Desperté agitado, hacía meses que llevaba soñando lo mismo a excepción de que cada día la tortura era diferente pero la muerte era siempre la misma.
Revisé mis brazos y mis piernas. Estaban intactas, sin ningún rasguño ni moretón. Miré la hora. 3:15 am. Un escalofrío recorrió mi cuerpo helado. No sé qué me causaba más miedo, saber que mi pesadilla se repetía cada noche o el hecho de despertar siempre a la misma hora de la madrugada.
Aún intranquilo me recosté nuevamente en mi cama sin antes pasar una mirada rápida por mi habitación. Todo parecía normal, pero yo estaba seguro de lo contrario. Agudice mi oído para buscar algo… pero ¿Realmente que era? Las noches pasadas me tranquilizaba con la idea de que todo era una tontería producto de mi imaginación, pero poco apoco me iba convenciendo de que aquella pesadilla era más real que el mundo que me rodeaba. La idea de que llegara la noche me aterrorizaba, algunas veces no dormía, pero el cansancio finalmente me terminaba venciendo.
Mientras pensaba en estás y en más cuestiones percaté que mi cuello me ardía. Sentí un dolor agudo al tocarlo. Prendí la luz de la habitación y miré mi reflejo en un espejo.
Un hilo de sangre brotaba por él. Trague saliva al divisar exactamente el patrón de garras alrededor de mi cuello, era más que evidente que la pesadilla de esta noche había sido más real de lo supuestamente “normal”
La puerta se abrió, Elizabeth entro en mi habitación al verme. Rápidamente intente cubrir mi cuello con mis manos.
-¿Otra vez esas pesadillas cierto?- Se restregó los ojos. Sonreí con nerviosismo, era bastante comprometedor que mi hermana viniera todas las noches a mi habitación después de mis gritos.
-Realmente es solo una. –Respondí aun cubriendo mi cuello con una mano.
-Has gritado mucho…-se recargo en el marco de la puerta bostezando.
-Nada anormal. -Intenté sonar tranquilo. -Puedes volver a la cama, no creo tener otra pesadilla esta noche. - intente sonreír. Elizabeth se quedó recargada un rato más, la mire, desde que habían muerto nuestros padres en un accidente automovilístico ella se había responsabilizado de mí, ahora parecía cansada y menos activa de lo que a sus 21 años no era normal. Había cargado con una responsabilidad a una corta edad y yo me sentía comprometido a dar lo mejor de mí.
Volvió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. En cuanto lo hizo volví a mirar mi reflejo en el espejo. Me sorprendí al divisar que las marcas que anteriormente había visto ya no estaban. Revisé una y otra vez, pero fue inútil. Sea lo que sea, que había visto ya no estaba. Me sentí muy aturdido como para tratar de analizar lo que estaba pasando, si anteriormente había anhelado riqueza, comodidades, chicas, amigos… ahora, lo único que quería era un poco de claridad, descanso y una noche sin terror.
Como era de esperar, nuevamente no pude dormir, tan sólo faltaban tres horas y 15 minutos para que mi primera clase de magnetismo comenzara. Me levante una hora antes de lo habitual con la esperanza de que una buena ducha pudiera ayudarme para estar más despejado. No obstante 15 minutos después, no tenía nada en claro, sin embargo, me sentía más relajado.
Baje a la cocina, abrí el refrigerador, saque un par de huevos y unas rodajas de pan. Freí los huevos y preparé café. Este había sido mi desayuno por más de una semana. Me senté en el desayunador mientras revisaba mi libro de cálculo.
Poco después Elizabeth me hizo compañía por un rato. Intercambiamos algunas frases para después irnos a nuestras diferentes facultades en nuestros recientes autos nuevos. Estos nos los había regalado nuestra tía Alma, la hermana mayor de nuestra madre. No era multimillonaria, pero se podía dar ciertos lujos.
Llegue temprano a clases, no había sido el único, Gerson, mi mejor amigo y Fede ya estaban ahí.
-¡Valla! al parecer no fuimos los únicos que se cayeron de la cama- Gerson dijo con una sonrisa.
-¡Cierto!- respondí.-Pero en mí es normal llegar temprano… y ustedes…- Me reí.
-Venga Kian, siempre hay una primera vez- Fede dijo sin aun levantarse de su asiento. Fue entonces cuando recordé que ese no era el lugar habitual de mi amigo.
-¿Qué es lo que haces ahí santígüela? ¡Tu lugar está más al fondo, lejos de Melania! - reí al descubrir sus verdaderas intenciones.
-Olvídalo novato, ella no se fijará en ti, no eres de su tipo- Gerson le dijo.
-¡Ja! Tienen envidia de que ella me hable. Estoy seguro de que esta como una mosquita muerta tras de mí, solo que no quiere admitir que le gusta el chico más guapo de toda la universidad. – Fede dijo con orgullo hinchando el pecho.
- ¿Acaso llamas hablar, a que ella te haya dicho estúpido después de verter el refresco sobre su ropa? Ja. Tu sí que eres estúpido. -No pude evitar reírme.
- Sabes bien que eso fue un accidente. - Se defendió. Gerson y yo reímos. -Venga chicos, ustedes saben que ella quiere mantener nuestro amor en secreto- dijo al ver que no tomábamos sus palabras en serio.
- Lo que tu digas soñador. – Gerson se volvió a reír.
- Por cierto, como te fue con la tarea de cálculo, dicen que el examen…- No terminé de formular la pregunta cuando vi entrar a un chico regordete, despeinado y con una apariencia realmente enferma.
-Parece que Cristian no ha tenido una buena noche. – Gerson me susurro.
Mire a Cristian que entraba sin prestarnos atención y tomar su asiento habitual, la banca de al fondo de la izquierda. Parecía cansado y con grandes manchas alrededor de sus ojos. Todo indicaba que no había dormido en más de una noche. Debido a que se recostó sobre su escritorio.
-¡Oye camarada! Realmente te vez de mierda he. -Fede dijo aproximándose a él. Cristian no dijo nada y siguió con los ojos cerrados. - ¿Estas enfermo? – volvió a preguntar tocándole el hombro.
- ¡JODER! ¿Por qué mierda no me dejas en paz? – Cristian grito apartando a Fede de un empujón y parándose de su asiento a la defensiva.