No tarde mucho en sentir que la cabeza me dolía. Al abrir los ojos, noté que lo que me estaba produciendo sensación de ardor, eran hormigas. Que mierda, pensé. Separé la cabeza del tronco y examiné por donde pasaban. Daban largos recorridos por tramos que parecian mini carreteras destartaladas, cuyas curvas puntiaguadas iban en todas las direcciones posibles. El que el color del tronco fuera de un gris plano; viejo. La cantidad de hormigas era imposible de contar. Ellas pasaban casualmente por donde se habia posicionado mi cabeza.
Ni las hormigas me quieren ahora
Inspiré un poco de aire, mientras me revolvia el pelo en un muy vago intento de quitarme las hormigas.
—Se cansaran —dije, con la voz tan baja que parecia un susurrro—. Estoy un 80% seguro. —Miré a otro lado—. Ahora un 50%.
Seguia siendo de día al menos. Con suerte, no habrian pasado de la una. A esas horas solian llegar más personas, y, por la cantidad de sonidos que viajaban por alrededor, podia concluir que a lo mucho, eran las 3 de la tarde. Siempre a la misma hora, pasaba el mismo vendedor de fruta en las cercanias. Era mi primera vez agradeciendo su existencia.
¿Mamá me regañaria?
No habia ido a almozar con Lucy y mamá. Estuve a practicamente nada de salir corriendo, solo desistí cuando caí en cuenta que no podia. Mamá trabajaba hasta las 7; Lucy, al contrario, llegaba temprano.
Ella preferia encerrarse en su habitación. Antes habia intentado muchas veces conversar con ella. Tal vez sacar el tema a flote y ayudarla tanto como pudiese. No pude.
Todos tenemos algo que no queremos que los demás sepan
Echaba de menos el poder tener las cosas bajo mi control. Al menos, como hermano, debia darle una mano. Sabia mejor que nadie que significaba no contar con alguien. Y tenia la mejor solución para eso.
—No... —balbuceo alguien debajo de mí.
Tras escuchar sus monosilabos, finalmente baje la mirada. Era Eyli. Tan linda y reluciente como un auto que recien chocado contra un poste. Me habia tardado demasiado en ver la suciedad puesta en sus mejillas. Descarté cualquier herida que pudiese ser preocupante al poco rato de tantearla. Nunca disfruté de tocar a la gente sin permiso, pero prefería que la tranquilidad abundase mi mente, y que no faltase.
Movi los mechones en su cabello, que, por la mala posición en la que estaba durmiendo, cubrian su rostro. Senti el sudor de su frente tocar mis dedos, y por poco me echo a reír cuando vi algo especial.
Parece que no te queda nada bien los flequillos, señorita perfección
De niño mamá solia cortarme el pelo. El hecho de que esto fuese lo más parecido, solo hacia que mis ganas de burlarme aumentasen. Corte de hongo era como le llamaba ella.
Sin avisar, movió la cabeza en ambos lados. Intenté comprender que habia sido ese gesto suyo, llegando a un callejón sin salida. Seguramente solo sea su mal hábito, pensé. Nada más quienes habian podido dormir con ella en plena confianza, sabian que habria sido mejor opción dormir en una cama de piedra.
—Mantequilla no —dijo entre murmullos, contrayendo los labios. Similar a cuando probabas algo que detestabas.
Se me dibujo una sonrisa lateral, al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
—La gente si que sueña cosas raras.
Me le quede viendo una cantidad incomoda de tiempo. Suerte que estaba dormida.
No lo hacia aproposito ni nada por el estilo. Solo pensaba en la cantidad de cosas que habrian de haberle sucedido mientras yo no miraba. Seria estúpido no ver que habia pasado por cosas terribles. El que ella no se resistiera,o el como reaccionó aquel tipo ante su presencia, era signo de que se conocian. ¿Como lo hicieron? ¿Qué sucedió entre ambos? ¿Por qué ella sentia tanto miedo a él? ¿Qué habria hecho él si no hubiera estado yo allí?
Negue con la cabeza tantas veces como me fue posible. No debia –o queria–, pensar en ello. Prefería estar tranquilo sabiendo que le habia salvado de una situación poco favorecedora.
Tenia curiosidad de que mis demás preguntas fuesen respondidas, pero, ¿Quién era yo para interrogarla?
De todas formas, no importa mucho. Seguro que preferirá hablar de sus peores vergüenzas, antes que dirigir palabra alguna sobre este tema
Como si supiese que la estaba observando, giró la cabeza boca arriba. Sus ojos estuviesen cerrados, y sus labios no pronunciasen alguna palabra. Se veia muy bien. Tanto, que mil novelas no serian suficientes para describir su belleza. Aunque estaba seguro de que mi afirmación anterior, solo era una exageración por mis sentimientos. Era verdad que sus mejillas no eran las definidas, o que no tuviera las cejas tan pobladas, o que sus labios no fuesen rojos, pero algo en mi la deseaba.
Durante casi 1 decada, no se me habia pasado por la cabeza el preguntarme porque estaba tan obsesionado con ella. Dudaba que fuese amor. El amor nunca duraba tanto sin pasar por etapas. Ella y yo ni siquiera estabamos en la primera etapa. Recordaba los detalles de su cara, lo suave de su piel, lo oscuro de sus ojos, y lo radiante de su cabello. Queria conocer mas de Eyli Soares. No solo quedarme con esas memorias. Sabia que era un capricho el desear más. No me hacia sentir mejor, pero era lo que tenia.
Yo no entendía el amor. Tampoco creia que lo entendiese a corto plazo. Me habia dado el tiempo para conocer a mas personas que solo Eyli. Obviamente, no era solo para olvidarla, sino que para experimentar. Besé, tuve sexo, bailé, bebí, salí, disfruté, y hasta a conocer a los padres de muchas de esas parejas temporales. Sin embargo, con ninguna sentí una conexión real. Con el pasar de las salidas, comprendí que solo entendería mejor el tema, una vez que pasase mas tiempo con quien se la pasaba vagando en mi mente. Tampoco deseaba continuar con la culpa de dejar a alguien, que daba mucho de si misma, mientras que poco o nada entregaba de mi.