90 minutos para enamorarnos

Capítulo 2: 15 minutos

El elevador se encontraba en completo silencio. Summer se sentía incómoda y sus pies comenzaban a cansarse por aquellas terribles zapatillas de tacón. Se sentía molesta, estresada y lo único que deseaba era volver a casa y acostarse en su cama, dormir y despertar nuevamente en ese día.

No estaba saliendo según lo planeado y saber que esos minutos que pasaran encerrados se convertirían en una pérdida de tiempo, la hacía sentir peor.

Cuando comienza a escuchar el tarareo de Jingle Bells y Summer no puede evitar colocar sus ojos en blanco. ¿Acaso ese chico estaba viviendo en un musical? Esta era la vida real, no tenía motivos para ponerse a cantar en los momentos menos esperados. No era una película de Disney.

—Disculpa, Noel— dice Summer luego de aclararse su garganta. —Tal vez pienses que porque estamos encerrados en un estúpido elevador puedes hacer lo que desees. Sin embargo, este sigue siendo un espacio público, así que te pido que dejes de cantar— la voz de la chica era dura, formal, tratando de ser lo más fría posible.

—¿Acaso estás amargada?— le pregunta el hombre de cabello claro.

—Sea lo que sea que pase conmigo, no es asunto tuyo— contesta mirándolo fijamente y como dice la gente, si las miradas mataran…

—Tranquila, bonita, es Nochebuena. Calma un poco tus nervios y disfruta de la música— le responde el hombre de traje rojo antes de comenzar a cantar Noche de Paz.

Summer suspira y mantiene la mirada fija en su teléfono. No había servicio disponible y por mala suerte, su teléfono estaba casi a punto de morir sin batería, pues había planeado cargarlo en al auto de camino a su oficina. Hoy tenía que ser el peor día de su vida.

 Su ceño se frunce mientras escucha al duendecillo continuar cantando villancicos ignorando completamente su pedido. Y nadie parecía llegar a auxiliarlos.

—¿Por qué pareces odiar las festividades?— pregunta Noel.

—¿Por qué parece que tu disfrutas mucho de ellas?— contesta con una pregunta, tratando de evitar que realizara preguntas donde la respuesta tenía que ser algo muy personal.

—Sabes, chica bonita, no es un problema que las personas estén eufóricas por el día. Tal vez seas de ese tipo de personas que piensa que todo es mercadotecnia y no hay un significado para celebrar estos días. Que por qué dar regalos en una fecha especial, si todos los días pueden ser especiales y no sé si sea porque tus padres nunca celebraron la fecha. Pero es muy bonito ver a los niños entusiasmados y es una fecha en la que puedes disfrutar tiempo en familia. ¿Sabes que hay miles de personas que regresan con sus familias sólo para la cena de Navidad?— el comentario del hombre sólo hace que Summer se ponga furiosa.

Sabía perfectamente todo lo que él estaba diciendo, no tenía que estar actuando como un sabelotodo mucho menos asumir cosas de las personas, eso era de mala educación.

—¿Por qué actúas como si lo supieras todo? Y te equivocas, mis padres amaban celebrar la Navidad— y en realidad, el padre de Summer era del tipo que compra pijamas en conjunto con dibujos de renos y arbolitos para toda la familia.

En la caja de los recuerdos estaba el último pijama que compró para Summer, no podía usarla y verla era suficiente para herirla, así que la mantenía hasta el fondo. Como si de esa manera su padre no se sintiera decepcionado de sus acciones.

—Lo lamento— se disculpa Noel y Summer puede sentirla real, casi se arrepiente de su actitud hacia el chico. Casi.

—Simplemente asegúrate de mantener tu distancia— responde y ambos guardan silencio nuevamente.

Las luces del elevador seguían parpadeando, Summer comenzaba a sentirse mareada y lo único que quería era salir de estas tontas paredes de metal. Nunca más volvería subir a un ascensor, tomaría las escaleras, incluso si eran casi treinta pisos.

Vuelve a sostenerse del tubo de metal, su agarre se mantiene firme alrededor del frío acero mientras cierra sus ojos por un momento, tratando de impedir que su mundo comience a dar vueltas.

—¿Te encuentras bien?— escucha la voz de Noel y vuelve a abrir sus ojos, encontrándose con la mirada preocupada del chico de ojos claros.

—Sí, por supuesto— responde.

—Si te sientes mareada, deberías sentarte en el piso— dice sorprendiéndola.

—No, está demasiado sucio. Cuando salgamos de aquí, todavía debo ir a trabajar— contesta.

—Es tu decisión, pero te aseguro que estarás más cómoda sentada— después de pensarlo, baja la mirada y asiente, cediendo a la propuesta de Noel.

El hombre ayuda a que Summer se siente en el suelo y luego se coloca a su lado, manteniendo una distancia considerable entre ambos. El silencio permanece, un poco incómodo, un poco desconocido.

Summer logra calmar su mareo e inesperadamente, las luces dejan de parpadear. Se siente como un alivio, como una esperanza de que probablemente pronto estarán saliendo de esas paredes metálicas y cada uno podrá volver a su vida, como si este día nunca hubiera existido.

Pero luego de observar nuevamente su teléfono, buscando que el tiempo pase rápidamente, se da cuenta de que los primeros quince minutos ya han pasado. Y todavía era incierto cuánto tiempo más permanecerían encerrados.



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En el texto hay: navidad, amor, elevador

Editado: 19.12.2021

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