Jueves 24 de Octubre. 10:25 pm
Querido Diario:
Fui al centro de la ciudad. Me harían una entrevista. Como todo en la vida, fallé. Me desanime, quería llorar. Me coloqué los auriculares y parecía que mi celular se burlaba de mi. Tengo un mix de canciones de Disney. Adivina cual se reprodujo... <<No navegare nunca más>> que sale en Toy Story, eso me sacó una pequeña sonrisa. Porque parecía burla, pero de una forma graciosa cuando salía del elevador del edificio. Salí de ahí, con la frente en alto, tratando de pensar en otras cosas. Pero me alteré. Mi mente me torturaba, el futuro.
<<¿Cómo podré ayudar a mi madre?, ¿Y si esto sigue así y él se molesta y decide no volver?, ¿Tan mal estoy que no sirvo para nada?>> y lo más doloroso que mi Yo podría decir <<No sirves>>. Llegué a un punto donde tuve que parar de caminar, me di cuenta que parecía como si escapara de algo y no me percaté de las miradas curiosas de los transeúntes. Me senté en una banca, respiré hondo, estaba sola, completamente sola. Él no estaba para ayudar y no lo estará por un tiempo. Estaba aislada, en mi pequeño círculo de protección. Necesitaba ayuda, su ayuda, no sabía hacerlo sola, bajé la cabeza y puse mis manos sobre mis rodillas apretandolas un poco. Estaba gritando en mi interior, mandando una señal a quien fuera, que le dijera que lo necesitaba.
Y así fue, no como lo esperaba, pero de alguna forma sentí y oí algo. Alguien estaba interpretando bellas melodías. Miré arriba, la sombra de un enorme árbol me envolvia y pequeñas luces que se las arreglaban por cruzar los hojas iluminaban mi círculo, enfoque mi pobre vista y para mi sorpresa, eran periquitos. Los miré atenta, no aparté la vista por un largo rato. Me percaté que estas lindas aves estaban por toda la plaza donde me encontraba, había gente tomando fotos, videos y unos cuantos que también admiraban su cantar y su hermoso traje verde. Era un espectáculo maravilloso, era como la escena de Tarzan y Jane sobre un árbol admirando, también, a periquitos verdes. Faltaba mi Tarzan. Sonreí con tristeza pero entendí la señal. <<Gracias>> dije moviendo mis labios <<Al que me escuchó, gracias>>. Me levanté de la banca y continúe mi camino a terminar mis mandados antes de volver a casa.
Su cantar sigue en mi cabeza, sonoros silbidos y la gracia de su vuelo. Eran su forma de decir que no estaba sola.
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depresion y ansiedad, diario personal de una joven, amor adolecente y adulto
Editado: 05.11.2019