A Través De Mis Sueños

Capítulo 34

Se había acercado tanto a mí que no podía distinguir nada más a mí alrededor. Nunca me había puesto tan nerviosa.

Y es que... nunca lo tuve de esta manera.

Continuaba sosteniendo su mirada. No podía retroceder. Me había lanzado al mar sin pensar en las consecuencias, ahora era cuestión de nadar hasta la orilla.

—Ya no tengo miedo —le dije en un tono firme, aunque mis ojos, aún, estaban llenos de lágrimas—. Lo que quería decirte, lo dije.

Evan se alejó sólo unos centímetros. Ladeó su cabeza mirándome con una sonrisa. ¿Qué era tan gracioso? Aún tenía ganas de decir muchas cosas. Tenía los sentimientos a flor de piel.

—Me gusta esa parte de ti —soltó.

Como si fuera poco, Evan se pegó a mí cuerpo para luego envolverme entre sus brazos y llevarme contra él. Su perfume era fantástico y la calidez de sus abrazos me hacian sentir única. Cerré lentamente mis ojos descansando en él, sin embargo, no correspondí el abrazo. Claro que no podía caer tan rápido. Estaba en el mejor lugar. Evan comenzó a darme leves caricias en la cabeza, lo cual era maravilloso.

—No terminé de hablar —dije, y amagué queriendo salir de sus brazos pero Evan me atrajo hacia él una vez más.

Pensé que sería por otro abrazo más.

Pero no fue así.

Evan inclinó inesperadamente su rostro hacia mí lo más cerca que jamás había estado, llevó sus labios a los míos atrapándolos por completo. Mis ojos se abrieron de manera que estaba muy sorprendida y paralizada sintiendo la suavidad con la que me estaba besando. Evan me estaba besando. Sus ojos estaban cerrados al contrario de los míos, su nariz tocaba levemente la mía mientras sentía como sus manos se posaban en mi cintura. Él era tan suave en todo lo que hacía conmigo que podía acabar conmigo en este preciso momento. El beso comenzó siendo torpe a causa de mi asombro. Correspondí su beso después de unos segundos, llevé mis manos a la altura de sus brazos y cerré mis ojos dejándome llevar por la maravillosa sensación que me estaba haciendo pasar. De lo único que tenía miedo era de despertar de este sueño. Mi mente, más allá de querer concentrarme en sus labios, pensaba en la persona que me estaba besando.

Era él. Era Evan quién estaba aquí. No podía creerlo.

Cuando nos separamos, mi corazón estaba latiendo con tanta fuerza y rapidez que supuse que él lo había escuchado. Sus párpados se abrieron dejando ver sus ojos azules, los cuales me miraban aún con ese brillo que tenía cuando me confesé. Es como si algo se hubiese despertado en él. Y no algo malo.

Estaba realmente sorprendida. Evan notó lo desconcertada que estaba, mis mejillas estaban rojas y estaba segura que estaba de todos los colores posibles. Para mi otra sorpresa, Evan comenzó a reír. Su risa resonó en la cabaña y rompió el silencio que había allí. Era una risa maravillosa.

Ni siquiera me daba la posibilidad de poder estar molesta, ya que fui reprimiendo una sonrisa hasta que me reí con él tapando mi rostro con mis manos.

Sentí, otra vez, que Evan me envolvió entre sus brazos, me atrajo hacia él con mucha fuerza como si no quisiera dejarme ir. Mi corazón no podía más con todo lo que me estaba pasando. Si pudiera elegir quedarme allí con él un largo tiempo, entonces lo elegiría sin dudar. Mi rostro se hundió en el lado izquierdo donde se encontraba su corazón. Esta vez pude oír sus latidos, los cuales no eran para nada lentos.

—No te enojes conmigo —me dijo en un tono suave. Respiró hondo, parecía haber estado guardado la respiración—. No me olvidé de tu cumpleaños, Jen. Tenía un motivo para volver y eras tú. Iba a regresar en dos días para felicitarte. —Evan descansó su barbilla en la punta de mi cabeza—. Lo siento mucho. Siento haberte hecho llorar.

Mis brazos envolvieron la parte de su cintura, y cerré mis ojos al instante que lo abracé. Este día estaba siendo de los más increíbles de mi vida.

—Lo siento por lo que pasó —dije contra su pecho, sobre lo que le había pasado a su departamento.

—¿Por qué lo sientes? No es tu culpa.

—Aún así me siento pésimo porque lo que te pasó —dije. Evan tomó distancia conmigo para poder mirarme al rostro.

—Fue un accidente —dijo—. Sólo pasó. No debes pensar en eso.

Mis ojos estaban clavados en él, recordé de inmediato el beso de hace unos minutos atrás. Como siempre en momentos menos apropiados. Bajé, sin querer, mi mirada hacia sus labios y la corrí rápidamente para que él no se diera cuenta.

Estábamos hablando de Evan.

Claro que él era más rápido que yo.

Buscó mi mirada—. ¿Qué miras? —dijo en un tono divertido.

No me atreví a mirarlo. Era la menos disimulada de la tierra. Como no respondí, él llevó su mano hacia mi cabello para despeinarlo. Lo acomodé enseguida—. ¿Cómo llegaste aquí? —me preguntó. Levanté mi mirada.

—Me lo dijiste cuando éramos pequeños —respondí—. Luego de tantos días, decidí llamar a Noah para preguntar por ti. Pero él no sabía dónde estabas. Haciendo memoría, recordé que estarías en este lugar.

—Eres inteligente a veces —sonrió de lado—. Nunca pensé que entrarías por esa puerta. Por un momento pensé que estaba teniendo fiebre y estaba delirando.

Solté una risa suave—. No quería perder más tiempo. Quería decirte lo que sentía y vine hasta aquí.

Él caminó hasta la mesada para apoyarse de esta—. Sé que debí contactarte —me dijo—. Pero tú sabes. No cambié. Tú sabes cómo soy respecto a demostrar lo que siento, especialmente si sucede algo que está afectándome. No es mi intención herirte. No fue mi intención hacerlo aquella vez, ni esta vez Jenna. —Bajó la mirada hacia sus pies—. Creí que era la mejor opción.

Sabía que no era su intención hacerlo. Era una costumbre para él desaparecer sin decir nada ni a nadie. Pero aún así, había alguien que estaba extrañándolo del otro lado del país.

Hice una pausa antes de responder, caminé lentamente hacia él provocando que Evan alzara la mirada—. Pues… ahora sabes que hay alguien que te está esperando cada vez que te vas. Alguien que no la pasa muy bien sin ti.




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