A través de Nuestros Ojos ©

II

CAPÍTULO 02

Faith Siwa.

RIMMM RIMMM RIMMM.

Suelto un bufido y sin abrir los ojos le tiro un almohadazo a mi despertador, éste cae al suelo.

PERO EL MALDITO SIGUE SONANDO.

¡Dios!

Abro los ojos y me estiro, tengo demasiado sueño. Me provoca seguir durmiendo pero hay que producir y hoy toca colegio.

Me levanto de la cama como si tuviera varios meses en coma y hoy fue que me dieron de alta.

Voy al baño y me miro al espejo.

—¡Mierda!— doy un respingó del susto que me he dado al ver mi reflejo. Dos círculos morados gigantescos bajo mis ojos, las ojeras que tengo me dan ganas de llorar.

Que horrible estoy.

Ayer me costó para volver agarrar el sueño. Me acabe durmiendo aproximadamente como a las 4:45am. Para hoy despertarme a las 6:14am ya que tengo que ir a la institución.

Con fastidio me doy una rápida ducha si es que no quiero llegar tarde. Una vez que salgo del baño cojo del armario mi uniforme escolar que consiste en: una falda de cuadros negra -horrorosa-, una camisa de cuello blanca y una chamarra.

Me visto y voy directo a la cocina, veo la hora y son las 6:45am.

—Llegare tarde...— me digo, saco una manzana del refrigerador y me siento en la encimera mientras me atraganto con la fruta.

Oigo como se abre la puerta de la sala y asomo mi cabeza, mi madre a llegado, en cuanto me ve cierra la puerta detrás de ella y se dirige hacia mi.

—Hola cariño,— me da un beso en la mejilla.

—Hoa madde— hablo mientras masticó.

—¿Qué tal pasaste la noche?

Mi mente viaja al día anterior y un escalofrío me pone la piel de gallina.

Mal, pésimo, terrible.

—Súper bien— miento.

Después de hablar un rato con mi madre me despido y salgo directo al colegio, que queda a unas tres cuadras de mi casa.

Una vez que llego me encuentro en las escaleras de la entrada a Wendy, que al verme suelta una de sus dulces palabras llenas de azúcar.

—Te ves como la mierda.

—Hey Wendy, yo estoy bien ¿y tú? gracias por preguntar— ruedo los ojos divertida, pues a pesar de todo me gusta mucho su personalidad.

Suelta una risita divertida y me mira expectante mientras casi me voy de boca tras tropezar con un escalón. Me recupero inmediatamente y miro hacia los lados como el exorcista para cerciorarme de que nadie importante me haya visto hacer el ridículo.

—¿Tomaste anoche?

—¿Qué?

—Parece como si una pandilla te fuera pateado la cara innumerable veces.

Pues así me siento.

No se lo digo.

Al entrar caminamos por el pasillo hasta encontrarnos a Charlie hablando con un chico que he visto antes y creo se llama Ruber.

—Hey, rubia— Saludo estampandole un beso húmedo en la mejilla. Justo como le gustan...

Sarcasmo.

De hecho, Charlie odia inmensamente todo lo que tenga que ver con saliva, germenes y suciedad. Por eso, yo, Faith Siwa; Lamo mis labios con el fin de cargarlos de saliva para propinarle uno de mis encantadores besitos llenos de inocencia fingida.

Muajajaja.

—¡Te odio! Que puto asco,— El rubio pasa el borde de su chamarra por la mejilla innumerable veces con mueca de asco. Lo que disfruto aun más es como la castaña a mi lado le propina con la palma abierta un golpe en la parte trasera de la cabeza.

—¡WENDY! Eres el demonio en persona.— grita mi amigo, olvidándose por completo de su compañero.

—Ehh... Yo creo.. Nos vemos luego Char,— dice el pelinegro que creo se llama Ruber mientras se aleja de nosotros propinándonos miradas para nada amables.

Veo como Charlie ve al chico que se aleja con mirada de deseo puro.

Le doy un codazo a la castaña para que observe como mi amigo se hipnotiza y nos deja en el olvido por unos instantes.

Y como odiamos no ser el centro de atención para nuestro amigo, pues...

—AAAAAAA, DEJEN DE HACER ESO— Huimos dejando a Charlie atrás mientras reímos de lo que acabamos de hacer, pues, darle una palmada en el trasero al rubio mientras que Wendy le lamió la mejilla.

Somos un desastre de personas. 

Veo el reloj y falta cinco minutos para que suene la campana, me despido de Wendy pues estamos en aulas separadas y antes de besarle la mejilla ésta se aleja y pone mueca de asco.

Le regalo una inocente mirada de odio y la castaña me guiña el ojo mientras se dirige a su salón.

 

**

Las horas pasan volando, a tal punto que estoy en la clase de matemáticas.

Es la última clase del día.

Estoy sentada en mi asiento favorito, justo al lado de la ventana y me quedo observando por un momento los exteriores del jardín trasero del colegio. En donde me llama la atención una figura que se encuentra parada cerca del árbol donde siempre tomo asiento cuando tengo libre.

No logro enfocar muy bien a cuya persona, la distancia no me lo permite. Sólo logro ver que me está observando, lo cual me parece extraño ya que a estas horas todos están en sus aulas y no permiten estudiantes deambular por ahí.

La persona está vestida toda de negro.



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En el texto hay: terror paranormal, suspenso, humor de todo tipo

Editado: 13.10.2018

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