Mierda, mierda y más mierda.
¿Qué cojones está pasando?
Un grito ahogado escapa de mi garganta cuando me doy cuenta de cuales son las intenciones de la chica, empujo a Ricky para quitarlo de mi camino, un quejido sale de éste por la sorpresa de mi acción, no me importa. Corro lo más rápido que puedo hacia la chica que camina hasta la orilla de la azotea.
—¡Detente!— grito lo más fuerte que puedo, la pelinegra no voltea, es como si no me escuchara, como si no supiera que estuviésemos allí con ella. Noto que tiene el uniforme de nuestro colegio, quizá un poco más holgado de lo normal, le doy vueltas a mi cabeza, nunca la he visto por los pasillos, tiene pinta de ser unos años menor que yo. ¿Será nueva? Disminuyo mis pasos en cuanto veo que la chica está parada justo en la orilla, si da un paso más se caerá y te aseguro que no quedará nada de ella.
—Oye, no tengas miedo. Toma mi mano, lo resolveremos.— extiendo mi brazo para que tome mi mano,—Porfavor...
Veo como sus hombros se mueven, escucho sus sollozos. ¿Qué le habrá pasado siquiera para estar en tal estado de querer tentar contra su vida?
Escucho que los chicos gritan mi nombre desde atrás, no les hago caso, pues mi atención está puesta en la adolescente frente a mí.
—Porfavor... Toma mi mano.— ruego, —no lo...
Mis palabras se cortan en cuanto veo como la chica extiende sus brazos a cada lado de su cuerpo, como si fuera un pájaro a punto de emprender su vuelo, quizá un ángel, sé que lo hará. Mi corazón bombea a toda velocidad dentro de mí, golpeando mis costillas una y otra vez, la desesperación me invade, mis ojos pican, y el nudo que se forma en mi garganta me impide respirar con normalidad.
Camino lento y cuando al fin voy a tomarla... Ella se lanza.
Grito, grito lo más fuerte que puedo, estoy en cámara lenta, mi cuerpo se abalanza hacia delante de la rapidez con que actúe para alcanzar a la chica que se lanzó. Voy a caer... Pero luego vuelvo a la realidad, estoy en el suelo, en el techo de la azotea de la escuela mejor dicho, unos brazos fuertes abrazan mi cintura, estoy arriba del cuerpo que me tiene agarrada, despierto de mi ensoñación... Porque eso fue, ¿no? Una pesadilla, la peor de todas, y si no lo es... ¿Por qué todos están arrodillados frente a mí observándome con preocupación y curiosidad? ¿Por qué todos están tan tranquilos? ¡UNA CHICA SE ACABA DE LANZAR DESDE AQUÍ ARRIBA, MALDICIÓN! ¿Por qué no lloran ni están desesperados como yo? Porque lo juro, creo que me dará un paro cardíaco.
—¿Te encuentras bien?
No respondo, de repente olvidé como se habla, ni siquiera sé mi nombre en este momento.
—¿Por qué te ibas a lanzar? ¿Estás loca?— no puedo responderles, no me sale la voz.
—¿Con quién hablabas?—Todos me agobian con sus estúpidas preguntas.
Una gran bocanada de aire escapa de mí y hablo. Mejor dicho, grito.
—¡¿Qué cojones pasa con ustedes?!— los brazos que me rodeaban ya no lo hacen, dándome oportunidad de levantarme, mis piernas están como gelatina, lágrimas no paran de rodar por mis mejillas.
Observo detrás de mí, dándome cuenta que quien estaba debajo mío era Duncam, que ahora me está mirando con asco. —¿Qué carajos te pasa es a ti? ¿Te querías matar a caso?— pregunta el pelinegro. Puedo ver lo enojado que está, pues su pecho sube y baja muy deprisa.
Esto debe ser una broma.
—¡¿A caso no ven que una ni-ña— me rompo, no puedo parar de llorar. Acabo de presenciar un suicidio. —una niña se acaba de suicidar frente a todos nosotros, y ustedes se preocupan por mí?!
—¿Qué suicidio?— pregunta Scar mirando a los lados con los ojos abiertos, y al no ver nada vuelve su mirada a mí con una ceja alzada.
Todos me miran raro, y el único que parece entenderme es Ricky, que toma mi hombro y susurra en mi oído, —Esa chica ya estaba muerta antes de lanzarse.
Lo miro incrédula.
¿Qué?
Mi corazón poco a poco va bajando la velocidad y luego arranca más deprisa, me dará algo, no sé ni como diablos no me encuentro tirada y convulsionando.
—¿Qu-e dices..?
—Mira abajo— señala el pelirrojo.
Temblorosa me acerco a la orilla, no hay cuerpo abajo, no hay nada. ¿Qué está pasando?
No.
No.
No.
Volteo hacia atrás y veo como Ricky asiente en mi dirección, dándome a entender todo.
¿Acabo de ver un maldito fantasma?
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