A través de la mirada de un asesino

08| Locura

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Entro al comedor siendo arrastrada por Chris. El chico no tiene nada de tacto ni cuidado, de modo que por tercera vez en menos de un minuto doy un traspié para evitar chocar con una chica que camina en dirección contraria a la mía.

—Lo siento —musita, mirándome sobre su hombro por una décima de segundo.

—No lo suficiente como para tener cuidado de una buena vez.

—Tienes razón.

Pongo los ojos en blanco. No esperaba que dijera eso, pero en fin, tampoco creía que fuese a ser más cuidadoso.

No tardamos mucho más en llegar a nuestro destino y, cuando lo hacemos, Dustin, Danna y Payton ya están sentados a la mesa.

Algo que he notado es que Christian siempre se sienta con alguien diferente, rara vez pasa dos días seguidos junto a la misma persona. Me pregunto si es porque realmente es muy sociable o si es por algo más, como por ejemplo que no le gusta crear lazos demasiado fuertes con las personas.

Chris se sienta entre ambas chicas, robándole en el proceso una papa frita a Danna. Cuando paso junto a Dustin para sentarme a su lado, alcanzo a ver la pantalla de su celular, está viendo un video de Rupaul Drag Race.

—¿Por qué tardaron tanto? —cuestiona Dustin tras haber apagado el móvil. Enseguida le da una mordida al sándwich en su bandeja.

—Leisha invitó a Jaeger a sentarse con nosotros.

Los ojos de ambas chicas frente a mí se abren como platos y Dustin escupe el jugo de manzana sobre Chris.

—¡Dustin!

Se gira hacia mí ignorando a Chris y me apunta acusatoriamente con el dedo índice antes de exclamar—: ¡No vuelvas a hacer eso!

—Definitivamente volverá a hacerlo —dicen Danna y Payton al unísono.

Me giro hacia las chicas y arqueo una ceja en su dirección. Niego con la cabeza divertida, saltándome la parte en la que les pregunto por qué piensan así, está claro que ya nos vamos entendiendo.

—Sigo sin entender por qué todos lo evitan, ni siquiera se dignan a sentarse junto a él.

—¿Ya olvidaste cómo se molieron a golpes él y Cole?

—Obvio que no. —Vamos, cómo podría olvidarme de eso tan fácilmente, en especial si tenemos en cuenta que yo también terminé en la oficina del director por ello—. Pero nadie evita a Cole, es más, la mayoría parecen muy cómodos con su presencia.

Como si el universo quisiera resaltar mi punto, justo en ese momento Cole hace su majestuosa aparición en la cafetería. El pelirrojo tiene a Anna —la chica más popular del pueblo—, rodeada de la cintura, ambos lucen un porte altivo y avanzan entre las mesas como si fuesen los reyes del lugar. Un par de chicos y chicas, que seguramente son sus amigos, o al menos pretenden serlo, los siguen de cerca como si fueran su séquito.

Niego con la cabeza, esto es una completa locura. Todos los estudiantes que se habían puesto de pie para ir a saber dónde, retroceden para cederles el paso. En serio, lo único que les falta es quitarse las camisas y ponerlas sobre las losas para que las suelas de los zapatos de esos chicos no se ensucien con la mugre inexistente del lugar.

Sigo al grupito popular con la mirada hasta que toman asiento en su mesa habitual, y al alzar un poco la vista, me percato de la figura al fondo de la cafetería. Jaeger está recargado en la pared en una pose desgarbada, pero su mirada fría te hace saber al instante que, por tu bien, no debes acercarte.

No sé si es porque yo no soy muy fan de la soledad o por qué, pero no me gusta verlo solo, aunque tampoco puedo obligar a los chicos a pasar tiempo con él, ni a él a pasar tiempo con ellos.

Vuelvo a llevar mi vista hacia Cole y, una vez más, hacia Jaeger. No sé cuántas veces más alterno la vista entre ambos, pero por más que busco, no encuentro ninguna diferencia clara entre ambos como para justificar ese trato tan distinto que reciben.

Arrastro mis ojos un poco más arriba, y en el momento en que hacemos contacto visual, la comisura de sus labios se estira ligeramente. El movimiento es tan repentino y corto, que dudo haber visto con claridad. Desvío la vista por un momento, y cuando la vuelvo hacia él, ya no está ahí, lo único que veo es la pared color marfil.

Recorro la estancia completa, buscándolo con la mirada, pero no doy con él por ningún lado. ¿Cómo desapareció de la nada? No tengo oportunidad de ahondar mucho en mis pensamientos, no cuando la palabra silencio no existe con las personas a mi alrededor y todo lo que escucho son risas. Cuando vuelvo a prestar atención en lo que dicen me percato de que están hablando de perros y gatos.

Vaya que cambian rápido de tema.

—Vamos Danna, tienes que escoger a uno de los dos —la presiona Dustin, como si la respuesta realmente fuera importante.

—Es que no puedo —objeta, haciendo un mohín—. Siempre he tenido puros perros, pero amo los gatos. Mi tía tiene dos. Son tan tiernos y adorables, bueno, siempre y cuando no están huraños.

—Imagina que un perro y un gato están a punto de caer por un acantilado, ¿a cuál salvas?

—A los dos.

—¡No te da tiempo!

—¡Que sí!

—¡No! ¡Tienes que escoger a uno, perros o gatos, no ambos!

Suelto una carcajada al igual que Chris y Payton al verlos discutir así solo por una pregunta sin trascendencia. Parece que van a seguir peleando por un buen rato, o más bien hasta que Danna se decante por una de las dos opciones o Dustin dé su brazo a torcer, opciones que veo muy poco probables. No obstante, el escandaloso sonido del timbre detiene su disputa.

Una mueca de disgusto se dibuja en mi rostro, siguen sin gustarme las clases de Dominio, además de que me parece que la maestra ya me ha puesto en su lista negra.

Me pongo de pie con lentitud, y sigo al resto de los alumnos al piso subterráneo arrastrando los pies. Chris se ríe de mí antes de abrazarme por los hombros y obligarme a ir un poco más rápido.



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En el texto hay: misterio, poderes, suspeno

Editado: 21.09.2024

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