La calle estaba completamente despejada, sólo había autos aparcados fuera de las casas. Aquella calle era una de las principales de su ciudad y a la vez una de las más peligrosas.
Los alumbrados públicos estaban cada quince metros, dejando metros completamente obscuros.
Caminó, corrió, mejor dicho, por cuatro manzanas sin inconvenientes hasta que pasó por fuera de un bar. Un hombre pálido y de aspecto corpulento iba saliendo del lugar, Chelsea evitó acercase mucho, pero el hombre fue directo a ella. El hombre tenía la cara machucada llena de golpes y sangre, sus ojos parecían muertos e inmovibles.
Nadie pareció escuchar al hombre y Chelsea halló rara la situación. No le dio mucha importancia y siguió caminando a toda velocidad.
Iba pasando por fuera del cementerio de la ciudad, era inevitable no pasar por ahí ya que es una sola calle hacia su casa. En ese lugar siempre, todas las noches un grupo de delincuentes se viciaban en quedarse ahí a esperar que alguien cruzara para robarles.
Justo en frente había unos árboles que cubrían una posible visión para saber que ocurría en el camino del cementerio y nadie los vería, era el lugar perfecto para robarle a la gente inocente que transitaba a esas alturas de la noche.
Chelsea iba casi sudando y el frío era quien la ayudó para que no estuviese sudando completamente. El viento estaba corriendo hacia el norte y chocaba con el gran muro blanco que dividía el cementerio de la calle.
Faltaban diez metros para que la solitaria muchacha se cruzara por frente de los delincuentes.
Se agachó un poco e inclino su cabeza hacia fuera, miró hacia un lado y después hacia el otro, por donde venía Chelsea.
Chelsea vio una sombra distinguirse del muro, caminó lentamente hasta que pudo ver los ojos malignos mirando en su dirección, pero no necesariamente a ella.
Nadie podía oírla.
El sujeto adentró su cabeza, sin respuesta ya que no iba caminando nadie, sin embargo, los pasos se seguían oyendo.
Chelsea esperó un poco para tranquilizarse y continuó caminando a paso normal.
Trató de ignorar verlos. Ellos vieron algo super veloz pasar y quedaron atemorizados.
Chelsea logró pasar un obstáculo y lo que más deseaba era llegar luego a casa.
Estaba temblando, ella quería correr, pero sus piernas se lo impedían, sus piernas estaban congeladas y tiesas al igual que todo su cuerpo.
Iba caminando por la ciclovía, ella sabía que no se debía caminar por ahí, pero ¿Quién iba a andar en bicicleta a esa hora? Escucho el ruido de un auto acercarse hasta que se detuvo justo a un costado de ella.
Faltaban dos kilómetros para llegar a su casa ¿qué malo le iba a pasar?
Editado: 12.07.2018