A Beautiful Memory

Capítulo 6. La vida puede llegar a ser muy juguetona cuando quiere.

Ariana.

Calabacita, estas despierta –dijo una voz a mis espaldas, reconociéndola como la de Buck.

Sonreí y giré a mirarlo, observando su ropa deportiva y sudor escurriendo por su frente y cuello. Siempre va a correr muy temprano, es una de sus tantas rutinas matutinas.

–Todos los días desayunamos juntos, hoy no es la excepción –fue mi respuesta, acercándole un vaso de agua y un café americano, justo como le gusta.

–Pensé que ibas a dormir un poco más, para luego ir a cubrir esa plaza de trabajo.

–Eso hago. El desayuno es la comida más importante del día, no puedo pasarla por alto.

–En ese caso, comencemos a comer –me sonrió, tomando asiento enfrente de la encimera, tomando uno de los platos para comenzar a comer.

Sonreí de nuevo, tomando mi plato para seguir su ejemplo. Buck es mi tío por parte de mi papá, además de que fue mi padrino de bautizo y comunión. Es el hermano menor de papá, pero, aun así, es mayor que yo por diez años, ahora mismo tengo veintiún años, y a pesar de ya ser mayor de edad y vivir sola, quiso venir conmigo, a lo que no me negué, se sentía como tener parte de mi familia y no sentirme sola.

Cuando supo que regresaría a Seúl, dijo que no podía dejar a su calabacita sola. Ese apodo nació debido a mi cabello, pues tenía un aspecto anaranjado en la niñez, como la de una calabaza, aunque ahora es un poco más rojizo, sigue llamándome del mismo modo. Desafortunadamente, mis padres no pudieron acompañarme esta vez, tenían demasiados compromisos en casa, aun así, se mantienen en contacto, no hay día en que no me llamen.

Hablando de eso, el sonido de que a mi celular ha llegado un mensaje llamó mi atención, así que limpió mi boca con una servilleta, también mis manos y tomó el celular a un lado de mi plato, para leer el mensaje que me había llegado. Era de mi amiga Lía, así que de inmediato abrí la aplicación para leerlo mejor, pues parecía ser algo largo.

“Disculpa que no te contesté ayer, me quedé dormida. ¿Tienes alguna duda más sobre lo que hay que hacer? No tengo problema en resolvértela, después de todo, me estas ayudando mucho”

“Ya no tengo ninguna otra duda, muchas gracias. ¿Cómo está tu mamá?”

“Ya ha salido del quirófano hace media hora. No ha despertado por la anestesia, sin embargo, el doctor dice que todo está bien. Estará en observación unos días, y cuando despierte, la evaluaran mejor, aunque hasta ahora los resultados han sido buenos”

“Que buena noticia, ojalá se recupere pronto” escribí con una sonrisa, antes de alzar mi mirada hacia Buck.

–Buenas noticias –anuncié, llamando su atención del periódico –. La mamá de Lía ya ha salido del quirófano, parece que todo ha salido bien.

–¿Lo ves? Te dije que la fe es poderosa –me recordó con una sonrisa.

–Tenías razón –lo apoyé, porque si bien Buck era muy devoto en el catolicismo, nunca me obligó a adoptar su religión. No es que no crea, me siento más cómoda no creyendo en una sola.

–Por cierto, calabacita, tus padres me llamaron ayer, no atendiste su llamada.

–Me entretuve haciendo unas pruebas en las nuevas telas que me llegaron, cuando me di cuenta, ya había perdido la llamada –confesé apenada, muchas veces me distraigo cuando trabajo en mis pruebas –. Iba a llamar de vuelta, pero al notar la hora, no hubiera sido prudente.

–Algo de eso insinuaron, de hecho, también lo pensé –se echó a reír, tomando sus platos vacíos, para dirigirse al fregadero para lavarlos –. Puedes ir a tu habitación a terminar de arreglarte, es mi turno de dejar la cocina limpia –anunció, mirándome por sobre su hombro –. ¿Quieres que te lleve hoy?

–No, muchas gracias, aunque si necesitare tu ayuda más tarde. Debo comprar más materiales para mi evaluación de la semana próxima, así que serán bastantes.

–De acuerdo. Esperaré tu llamada, calabacita.

–Muchas gracias, iré a mi habitación ahora –me despedí, levantándome de mi asiento con el celular en la mano, no sin antes haber dejado cerca los platos sucios.

El uniforme que usaría el día de hoy estaba perfectamente doblado y planchado en una silla, junto los zapatos que usaría. Siempre uso unas cómodas pantuflas en casa, pero me gusta tener los zapatos en mi habitación y no en la entrada, eso es algo a lo que nunca me voy a acostumbrar de aquí. Voy a mi tocador para comenzar a arreglarme, tarea en la que no tardó demasiado, porque no uso mucho maquillaje.

Me encargó de hidratar bien mi piel y colocarme un poco de bloqueador. Posterior a ellos, rizó mis pestañas, colocándoles un poco de rímel negro, para hacerlas más oscuras y que el rizado duré más tiempo. Peinó mis cejas con un poco de gel y, por último, colocó un suave color rosa en mis labios. Me gusta cómo me veo, gozó de una piel libre de imperfecciones y limpia, me ayuda a no usar tanto maquillaje, además, así no cubro mis lindas pecas.

Cepilló mi cabello con cuidado, dejándolo libre de nudos, colocándome una diadema para evitar que todo caiga de frente, aunque algunos mechones suficientemente rebeldes logran colarse al frente en ocasiones. Procedo a cambiar mi pijama por mi uniforme, al estar lista, me encargo de dejar limpia mi habitación. Tomó el bolso con mis pertenencias y salgo de mi habitación.




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