Miércoles 23 de Octubre. 11:00 pm.
Querido Diario:
Hola de nuevo. ¿Sabes? Cada momento que estoy sola empiezo a charlar. Trato de hacerle reír, le cuento mi día, le abrazo y me gusta esa sensación de que aprecia lo que hago. Acaricio sus manos y su cabello. También su rostro. Cuando puedo le abrazo por detrás, me gusta sentir esa inmensa espalda, tan viril y vigoroso. Pero nada se compara a la sensación de su mano tomando la mía, con mucha garra y apego. Que también me hace sentir protegida, amada.
Esa persona me dijo que me amaba y me rogó que no lo olvidara volteó a verme y la preocupación llenaba sus facciones. Le miré con abatimiento y terneza, coloqué mi mano desocupada en su rostro, acaricié la barba que tanto amo
"Jamás lo olvidaría," le dije " tu amor es mi remedio para seguir curando mis heridas."
Le pedí perdón. Nuevamente y sin balbucir. Siempre ha sido así, porque es la verdad y seguido me cubrió con su brazos brindándome de protección. Sentí tanta paz que sonreí, escondí mi rostro en su pecho, pude inspirar ese aroma tan suyo. No era colonia. Era su aroma, tan dulce, tan fresco. Tan él.
Escuché un ruido proveniente de la cocina y mi mirada se centro en la puerta. Mi gata había tirado un bote de agua vacío, cuando giré la mirada él ya no estaba. La calidez del abrazo, el sentir la fuerza que reside en su espalda, el amor que me transmitió en sus manos, sus ojos temerosos e inseguros, todo está guardado en mi mente. Y salen de ahí para recordarme que él me observa aún, que aún estoy en su mente (realmente espero que sea así).
Estas charlas se hacen cada vez más frecuentes. Espero, algún día, se vuelvan realidad. Para poder decirle que lo amo.
#39497 en Novela romántica
depresion y ansiedad, diario personal de una joven, amor adolecente y adulto
Editado: 05.11.2019