–Oye Mia... ¿Estás segura de esto? –cuestionó Tec poniendo el brazo robotico sobre la mesa.
–Pues claro. ¿Confiás en mí? –dijo la zorro grisácea.
–Ambas sabemos que no.
–Todo lo que necesitaba oír. –respondió Mia sacando un destornillador hexagonal de su caja de herramientas.
–Por cierto, recuéerdame por qué estoy haciendo esto. –comento la lobo de pelaje morado.
–Para tener más potencia en tus armas. –respondió Mia desmontando la estructura protectora del brazo de Tec para acceder a los circuitos y el panel de control remoto–. Joder... Que maleza. –comentó al apartar varios cables y ver las conexiones entre los nervios y tendones hasta los cables pelados en la punta.
–Lo sé...
–Aquí hay más trabajo del que pensaba pero... Veré que puedo hacer.
La zorro grisácea saco de la caja un soldador que puso a calentar mientras separaba algunos cables de los tendones.
–No recordaba tenerlo así. –comentó Tec algo extrañada.
–Son cosas que pasan con el tiempo, de todos modos veras que cuando acabe, esto será una brutalidad.
–Si tú lo dices...
Una vez el soldador tenía la temperatura adecuada, Mia agarró los cinco cables unidos al tendón, estaban ligados por la parte externa a un conjunto de inyectores hidráulicos mediante conectores cilíndricos de titanio para asegurar los cables. El tendón estaba un poco suelto junto a los cables, desliados, reunidos y sellados con otra cobertura cilíndrica de acero 3161, o en otras palabras, acero quirúrgico que los cubría como una abrazadera y conectaba los cables a los tendones y nervios; listo. Dentro de la cámara de compresión hidráulica para el codo en su eje, hasta llegar al antebrazo, una centralita de control remoto. Desde ahí podría acceder a las estructuras programadas, haciendo que la mano se retransformase en el cañón, así acceder a la turbina auxiliar, extraída, limpiada y reforzada. Ahora era el turno de las canalizaciones, los inyectores y los controladores, así como una limpieza suave a los microprocesadores y el polvo acumulado en el disipador. Una modificación y refuerzo al sistema de refrigeración, y comprobación para el correcto funcionamiento y calibración del acelerómetro. Aprovechando el espació al nuevo orden del cableado dos nuevas recamaras auxilares, compartimento extraíble y una capa de titanio y acero 3161. Las nuevas recamaras con gas y gasolina. Reprogramando el sistema local con nueva y actualizada información para añadir al cañón la opción lanza–llamas y conversión a metralleta el cargador de balas estaría mejor si su ubicación era externa, de ahí el compartimento extraíble, osea, ponerle el cargador desde fuera. Una M4 A1 en la manga era mucha mejor opción que un As, y con la opción de lanza–llamas aparte del hielo y el cañón de plasma y partículas cargadas negativamente. Los elementos estaban en la palma de su mano Había perdido toda la mañana, pero había valido la pena. Era momento de comer algo.
–Oye Mia. ¿Cómo sabes tanto de rebotica?
–Con todo lo que a ocurrido últimamente, he tenido que aprender a hacer muchas cosas, y buscando he encontrado de todo.
–Entiendo. Por cierto, no es por meterme pero... Veo a tu hermana muy rara desde que apareció ese niño.
–¿Te refieres a David?
–Sí.
–¿Y por hermana? –cuestionó Mia.
–Slick.
–Por lo que sé; ella le quiere, se piensa que no lo sabemos, pero es algo que se ve a kilómetros.
–¿Y él a ella?
–Ni idea, pero desde que volvió está muy serio y algo distante, lo que le ocurrió es muy fuerte, pero no lo entiendo.
–Mia; créeme. Ese chaval está en una batalla muy fuerte contra sí mismo, por desgracia sé bien lo que es. Y quizás lo único que necesita es que estéis con él.
–Por tus palabras figuro que pasaste por algo parecido.
–Sí... Y nunca se vuelve a ser la misma persona, yo tuve suerte de que Valery estuviese a mi lado.
Me resulta difícil confiar aun hoy en día en la gente, puede que no siempre hable, pero no se me escapa nada. Y si algo he aprendido es, que cuando más alegre es uno, más muerto está después de algo así. Se lo noté a Zoe, y después de escuchar lo que os ocurrió, apostaría que fue por lo de vuestra madre, pero David... Tiene la mirada desolada, un mar de furia. Debe de sentirse perdido. Deberías estar más con él. Llevo dos días observándole de noche. Sube lo más alto que puede, y se deja caer a vacío, poco antes de estrellarse, alza el vuelo y se pierde entre las nubes.
–Entiendo... ¿Cómo lo viste?
–Él no es el único que sale de noche.
–Ya veo.
–Vaya, así que estáis aquí. Te estaba buscando Tec. ¿Vienes? –cuestionó David entrando por la puerta.
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Editado: 20.08.2019