Nos alejamos del hospital, pero siento que una parte de mí se quedó allá, con Romano. Mí mirada esta perdida en el horizonte, y el silencio lo inunda todo. Son cerca de las cinco de la tarde, sin embargo el cielo comienza a teñirse de colores exóticos que parecen salidos de la paleta de un excéntrico pintor, lo que índice a mí mente a divagar entre pensamientos confusos y al mismo tiempo claros. Aún no puedo creer lo rápido que han cambiado las cosas en tan poco tiempo. Aún no me hago a la idea de la nueva relación de amistad/complicidad que logré entablar con mí ex novio al cual odiaba con todo mí ser, y mucho menos el hecho de que estoy "comprometida". Juego con mí anillo, sin poder evitar cuestionarme si hice lo correcto al aceptar tan pronto.
-Vas a tener que guiarme, no sé dónde vives en este momento y no creo que quieras volver a la casa en la cual creciste...- Dice Alex arrastrándome a la realidad. El solo nombrar ese lugar, abre otra puerta al pasado que preferiría que hubiera permanecido cerrada.
-No... Ya no queda nada mío allá, solo malos recuerdos. El pasado esta enterrado y prefiero dejarlo así...- Respondo en tono neutro. Por la forma en la que me mira se que quiere saber que es lo que paso en ese lugar, que es lo que hizo que ya no quisiera regresar al sitio al que consideraba mí lugar en el mundo, pero antes de que pregunte, aclaro -Y no quiero hablar de eso ahora.-
–Solo quiero saber algo ¿También soy parte de lo que enterraste allí?– Pregunta mientras su mirada vuelve al camino.
–Si...– Confieso, y veo como sus manos aprietan el volante en respuesta. –Después de lo que pasó entre nosotros, me sentía tan rota y desepcionada de la vida que quería dejar de ser quien era, cambiar de piel, y dejar atrás todo lo que me torturaba constantemente... Y vos eras una de las cosas que más me lastimaba en ese momento, así que podría decirse que te enterré con todos los recuerdos de lo que vivimos y con esa chica alguna vez te amó más que a ella misma.–
–Se que prometimos no volver a tocar el asunto, pero necesito decirte una vez más que lamento todo lo que hice. No te lo merecías Ali. Yo solo...- Su voz parece romperse. Hace una pausa para que no lo noté, pero lo conozco tan bien que puedo leerlo como a un libro. De alguna forma no puedo evitar su melancolía me haga sentir culpable y triste al mismo tiempo. -Pero no todo fue malo, al menos no para mí. ¿Te acuerdas de nuestras noches eternas?- Termina por decir, casi cambiando de tema. Más de una vez escuché que el primer amor nunca se olvida, y se que a Alex lo llevaré gravado en la piel para siempre, junto con cada uno de sus besos, cada palabra llena de ilución y cada aventura. De pronto las imágenes de cuando se escabullía como un ladrón amparado por la oscuridad y se metía en mi habitación, vuelven a mi cabeza. No puedo evitar el calor invadiendo mis mejillas, mientras el tiempo retrocede en mí mente sin permiso. Sonrió como una tonta al recordad cuando lo lo escondía dentro de mi armario o debajo de la cama para que mi padre o la gruñona de la ama de llaves no lo encontraran, y me castigarán hasta cumplir la mayoría de edad. Cuantas veces nos entregábamos el uno al otro como si no existiera un mañana. Si las paredes de mí antigua habitación hablarán... Nunca sería capaz de confesarle que por años busqué quien me besara de la forma en que él lo hacía, que me acariciaran como lo hacía él, que lo nuestro fue tan único e irrepetible como doloroso.
-No me refería precisamente a esas noches Ali.- Dice como si estuviera leyéndome la mente, logrando que me ponga aun más roja si aquello es posible. -Aunque tampoco se me han olvidado...- Maldita sea, ahora resulta que él es el puritano y yo la indecente que tienen la cabeza llena de perversiones.
-¡Alexander no molestes!- Suelta una carcajada divertida y golpeo su brazo juguetonamente.
-¡Ouch! ¿Y eso por qué fue? ¿Si la pervertida fuiste vos?- Lo miro seria y después sonrío. -Pero hablando en serio, después de ti, jamás pude volver a compartir algo tan simple como pasar toda un noche mirando películas de terror y comiendo comida chatarra con ninguna otra... Lo que tenía contigo era especial...– revela retornando a ese semblante gris, acompañado de sentimientos que inútilmente intenta ocultar de mí.
-¿Por que me dices esto ahora?-
-Porque ese anillo que tienes en la mano te vuelve oficialmente propiedad de Romano, y si no te confieso todo ahora, jamás voy a volver a tener otra oportunidad de hacerlo. Todo va a ser diferente a partir de ahora. Ya lo es, de hecho. Todas mis esperanzas contigo murieron.-
-Hablas como si me fuera a morir Alexander, no seas dramático. Es un anillo, no cambia nada...- Logro que la sombra de una sonrisa se dibuje en su rostro nuevamente, pero el ambiente se vuelve diferente. Ya no hay risas, ni siquiera fingidas, es como si algo en su interior se hubiera apagado, y se vuelve a poner su máscara de "no me importa nada".
-Romano Ivanov no le entrega un anillo a cualquiera, y no es casualidad que te lo haya dada ahora. ¿Quieres saber por que lo hizo?- Aunque no digo nada, él responde. -Porque le dije que estoy enamorado de ti.-
-¿¡QUE TU LE DIJISTE QUE!?- Exclamo sorprendida. Romano no me dijo una sola palabra, solo que las cosas entre él y Alex no estaban del todo bien. -¿Como que le dijiste que estabas enamorado de mí? ¡Eres un maldito traidor! ¡prometiste no decir nada hasta que yo hablara con él!-
-Y cumplí, soy un hombre de palabra.- responde fingiendo inocencia. -No mencioné una sola palabra del pasado, hable del presente y del futuro. Le dije que estaba enamorado de ti como nunca lo estuve de nadie... y él bastardo fue y te compró un anillo... Esta marcando territorio.-
-¿Que son? ¿Perros?- Alex suelta una carcajada ante mí comentario, pero para mi no es gracioso que estos idiotas me estén tratando como si fuera un jodido árbol. -Me conoces bastante bien, yo no fui, ni soy, ni seré de nadie.-