A través de la mirada de un asesino

13| Bando

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Me quedo parada frente a la puerta, reconsiderando una última vez la posibilidad de quedarme aquí, en casa, donde la temperatura es agradable, en vez de salir y congelarme por alrededor de medio día.

Al cabo, mis padres no se darán cuenta de que estoy faltando a clases, porque nunca están en casa, así que solo tengo que centrarme en no sobrepasar el límite permitido si no quiero que alguien se los haga saber.

Todo me anima a dar la media vuelta, retroceder sobre mis pasos y volver a la cama. Todo menos una cosa, Jaeger seguro está esperándome.

Tuerzo la boca en una mueca.

No quiero salir, pero tampoco me parece justo que se repita lo de ayer.

De modo que, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, tomo la perilla y la hago girar para abrir la puerta.

Mi recibimiento no es otro más que el de las ráfagas de viento. Siento como si en cualquier momento fuera a salir volando.

Mi cuerpo comienza a temblar gracias a las bajas temperaturas del pueblo, así que me abrazo a mí misma y me froto los brazos con las manos en busca de algo de calor, pero es en vano.

Tras cerrar la puerta giro sobre mis talones en busca del pelinegro, pero no está por ningún lado.

Mi ceño se frunce en señal de confusión. Él siempre es el primero en llegar, en ocasiones por segundos, otras por minutos.

Saco el celular para ver la hora, quizás y yo me he confundido al poner la alarma y por eso he salido antes, pero no, faltan veinte para las 7:00a.m.

Con la idea de que existe una primera vez para todo —y de que no tardará en llegar—, decido esperar por él.

Paso alrededor de cinco minutos congelándome, y sin ninguna novedad.

Extrañada, vuelvo a sacar el celular y, tras presionar un par de íconos, me lo llevo a la oreja. Me manda directamente al buzón de voz. Repito la acción un par de veces, obteniendo siempre la misma respuesta. Nada.

Luego de pensarlo por un momento, corro hasta su casa, como si el hecho de ir más rápido pudiera salvarme del frío que hace.

Al llegar a mi destino veo su casa sumida en una oscuridad total, como si no hubiera nadie. Con todo, llamo a la puerta un par de veces, pero es lo mismo que con la llamada. Sin respuesta.

No sé dónde está, pero es imposible que siga en casa, y yo tampoco debería seguir aquí. Insegura, me acomodo la mochila en la espalda y emprendo mi camino en dirección al instituto.

No he avanzado más de un metro cuando me detengo y, mordiéndome el labio inferior, miro sobre mi hombro la casa de Jaeger, no entendiendo lo que ha pasado.

Ayer estuvimos juntos casi todo el día, la pasamos bien, en la noche todavía hablamos un poco por mensajes, es imposible que haya otro malentendido entre nosotros.

Niego con la cabeza y vuelvo a andar en dirección al instituto, acelerando mis pasos hasta que voy prácticamente corriendo, pensando que así llegaré a tiempo a clases. Hecha un completo desastre, pero al menos puntual, que algo es algo, ¿no?

No tengo la menor idea de cómo lo he hecho, pero llego a mi salón justo un segundo antes de que lo haga el profesor Martinez.

Recorro el salón entero con la mirada. Chris me mira de una forma seria, con una expresión que dicta que tenemos una conversación pendiente. Ruedo los ojos, pero niego con la cabeza divertida y, en un acto infantil, le enseño la lengua. Él, por su parte, pone los ojos en blanco, mas pronto se encuentra riendo en silencio junto conmigo.

Saludo a Dustin y a las chicas, quienes a diferencia de Chris, lo único que hacen es mostrarme una sonrisa, de esas que te dicen que realmente están contentos de verte.

Sin embargo, toda esa alegría, producto de la amistad, se desvanece y pasa a convertirse en desilusión en el momento en que mis ojos recorren el fondo del salón. Esa parte que siempre está únicamente ocupada por Jaeger y por mí, pero que hoy se encuentra especialmente vacía.

Siento como si me cayera un balde de agua helada. ¿Dónde está?Daba por hecho que lo encontraría aquí.

Me acomodo en mi lugar antes de que el profesor me llame la atención por atrasar su clase. Me es imposible atender a las indicaciones que da, y en un momento dado Chris me mira sobre su hombro. Aprovecho la oportunidad para señalarle el asiento a mi lado, el que suele ocupar Jaeger, en una pregunta silenciosa. Su respuesta es encogerse de hombros, dándome a entender que no sabe nada sobre su paradero.

Paso el resto de la mañana divagando en mi mente, estoy tan ensimismada en mi mundo que me sorprende llegar al receso sin meterme en problemas. Tal vez y sea cierto que los profesores prestan menos atención a lo que sucede al fondo del salón, y no sea solo algo vendido por Hollywood.

Con el sonido del timbre todos nos apresuramos a guardar nuestras cosas en nuestra mochila y salir del salón, o bueno, solo logro hacer la primera, porque Chris me intercepta antes de que logre atravesar el umbral de la puerta.

Una vez nos quedamos solos, pregunta —¿Qué pasó con ustedes ayer? ¿Y por qué me colgaste de la nada? Me quedé preocupado, ¿sabes?, te estuve mandando mensajes toda la tarde, pero no respondiste, creí que algo te había pasado.

—Te lo dije ayer, tenía frío y pensé que era buena idea quedarme en casa, no creí que Jaeger me esperaría tanto tiempo.

Es todo lo que respondo, ignorando a conciencia su segunda pregunta, pero estaba claro que él no lo dejaría pasar tan fácil.

—¿Y?

—¿Y qué? —repito, haciéndome la inocente.

—Sabes a lo que me refiero. —hace un pausa—. Habla.

—Se me acabó la pila.

Había intentado sonar segura, pero mi repuesta daba más aires a una pregunta que a una afirmación. Y eso que era buena mintiendo.



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En el texto hay: misterio, poderes, suspeno

Editado: 21.09.2024

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