Recuerdos.
Los recuerdos la atormentaban y la soledad la ahogaba en la frialdad de su habitación. Cada noche era lo mismo, ya no recordaba lo que era dormir sin pesadillas pues estas se habían convertido en sus mejores amigas desde pequeña, ella no le temía a la realidad, lo que realmente le asustaba era aquello que le esperaba al otro lado después de cerrar sus parpados y esa noche no sería la excepción, pero el sueño terminaría por acogerla entre sus brazos y sus fantasmas regresarían para recordarle que no sería feliz, no en esta vida cariño.
Tic tac.
El tiempo seguía corriendo y la hora de su tormento se acercaba, los monstruos a los que antes temía ahora eran sus compañeros de refugio cuando la temida hora llegaba, pero ni siquiera esa cama la salvaría de su furia, lo sabía aunque aún soñaba con el día en que su príncipe llegara y la salvara de su ogro como en los cuentos que mami le leía antes de dormir.
Pero ahora mami olía muy mal y ya no se movía, el ogro había dicho que mami estaba en un profundo sueño como Aurora y ella también lo creía, mami pronto despertaría y saldría de esa habitación para consolarla otra vez, no le gustaba el morado en sus bracitos.
—Mi amor solo cierra tus ojitos, cuenta hasta 100 y cuando los abras todo va a estar bien de nuevo, pero nunca los abras antes de eso ¿sí?, prométeselo a mami
—Lo prometo mami
Y así había sido durante toda su vida nunca había roto su promesa ni aun cuando un grito desgarrador salió desde lo profundo de la garganta de mami, mucho menos cuando aquel ogro había comenzado a llorar, aunque ella no entendiera por qué.
Su rutina se basaba en ella viendo sus dibujos animados hasta que la hora se acercara para ir a esconderse debajo de su cama esperando que esta vez llegara más borracho de lo normal para que no pudiera encontrarla o en su defecto que los golpes duraran menos tiempo antes de que él cayera rendido y es que desde que mami había dejado de moverse solo habían sido eso… golpes e idas al hospital cortesía de su vecina. Lo que jamás imaginó era que esa noche cambiaria todo para siempre y es que ¿Cómo podría siquiera imaginarse lo retorcido que podía llegar a ser el mundo con tan solo 10 años?
—Ven aquí cariño
¿Cuántas veces había odiado ese apodo?, no lo sabía, estaba temblando pues si no salía pronto estaba consciente que su furia se incrementaría.
Pero nada… no se escuchaba nada
El miedo estaba recorriendo todas sus venas. Y cuando pensó que se había librado de su ogro, algo tomo de su pierna y la arrastro. Sus pequeños ojitos se cerraron negándose a ver esa sonrisa que tanto odiaba, sentía que no podía respirar, la adrenalina la estaba ahogando.
1…
—Es hora de que cumplas con las tareas de mami
—¡No!
Sangre.
—No, no, no, no
Se había despertado de golpe, toda esa sangre y los recuerdos de esa noche habían regresado, la medicina ya no funcionaba, necesitaba sacar el dolor, necesitaba sacar los recuerdos de alguna manera. Su vista recorrió toda la habitación.
Nada.
Estaba sola, otra vez. Y ahí en la oscuridad no pudo hacer más que llorar desconsoladamente, por su pasado, por su presente y por su futuro, simplemente lloraba por haber nacido, ¿Qué había hecho tan mal para merecer todo eso?, todos los días se preguntaba lo mismo pero nadie era capaz de respondérselo. Eso ya no tenía sentido, ya no tenía sentido seguir respirando sin ningún propósito en la vida, sin nada ni nadie por quien seguir.
¿Por qué no simplemente la dejaban ir?, ¿Por qué la amarraban al dolor?
Todos la habían abandonado y él regresaría por ella, la última vez que lo había visto se lo había prometido y ella lo conocía tan bien como para saber que lo cumpliría, nadie la protegería y estaba demasiado cansada como para escapar de nuevo
Su vista se posó en la vieja ventana, la luna seguía ahí acompañándola, era la única que no la había abandonado, era la única que había escuchado todos sus lamentos y todos sus gritos y en ese momento un recuerdo regreso a ella, uno que había quedado muy enterrado, opacado por todos los malos recuerdos de su pasado.
Estaban en el parque, era una época tan lejana que a veces no podía creer que hubiera existido, una en donde el ogro aún era un príncipe.
Los toboganes eran tan divertidos, las risas inocentes inundaban el lugar pero en medio de todo en un triste juego abandonado que nadie miraba se encontraba un pequeño. Era más grande que ella pero se encontraba llorando. Guiada por una tierna curiosidad se acercó a él y sin decir palabra alguna sonrió mostrando los pequeños huecos en su sonrisa y estiro su mano con un caramelo.
Aquel gesto lo había conmovido demasiado y el pequeño acepto el dulce con una tímida sonrisa, ninguno dijo nada, pero no era necesario ambos se entendían a la perfección y así es como una hermosa amistad había florecido sin saber que en un futuro uno quedaría con el corazón roto buscando durante toda su vida a aquella niña de sonrisa rara que había logrado sacarlo de su dolor y que en un retorcido juego de la vida esta los volvería a juntar en un escenario horrible dándole la oportunidad de salvarla como ella lo había hecho con él
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Editado: 22.11.2020