A La Luz De La Luna.

Gótica Americana.

¿Pueden creer que encontramos a Katherine?

Y de la manera más estúpida posible. Mire a Elena quien estaba sentada al lado mío pues tenemos de rehén a Katherine.

- ¿Dónde está la cura? - Le pregunto Elena a Katherine.

- ¿Qué no estás aquí para vengar a tu molesto hermano? - Respondió burlona.

- Las personas mueren, ya lo superé. - Tomo un poco de café.

- Después de apagar tu sentido de humanidad. - Decía Katherine entendiendo todo. - Que triste para los chicos, su especial cupido de nieve y fragilidad humana se fue. Bueno si nos vamos a quedar prefiero pedir el menú. - Mientras se levantaba de su asiento Bekah le enterró un tenedor en la mano.

Katherine se quejó.

- No iras a ningún lado. - Le dijo mi hermana.

Katherine se sentó nuevamente.

- Olvide lo encantadora que eres. - Le decía entre dientes.

- Me sorprende que me recuerdes, parecía que estabas muy ocupada dividiéndote entre dos hermanos.

Una mesera se acercó a nosotras preocupada al ver la mano de Katherine.

- ¡Oh por dios! ¿Qué paso?

Elena pateo a Katherine debajo de la mesa.

- Estoy bien Julien, no viste nada. - La hipnotizo, ella sonrió y se fue.

- Cada minuto que hablan es otro minuto que le damos a Stefan y Damon para encontrarnos. - Se quejo Elena.

Bekah tomo la cara de Rebekah haciéndola voltear.

- ¿Dónde está la cura? - Dijo Bekah.

- Consumió verbena. - Dije mientras miraba a Katherine.

- Necesitaba protección. - Sonrió. - Sabia que me iban a encontrar.

- No importa, podremos torturarla. - Soltó la cara de Katherine.

- ¿Para que la quieren?

- La pregunta es ¿Para que la quieres tu? - Pregunto la rubia. - Adivino, para matar a Nick Klaus.

- Pase los últimos quinientos años huyendo de tu malvado hermano mayor, no tengo intención para estar a una distancia donde pueda olerme. Pero, si es usada en su contra estoy segura de que muere por poner sus manos en ella, le doy la cura y el la libertad.

- Ay pobre víctima, ¿Dónde está la parte del plan donde nos fastidias y alguien muere? - Dije.

- No tengo porque fastidiarlas. Se que no me creen, pero es la verdad, la gente cambia, en verdad no soy lo que creen.

Bekah rio para luego quitarle el celular y dárselo a Elena.

- No lo tengo conmigo. - Refuto.

- Eso creí, estoy segura que hay algo ahí que puede ayudarnos.

- Dos pm ver a Em. - Dije en voz alta. - ¿Quién es Em?

- Alguien.

- Dice que se verán a las dos.

Katherine se mantuvo en silencio.

- Creo que nos conoceremos en persona. - Sonrió Elena. - Pero ahora necesito arreglarme, necesito verme como tú.

Elena se levantó y fue al baño. Después de unos minutos salió y se sentó.

- ¿Qué les parece?

- Estas cerca, aunque no te vez tan zorra. Necesitas más delineador.

- Voy a necesitar tu ropa.

- Si claro ¿Y una pizza? - Bromeo Katherine.

- Bien, tu brazalete, reloj, aretes, dámelo. - Le quito el tenedor de la mano.

Katherine a regaña dientes comenzó a quitarse los accesorios.

- El otro también. - Dijo Elena mientras se lo colocaba.

- Es mi brazalete de luz de día, es de día lista. Lo necesito. Además, no te combina.

- Bien, pero dame esa chaqueta de cuero.

Katherine se rehusó.

- Bekah, haz lo honores. - Dije.

Rebekah jalo su cabello.

- Hay está bien voy. - Quito la mano de mi hermana. - No funcionara sabes. - Comenzaron a quitarse la chaqueta. - El mal corte de cabello, la mirada boba, nunca pasaras por mí. - Le tiro la chaqueta.

- Nunca pasaras por mí. - Repitió Elena mientras se colocaba la chaqueta.

- Rasposa, más varonil. - Le decía Bekah.

- Nunca pasaras por mí. - Volvió a repetir.

- Son patéticas.

- Son patéticas. - Le siguió Elena.

- Perfecto, el nivel justo entre desprecio e inseguridad escondido. - Hablo la rubia.

- Casi quedo, pero me falta algo. - Elena miro debajo de la mesa. - Quiero tus zapatos, entrégamelos.

Katherine dejo de insistir y se los entrego. 

Bekah pido un pedazo de tarta y unto un poco de pastel en sus dedos para luego saborearlos

Bekah pido un pedazo de tarta y unto un poco de pastel en sus dedos para luego saborearlos.

- Sabes, es gracioso. Siempre sentí un poco de envidia de la leyenda que es Katherine Pierce, ¿Cómo es que manipulas a un hombre con un solo dedo?

- Que Elijah traicionara a Klaus por ti, O los hermanos Salvatore se enamoraran perdidamente de ti. - Dije.

- Y aquí estamos, tanto años después, en un pueblo al que tuviste que hechizarlos para agradarles. - Bekah rio. - Perdón no debería reírme, es más triste que gracioso.

- ¿Sabes que no puedes compartir la cura con Elena verdad? - Le respondió Katherine.

- Ella no la quiere.

- ¿A no?, ¿Pero tu si quieres tomarla?, ¿Enserio eres tan tonta o solo muy rubia?

- Quiero ser normal de nuevo.

- ¿Otra oportunidad?, adivina que, no puedes tenerla. La cura solo te quitara la inmortalidad, lo que odias de ti misma de ira contigo en las mañanas y ni siquiera podrás tener un amigo.

Bekah comenzó a doblar la muñeca de Katherine.

- Señoritas. - Llamo la atención Stefan. - ¿Se divierten?

Damon se sentó al lado mío.

- Que bien, más compañía. - Me queje.

- Ya llegaron los vecinos. - Dijo Katherine.

- Ya tienes a Katherine. - Le dijo Damon a Bekah. - Perdiste tu toque malévolo. - Miro a Katherine.




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