A no es de amor

6. “Me gane el título”

Audrey

30 de noviembre.

Estaba desvelada, con los ojos hinchados y me dolía hasta respirar, no tenía ganas de levantarme de mi cama ese día pero no podía faltar al trabajo, necesitaba el dinero, hace más de un año que deje de depender de ciertas cosas con mis padres y si quería que eso se mantuviera así y ellos me vieran como una adulta y me tratarán como tal, no podía perder mi trabajo, mucho menos mostrar irresponsabilidad faltando.

Me levanté, me di un baño rápido, el invierno había llegado a Coppola, se sentía el frío por las calles y como se colaba por el pequeño orificio en la ventana que había dejado abierto por la noche

Baje a tomar un café antes de que los demás se despertarán, le dejé una nota a mamá avisándole que ya me había ido para que no pasará diez minutos gritándome para que bajara a desayunar con ella, mis hermanas y hermano

Salí de mi casa, camine hasta la parada del autobús, para mi desgracia David estaba parado en ella, no lucía como si fuera a algún lado así que probablemente esperaba a alguien.

No me habló, no le hable.

Cruce la calle, era la única persona que estaba esperando el autobús, del otro lado estaba la parada a la que llegaba y dónde estaba David, el no me veía, observaba su celular sin mucho interés.

El bus llegó, me subí justo en el momento en el que David levanto la mirada para verme. Pague con la tarjeta del autobús y fui a sentarme a uno de los últimos lugares.

Llegue a la casa de los Kingston media hora antes, Agatha la ama de llaves de la casa se sorprendió al verme, esa mujer era la definición de amargura, siempre tenía esa expresión seria y distante con todos los empleados de la casa, ella era la que nos pagaba a todos el sábado, la madre de Lucía y yo nos veíamos poco así que mi trabajo y pago me los daba Agatha.

–Buenos días –la salude con una sonrisa, estábamos en la habitación de los empleados, ella bebía café

–Llegaste antes –mira su reloj

–Madrugue –respondí, ella miró mis ojos, estos me ardían, la luz me lastimaba, tenía tantas ganas de cerrarlos

–Se nota –dijo

–Iré a despertar a Lu –ella me detuvo

–Mejor ve a prepararte un café cargado, se nota que no pásate una buena noche y dudo que hayas desayunado –dejo su taza a un lado, acomodo su uniforme –La niña aún no despierta y faltan veinticinco minutos para que empiece tu turno –los tacones de Agatha se escucharon por toda la habitación, la vi salir de ahí e irse a perder a quien sabe dónde.

Definitivamente tenía que verme muy mal ese día para que esa mujer me hubiera tratado así.

Fui a la cocina a prepararme un café con leche, no uno cargado como me indico Agatha, odiaba el café amargo.

–Buenos días –me sobresalté al escuchar esa voz, casi dejé caer la jarra del agua al piso, volteo a ver a Zach quién entro a la cocina sonriendo y vestido como si estuviéramos en primavera.

Traía un short y dejaba a la vista su pecho desnudo, cada cuadro marcado lucía brillante y húmedo, su cabello estaba mojado, gotas caían en sus hombros, se veía tan bien que si no fuera porque tenía novia y una pequeña parte de mi lo odiaba, lo habría besado y le hubiera pedido que repitiéramos la noche de la fiesta otra vez.

–Se te va a caer el agua –bromeo, rodé los ojos, voltee de nuevo a la cafetera, le puse agua suficiente para la de una taza. Zach estaba descalzo así que no se escuchaban sus pasos, diré que fue ese el motivo por el que me tomo desprevenida y logró atrapar mi cuerpo en sus brazos

–¡Me estás mojando! –chille, Zach se rió, su risa acarició mi cuello eso quería decir que estaba muy cerca de mi y saber que me erizo la piel, me molestó.

Malditas hormonas traidora.

Los brazos de Zach estaban alrededor de mi cintura presionándome con fuerza contra el, mi espalda tocaba su pecho desnudo y mi trasero podía sentir su erección matutina aunque a esa hora y si ya su había bañado era extraño que todavía la tuviera.

–¿Cuándo vas a soltarme?

–Cuando me digas porque lloraste –susurro cerca de mi cuello, me removí en sus brazos para que me soltara, Zach no aflojó su agarre, me arrinconó hacia el mesón más y así su cuerpo estaba más pegado al mío

–Esto no lo hacen dos personas que no se conocen –dije, Zach soltó una risa

–Pero nosotros si nos conocemos, todavía recuerdo como gemías esa noche –un comentario sucio, asqueroso, pervertido y molesto, pero despertó más a mis hormonas.

¿Hace cuánto no tenía sexo con alguien?

Sin contar a Bruce y su mal sexo, ya era mucho tiempo y aunque me moleste admitirlo, Zach estaba en mi lista de mejor sexo que había tenido en 19 años.

–¿Estas ebrio?, porque solo así entenderé porque me estás hablando así, tocándome y olvidando que tienes novia –ni siquiera la mención de su novia hizo que me soltara

–Dime por qué lloraste –insistió, bufé

–Porque termine con mi novio –mentí, el agarre de Zach disminuyó un poco

–Que casualidad, yo también –gire un poco el rostro para verlo, Zach estaba inclinado hacia mi sonriendo

–No luces muy triste

–Lo nuestro ya no estaba funcionando –asentí.

–Lo siento –dije, el sonrió con malicia, acarició mi cabello

–¿Qué sientes? –pregunto con un tono ronco, una de sus manos hacia presión en mi estómago y la otra sostenía mi cintura

Estaba por empujarlo, decirle que eso podría ser considerado acoso laboral y que si no me soltaba iba a demandarlo, pero perdí el razonamiento poco a poco.

Sentía su erección, sentía tristeza por lo de David y sentía que si no me soltaba terminaría abriéndole las piernas ahí mismo.

No me mires así, no soy la protagonista que esperabas lo sé, ni estaré cerca de serlo.

No me importa que haya terminado con su novia y ahora coquetee conmigo, ni que sus intenciones sean solo acostarse conmigo, no me importa Bruce, David o lo que las personas puedan decir de mi. Para esos años yo ya tenía una reputación construida, un pequeño resbalón con Zach no haría la diferencia.



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En el texto hay: misterio, humor, romance

Editado: 02.09.2021

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