CAPÍTULO 4

No necesité investigar demasiado para comprender dónde me encontraba. O dónde no lo hacía.

No estaba en la Tierra. Estaba en una nave espacial.

Mi habitación no tenía ventanas por lo que tuve que vestirme con unas prendas blancas que encontré cuidadosamente dobladas en una silla junto a un escritorio lleno de notas y salir a investigar quién era en esta dimensión.

Fue bastante impresionante dar la vuelta al pasillo y encontrarme con una vista completa del oscuro espacio y la Tierra ocupando gran parte del paisaje.

De pronto imaginé que Conley se encontrara allí, en la Tierra, con la única cura para Theo, totalmente fuera de mi alcance.

Por favor, no.

̶ Ahí estás, iba camino a tu habitación, creo que todo el mundo sigue dormido.

Me giré para encontrarme con Marguerite, el firebird brillando en su cuello. Estaba usando ropas similares a las mías y parecía ser la misma, sólo unas mechas azules en su cabello parecían diferenciarla de la Marguerite Caine de mi dimensión.

Ella pareció notar mi mirada en su cabello por que se sonrojó y se encogió de hombros.

̶ Sí, lo sé. Muy punk, ¿no crees?

̶ Te ves bien. ̶ Lo hacía.

̶ ¿De verdad? ¿Te gusta?

̶ Claro, eh...

No sabía qué decir al notar el lío en el que me había metido, por supuesto que Marguerite pensaría que estoy flirteando con ella o algo por el estilo, no habíamos hablado realmente sobre lo que pasó en esos viajes, nada además de ella admitiendo que sentía curiosidad por intentar algo conmigo.

Con el Paul Markov de nuestra dimensión. Con el Paul Markov gay de nuestra dimensión.

No es que ella lo supiera, no se lo había dicho a nadie y no me imaginaba saliendo del closet por primera vez con Marguerite Caine.

̶ Como sea, ya hice mi tarea y al parecer toda mi familia trabaja en esta estación. ̶ Dijo al notar como el silencio incómodo sólo seguía creciendo. ̶ Y adivina quien más es un tripulante de la nave.

No necesité más pistas.

̶ Conley.

Asintió mientras comenzó a caminar, la seguí mientras la escuchaba narrar toda la información que encontró en su tableta al buscar el nombre de Wyatt Conley.

̶ Es uno de los jefes de sistema, el superior de mamá de hecho. Al parecer llevan años trabajando juntos y no vas a creer esto, pero encontré la oficina mientras te buscaba y estaba desbloqueada. Creo que es nuestro día de suerte.

Eso, o vamos directo a la boca del lobo.

La oficina no era más que una pequeña habitación con dos monitores de control, un escritorio y una silla. Nada de archivadores, ni muebles, ni fotos...excepto una.

̶ ¡¿QUÉ.MIERDA?!

Marguerite observó la foto asqueada y la compadecí porque en esa foto, el único objeto personal que Conley tenía en su oficina, aparecían él y Josie abrazados y sonriendo a la cámara como si fuesen...bueno, una pareja enamorada.

̶ ¿Wyatt Conley? ¿En serio, Josie?

̶ Deberíamos buscar la fórmula antes que nos descubran aquí. ̶ Le recordé suavemente, le echó una última mirada a la fotografía antes de asentir y empezar a buscar en los cajones del escritorio.

Me instalé frente a los monitores y comencé a buscar cualquier cosa que nos ayudara a entender qué hacíamos exactamente aquí.

¿Cómo encuentras algo si no sabes lo que estás buscando?

Al parecer, ese algo te encuentra a ti.

̶ Mira, aquí. ̶ Marguerite se acercó para enseñarme una libreta electrónica. ̶ Al parecer Conley lleva un conteo de todos los días, cada cosa que se hace en la estación, está aquí. Reparaciones, pedidos, reuniones, todo está... espera, ¿qué es esto?

No podía ser.

En medio de la lista de acontecimientos del día había una secuencia de números y letras, como si Conley hubiese estado escribiendo sobre los pedidos que se realizaron cuando el otro Conley poseyó su cuerpo.

̶ Es una ecuación.

̶ ¿Puedes resolverla?

Podía, pero me llevaría tiempo.

̶ Sí, pero será mejor si lo hacemos en mi habitación, me llevará algún tiempo y no podemos dejar que nos descubran aquí.

Encontramos un lápiz y un pedazo de papel donde pude copiar los datos y esconder la libreta de Conley antes de que escuchemos voces en el pasillo.

Nos habían encontrado.

Antes de que pudiera pensar en una excusa por la que Marguerite y yo nos encontrábamos en la oficina de Conley, ella se subió al escritorio y me atrajo hacia ella.

̶ Sólo sígueme la corriente.

No pude responder porque apenas dijo esas palabras Marguerite me besó.

Marguerite Caine estaba besándome. No era la primera vez que besaba a una chica, de hecho, era la tercera; claro que eso no lo hacía menos difícil. Sabía lo que debía sentir, lo que debería pensar al sentirla presionar toda su suavidad en mi dureza, saber todo lo que le faltaba a este beso sólo lo hacía peor. Pero era posiblemente la única forma en que podíamos salir de esta situación, así que le devolví el beso como si lo sintiera. Todo el tiempo pensé en otra persona.

La puerta se abrió.

̶ Oh, disculpen pensé que Wyatt...esperen ¿qué? ¿Paul? ̶ Todo mi cuerpo se paralizó, ya no podía fingir que estaba besando a Marguerite, porque reconocía esa voz. La reconocería donde fuera. Me alejé de Marguerite al mismo tiempo que ella se giraba para mirar a la persona que nos había interrumpido.

Theo Beck estaba parado en la puerta, observándonos. No, observándome con ojos acusadores.

Theo no nos delató, Marguerite le suplicó que guardara nuestro secreto, aludiendo que no estaba lista para que su familia supiera de lo nuestro.

Lo nuestro.

No dije nada mientras nos dirigíamos hacia la cafetería para el desayuno, pero esto no se sentía bien. Había algo incorrecto en esto y no entendía qué era. No, no me refería al hecho de que había besado a Marguerite, había algo más. Theo se negó a mirarme todo el trayecto y eso sólo hacía que ese sentimiento de angustia creciera.