POV LOGAN MEYER (CAPÍTULO 3)
Un sonido repetitivo se escuchaba por toda mi habitación. Ya estaba acostumbrado a esto, a levantarme temprano aunque no hubiera ninguna necesidad en hacerlo.
Me levanto de la cama y apago el despertador, eran las siete y media de la mañana, al ser verano el sol salía más temprano, y me daba la sensación de que era yo el que me levantaba tarde. Perezosamente pero aún así sin detenerme, me voy en dirección a la cocina. Mi hermano aún dormía y mis padres pocas veces estaban en casa, estaban casi siempre de viaje por temas del trabajo, ni en verano se daban un respiro, pero tampoco podía quejarme, es decir, todo lo que era y tenía era gracias a ellos. De todas formas ya me acostumbré a la soledad.
Preparo el desayuno, hago algo simple para mi hermano, y algo más elaborado para mí, de todas formas a Marcos no le gustaba desayunar, era yo el que le forzaba a hacerlo. Me llevaba bien con mi hermano, bueno, había momentos en los que lo odiaba con todo mi ser, y otras veces simplemente me era irrelevante, pero aún así, por muy irritante que fuera él conmigo, me preocupaba en que comiera, aunque fuera solo un poco. Al fin y al cabo ¿Era mi hermano, no?
Dejo su desayuno en la barra de la cocina, Marcos estaba acostumbrado a levantarse tarde, al principió intentaba despertarlo para que fuera productivo, al final me rendí, era un caso perdido, acabé aceptando que él y yo éramos distintos.
Subo mi desayuno a mi habitación, y mientras como, decido poner una de mis playlist, inmediatamente “Rape me” de Nirvana, empieza a sonar, yo muevo el pie al ritmo de la música, y al final, y sin ser consciente de ello, empiezo a mover ligeramente la cabeza también.
Una suave brisa entra por mi ventana y hace mover mis cortinas las cuales son de un negro translucido, ya había pasado medio verano, pero yo aún me sentía como si estuviéramos en los inicios. Una de las hojas que hay en mi escritorio cae al suelo por culpa del viento, había empezado a escribir poemas, no era muy bueno en ello, de hecho solo lo hacía para distraerme de mis pensamientos, que a veces eran un tanto autodestructivos.
Al terminar de comer deje el plato en la cocina y me vestí con cualquier cosa que encontré por mi armario, la moda sin duda no era lo mío.
<<Hasta una persona ciega abría escogido un mejor outfit que tú>> –me digo a mi mismo mentalmente cuando me miro al espejo.
Esperé el ascensor, cuando esté llegó no estaba vacío, dentro de él estaba la chica de otro día, la que trajo aquel postre de bienvenida. Era una chica bajita, le sacaba una cabeza y media con facilidad, tenía un pelo lacio y castaño el cual caía delicadamente por sus hombros, sus ojos eran un color caramelo, no era un color muy especial que digamos, pero había algo en su mirada que si lo era.
Entré sin decir nada, ella tampoco dijo nada, los dos nos quedamos en silencio, podría decir que fue incomodo, pero en verdad me era irrelevante que hablara como si no.
El ascensor llegó a la planta cero, todo bien hasta que las puertas no se abrían y yo ya empezaba a angustiarme.
– ¿Qué cojones? –Murmuro. Ella parece haberme escuchado y inmediatamente me mira.
–Creo que el ascensor se ha estropeado– dice. Su comentario había sido realmente patético. Las puertas no se abrían ¿Y aún así ella creía que no me había dado cuenta de que se había estropeado? ¿Era enserio necesario aclararlo?
–No, espera ¿Enserio? Que genia –le contesto de manera irónica. Vuelvo mi atención al ascensor y doy un par de golpes a la puerta esperando a que algo suceda, pero era de esperar que esto no se iba a arreglar con unos simples golpes.
–Dudo que así lo arregles, genio– vuelve a hablar. Ya me estaba irritando. Me giro para verla y veo como se cruza de brazos y apoya su espalda en una de las paredes.
–Entonces propón algo, genia– le respondo. Ella por un instante no sabe qué hacer. Tal vez yo estaba confundido y no sabía cómo actuar en estas situaciones, pero ella, me superaba, pensé que no podría ser aún más patética pero aún así, eso también lo consiguió, sacó su teléfono y empezó a llamar a alguien ¿Debía informarle de que dentro de un ascensor no hay cobertura? Al final no tuve que decírselo yo porque se dio cuenta por sí sola. Hizo una mueca de disgusto y volvió a meter su teléfono en el bolsillo.
–Eres de mucha ayuda– le dije irónico una vez más.
Escucho como murmura algo, pero yo decido ignorarla.
Como si estuviéramos en unos dibujos animados, se me enciende esa típica bombilla de la cabeza. Podía intentar abrir las puertas del ascensor con las manos.
–No vas a poder– dice Evelyn, pero una vez más, la vuelvo a ignorar y utilizo todas mis fuerzas para abrir las puertas, al principio pensaba que tenía razón, lo que intentaba hacer solo funcionaba en las películas, pero como si al final estuviera en una, logro abrir un poco las puertas, el espacio era el suficiente para que lográramos pasar y salir de allí.
– ¿Segura? –Pregunto antes de salir del ascensor con un aire de superioridad. Porque si, así me gustaba ser y sentirme, superior.
Al salir sigo con mis planes los cuales habían sido interrumpidos por el incidente del ascensor, pero aún así, y una vez más, logré hallar una solución, que como siempre, funcionó.
Tal vez debía aceptarlo, tenía el ego muy alto y aún así ni a golpes lograrían bajármelo.
Al llegar a la biblioteca, (porque si, era el lugar al que quería ir desde el principio), empiezo a buscar un libro, en concreto una novela de detectives. Al final y después de una gran y larga búsqueda por la biblioteca lo encontré. Cita con la muerte de la escritora Agatha Christie.
Al salir de la biblioteca voy de vuelta a mi edificio, pero no para ir a casa, si no para ir al gran jardín que había al lado de esté. Creo que lo único que me gustó de nuestra mudanza era que ahora podía disfrutar de un amplio jardín, el cual la mayoría del tiempo estaba vacío. De hecho había encontrado un banco increíble, se encontraba en el punto perfecto del jardín, donde nadie ni nada podía venir a molestarte, o eso creía yo, hasta que llegó ella.