A. Alexa. Rescatados (#1 Santa Ana)

XXXI

Buscar a esa mujer era la última cosa que quería hacer, pero necesitaba hacer algo para terminar el tratamiento de silencio de parte de Alejandro. Su hijo llevaba una semana sin dirigirle la palabra, pasando en casa solo el tiempo necesario para estar con su hija. De sus amigas del pueblo sabía que seguía con ella, viéndose cada día y paseando por las calles del pueblo como si no pasara nada.

Se detuvo delante del consultorio donde estaba escrito el nombre de la mujer, con su título de jefe de hospital delante del mismo. Por un minuto se preguntó cómo llegó una mujer de su clase a un puesto tan prestigioso, para luego sacudir la cabeza, diciéndose que no era problema suyo.

Iba a tocar cuando escuchó voces alzándose desde adentro y reconoció una de ellas.

- ¿Piensas que va en serio contigo? - Isabella se recostó en la silla, poniéndose cómoda. Eso iba para largo. - Te le escapaste hace años, ahora quiere asegurar su conquista. ¿Le creíste cuando te dijo que quiere todo contigo? ¿Qué yo soy parte del pasado? ¿Qué no hay nada entre nosotros?

La mujer siguió en silencio, desesperando a María. Ella quería, sinceramente lo quería, que Isabella creyera en sus palabras, que lograra sembrar la duda y dejara a Alejandro. Quería arreglar todo por ese medio, no quería recurrir a otros.

Ella había estado bien con el divorcio. Se acostumbró rápidamente. La niña molesta había dejado de ser su responsabilidad, el arreglo fue bastante lucrativo para ayudar a su familia a salir a flote y en el pueblo la miraban con pena por ser una mujer engañada. A Alejandro no parecieron importarle las cosas que inventaba sobre su matrimonio y a ella le ayudaba para tener una posición más privilegiada entre sus amistades.

Pero, después de que volviera esa mujer y Alejandro empezara una relación abierta con ella, algo en su interior se rebeló. No soportaba la idea de que esa mujer la sustituyera. Había renunciado a Alejandro hace tiempo, pero para todo había un límite. Y esa mujer era el suyo.

- ¿Por qué me estás diciendo todo esto? – preguntó Isa finalmente, pensando en si le seguía el juego, terminaría más rápido.

- Porque quiero que entiendas que una vez más de estas metiendo en el camino de mi familia. Alejandro y yo tenemos una hija que nos va a mantener juntos de por vida, No pienses que puedes luchar contra ello.

- Nunca pensé en luchar contra la hija de Alejandro. Es una parte de él. Tampoco nunca pensé en luchar contigo. Una vez renuncié a él, a nuestra felicidad, por ti. Tú lo mandaste todo al diablo. Así que no tienes el derecho de venir aquí y decirme todas esas tonterías. Tal vez te funcione con todos los demás, pero no conmigo.

María lo lamentó por la otra mujer. Lo lamentó de verdad. Podía haber aceptado las cosas como eran y podía estar tranquila el resto de su patética vida. Pero ella había decidido cuál sería su destino.

- Alejandro va a volver conmigo. Eso lo puedes tener por seguro.

- Vete. - le espetó y María lo hizo. Ya arreglaría el problema de otra manera.

Salió enfrascada en su celular, por lo que no vio a Carolina.

La mujer mayor se debatió entre entrar u irse. Había escuchado la conversación y ahora no estaba segura de lo que quería decirle. Al escuchar la diatriba de María había esperado otra respuesta, algo hiriente, que se vanaglorie en haber logrado enrollar a un tipo rico. Ahora, por primera vez, no estaba tan segura de que llevaba la razón.

Decidió irse. Volver cuando se sintiera más tranquila. En ese momento no pensó que lo lamentaría en el alma. El pensamiento de que si ella hubiera hecho algo, cualquier cosa diferente ese día, se podría haber evitado la desgracia que se avecinaba, la destrozaría.

✨✨✨

Isabella no se pudo concentrar en el trabajo por el resto del día, pero su orgullo no le permitía irse temprano. La visita de María la descolocó, no porque creyó en alguna de las tonterías que dijo, sino porque le dio un vistazo en lo que sería su vida en ese lugar, con esa mujer merodeando.

Como si las cosas no le fueran demasiado difíciles ya.

Mientras más se aventuraba en la administración del hospital, encontraba más y más fallas. El lugar era un desastre aun mayor de lo que esperaban y se preguntaba cómo podía funcionar de esa manera. Tampoco había tenido mucho éxito en su búsqueda de la fuente anónima que había dado la alerta y eso era algo que los de la junta directiva esperaban con ansias.

Las niñas se habían adaptado bien en el jardín. Siendo apenas su segunda semana ahí habían hecho nuevas amistades y hasta Alessandra había empezado a soltarse y mostrar rasgos de su personalidad que hasta ese momento no conocía. Pero seguía presente el miedo de que sus padres aparecieran de repente, se las quitaran y las lastimaran de nuevo.

De la que no supo nada era de Valeria. Por las conversaciones con la directora de su escuela sabía que le iba bien en las materias y que su conducta era irreprochable. En la casa se seguía mostrando como siempre: divertida, conversadora y un amor con las gemelas. Era el aspecto personal de su estadía en la escuela lo que la preocupaba. No hablaba de ello. No hablaba de nada que fuera relacionado con esa parte de su vida.




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