Sábado 25 de Octubre. 11:12
Querido Diario:
Hoy mi madre preguntó por él. No supe que decirle, tuve que inventar algo rápido. Tomé un sorbo rápido del café que hice por la mañana,
"Le dejan más trabajos por hacer. Casi no vendrá los fines de semana."
Seguramente no me creyó. Es mi madre, después de todo. Y aun así, sentí un nudo en la garganta que avisaba que mis lágrimas se empeñaban a caer como cascadas. No me preguntó más.
El frío hoy me quemaba. Hoy hace una semana vi su última sombra. Escuché sus últimas palabras. Sentí su último beso. Sentí su último calor de sus manos. Escuché por última vez el latido de su corazón. Escuché sus últimos pasos. Vi por última vez esos bellos ojos que me hacían sonrojar y apartar la mirada de los nervios. Esa noche, dejé mi mirada fija en él. Esa noche, parte de mi se fue con él.
Al llegar las 8 de la noche. Me encerré en el baño. Quería volver a gritar, sentí náuseas demasiado fuertes que ganaron. Me sentí tan débil. Hace una semana, le di un último beso. Toqué mis labios, maltratados por lo mucho que los he mordido en estos últimos días, el tenía mi último beso. Quiero decirle que lo añoro todos los días y que mantengo la esperanza de estar a su lado otra vez.
Salí del sanitario y fui a mi habitación. Saqué la primera y última carta que me escribió, la leí varias veces. Me puse la pulsera de plata que me dió y la besé. Devolví las cosas donde estaban, limpié mi rostro con una toalla y volví a la sala.
Entrada ya la noche, subí a la bicicleta fija mientras veía un dorama con mi madre. Tanto era mi dolor que el ver esa serie también me dolía, no sé cuánto tiempo estuve en la bicicleta, pero seguí y seguí hasta que mis rodillas empezaron a doler y las náuseas volvían. Bajé de ahí y fui a despedirme de mi cena.
Ahora te escribo desde mi cama. Con sudor frío, piernas temblorosas, mis ojos rojos y llenos de lágrimas que hacen que mi vista se vuelva borrosa. Siento un peso sobre mi, uno que me impide moverme, apenas y logró escribir, apenas y puedo respirar.
Quiero llegar a mi meta. De verdad quiero. Pero cada día se vuelve más lejano y más inalcanzable para mi y tengo miedo. Nunca dejaré de tener miedo.
Cuando buscaba a alguien a quien amar, nunca apareció. Y cuando dejé de buscar y me quería rendir para siempre, él ya estaba frente a mi, con su rostro cercano al mío, viéndome con esos ojos, con sus labios cerca de los míos, aquel día cuando, con temor, me elegiste a mi para ser tu novia.
Espero oír esa pregunta otra vez saliendo de tu boca y con esa voz que me hizo sentir cosquillas en mi estómago.
A quien me escuché, le pido y le ruego. Hazme cambiar para mejor y hazlo volver. Lo extraño como el lobo que no encuentra luna a la cual aullar. Y mi corazón pierde vida como flor primaveral en un eterno frío.
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depresion y ansiedad, diario personal de una joven, amor adolecente y adulto
Editado: 05.11.2019