba, y la verdad es que me hacía ilusión. Desde hacía bastante tiempo me costaba bastante encajar y sentir ganas de relacionarme con gente, pero desde que Alejandro estaba en mi vida, todo estaba siendo de locos en mi persona.
Quedamos en un bar del centro de la ciudad y como siempre, llegaba unos minutos tarde. Para cuando había llegado al lugar de encuentro las dos chicas estaban sentadas en una mesa de la terraza esperándome con unas cervezas a medio beber.

 

— Hola, chicas —saludé con un tono relajado con una pizca de alegría que me hizo sentir extraña.

 

— Hola, Abril —me devolvieron el saludo de manera amistosa—. ¿Qué tal? —me preguntó Katy mientras que Alba hacia amago de levantarse.

 

— Bien, ¿y vosotras? —contesté observando a Alba tratando de entender que intentaba hacer.

 

— Bien también —me contestó Katherine cuando Alba se alejó unos pasos de nosotras.

 

Mi cara de comprensión debió ser de lo más expresiva por lo que mi compañera, la cual se había quedado sentada se encogió de hombros. Katy era una chica súper alegre. Desde que la conocí no hubo día en que no la viera con una sonrisa en sus labios. Era extrovertida, amigable y de lo más entregada a todo lo que hacía. Físicamente era una chica morena de piel al igual que su larga melena. Con unos enormes ojos rellenando sus cuencas junto a una nariz pequeña. Si cuerpo tenía unas curvas muy bien definidas y como dirían los chicos de hoy en día: Estaba buena.
Alba, por otro lado era una belleza distinta. Un moreno muy ligero en su piel, de ojos verdes y labios gruesos similares a los de Angelina Jolie. Su cuerpo era de infarto, literalmente, y eso la convertía en una chica explosiva. Su carácter pegaba a la perfección con su cuerpo, era agradable, te hacía reír pero con un carácter fuerte y con las cosas claras. Y es por eso, en conclusión, que creo que encajamos tan bien.

Somos muy distintas, variadas y al no tener caracteres antagonistas nos entendíamos muy bien.

 

— Aquí estás —hablé cuando apareció la rubia con una jarra de cerveza en sus manos.

 

Ella sonrió al oírme y me dejo el vaso en frente mía apoyándolo en la mesa.

 

—Pensé que ya no ibas a volver —finalice.

 

— Sin mi estarían perdidas ¿cómo dejarlas? —bromeó haciéndonos esbozar una sonrisa.

 

— Claro Alba, no sé cómo he podido vivir sin ti toda mi vida —le picó Katy haciendo que nuestra compañera alzase la ceja tramando algo en su cabeza.

 

Miedo me daba saber que tramaba en su mente. Alce el vaso acercándolo a mi boca y dándole un buen trago a aquella exquisita cerveza.

— Y bueno, jefa, cuéntame, ¿hay algún chico en tu vida?

 

Aquella pregunta de Alba, tan directa al grano, me había hecho toser haciendo que el alcohol se me fuese por el otro lado. Me aclare la garganta y me limpié con una servilleta aprovechando esos breves segundos para pensar una respuesta.

 

— Que bruta, casi haces que eche un pulmón — Le semi—regañó Katy dedicándome una mirada dulce.

 

— Hemos quedado tres chicas y como es lógico, hablaremos de chicos guapos mientras nos emborrachamos y compartimos secretos.

 

El plan de Alba no estaba mal, pero demasiado estereotipo para mí. No me importaba hablar de chicos, siempre y cuando no les dijese el nombre de Alejandro por error.

 



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Editado: 18.05.2018

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