Capítulo.
—Oye, deberíamos salir los 4 juntos, sería genial patinar en el lago —propuso Clarisa y arrugué la nariz de inmediato, el solo hecho de pensar en lo ridículo que sonaba una supuesta salida con Gael, me provocaba ansiedad.
—Paso, gracias —me negué. Ella puso mala cara y me observó con mal genio.
—Tú siempre tan animada, realmente, Fale, a veces eres un dolor de trasero —se quejó y encogí los hombros.
—Pues no me hables, sería feliz si hubiera más silencio en la casa —solté gruñona y ella abrió la boca con indignación.
—Retráctate de eso —ordenó y me negué a hacerlo. Clarisa frunció el ceño y apretó los labios conteniendo la rabia, luego hizo un gesto alzando la barbilla viendo a otro lado como si eso no le fuera a quitar el sueño. Bien, amargada, espero que no llores después cuando estés sola sin nadie que te quiera como yo —me echó en cara.
—Meki me quiere, con él es suficiente —respondí complacida y ella puso un gesto de pocos amigos poniéndose de pie para dejarme sola.
—Ni siquiera sé cómo ese pobre gato soporta tu mal genio —dijo a lo lejos antes de entrar a su habitación, yo me quedé en el sofá viendo mi tobillo vendado soltando un suspiro largo, ya que sería muy largo el tiempo en casa sin nada que poder hacer. Además de tener que soportar al cretino de Gael, por el hecho de que mi inteligente amiga decidió hacerle la invitación para que cuidara de mí mientras ella tomaba los turnos de trabajo.
Los días eran extensos e insoportables con él en la casa, siempre estaba haciendo comentarios e insinuaciones fuera de lugar, trataba de acercarse, pero yo había creado una barrera anti Gael, evitando así cualquier contacto con ese engreído.
***
(Salto en el tiempo)
Un año después.
A veces reflexionaba como rayos terminé con ese idiota, miraba el pasado y desde luego las señales estaban, era un “amiga date cuenta” tan obvio, que si me casé con él, fue por masoquista. La forma como nos conocimos y el odio tan profundo que sentía cada vez que lo veía me hicieron pensar que quizás ese malnacido me lanzó un embrujo para volverme estúpida y de ese modo aceptar la propuesta.
Clarisa, en su insistencia de verme con alguien al lado, (porque para ella era sumamente necesario emparejarme con alguien) podía ser un mendigo que ella lo vería indicado para mí, únicamente deseaba buscarme una pareja.
Después de casarse las cosas fueron mucho peor, todos los días hablaba sobre el tema que necesitaba ponerme seria y sentar cabeza, (como si eso fuera obligatorio en la vida para ser feliz) muchas mujeres decidieron quedarse solas y no las veía muriendo por no tener un hombre a su lado, me generaba estrés pensar en verme con alguien molestando mi vida, sencillamente yo no era el tipo de persona que iba a preguntar, “como fue tu día” me daba igual saberlo yo solo quería estar sola y mi amiga jamás lo iba a permitir, quizás ella era la culpable de mis desgracias y por su cruel insistencia, terminé con ese cretino.
—Fale, no sé por qué rayos te molesta tanto, que vengan mis amigos a casa, solo jugamos en la consola, no es como que traigamos prostitutas ni mala por el estilo —se quejó y torcí los ojos.
—No me gusta, no quiero tener que salir y verlos ahí, simplemente me gusta la soledad Gael, ¿por qué es tan difícil de entender? —cuestioné y arrugó la frente soltando un resoplido.
—Eres tan asocial, no comprendo por qué te cuesta tanto, ser como las otras personas normales… —soltó olvidando que la última vez que utilizó ese término, durmió en el sofá.
—¡Pues si te parece que soy anormal, puedes largarte! —exclamé furiosa y amplió los ojos sabiendo que había cometido un error.
—Rayos, no fue eso lo que quise decir —se retractó e hice una mueca de lado.
—Pero lo dijiste, así que vete al caño y déjame en paz —grité yendo a la habitación. Él me siguió tratando de enmendar su error, pero ya estaba harta de ese círculo continúo. Necesitaba espacio y después de un año casados, debía decirlo.
—Fale, sabes que no fue mi intención decirte eso, es solo que… —no le permití terminar la frase.
—Quiero el divorcio, ya no lo soporto Gael, esto fue un grave error y siento que si no nos divorciamos todo va a empeorar —expliqué exhausta y tragó saliva, sin embargo, él era bastante orgulloso como para rogar y endureció su expresión.
—Bien, haz lo que te dé la gana, no me importa y si quieres el divorcio con mucho gusto lo firmo —detonó y asentí.
—Ok, mañana hablo con un abogado —añadí cerrando la puerta en su cara de un golpe. Luego me eché en la cama viendo a Meki, lo sostuve para ponerlo en mi regazo y mientras acariciaba su pelaje empecé a reflexionar. ¿Crees que estoy loca? —pregunté mirando al minino y no obtuve respuesta, por supuesto que él no iba a responderme, empero no tenía a nadie más con quien hablar, porque mencionarle el tema a Clarisa sería un caos total.
Cerré los ojos relajándome y de pronto minutos después una estruendosa música comenzó a estremecer la habitación, Meki saltó de la cama atemorizado y yo me levanté para ver que se trataba. Al abrir la puerta noté que, efectivamente, la música provenía de la sala y Gael echado en el sillón con los pies encima de la mesita tomando una cerveza. Apreté la mandíbula y los puños conteniendo la rabia y avancé dando zancadas.
Toqué su hombro con enojo y volteó a verme tan relajado que hizo subir mi furor.
—¿Qué rayos pasa contigo, perdiste la cabeza? —espeté. Él hizo un gesto como si yo estuviera diciendo cosas sin sentido y encogió los hombros ignorándome. Volví a removerlo y actuó como si yo no existiera, sujetó el control de la televisión pasando los canales. Respiré hondo, cerré los ojos mientras pensaban en mil formas de asesinarlo y desaparecer su cuerpo.