Capítulo cuatro :¡Estorbo!
¡Estorbo!
¡Estorbo!
Me removí en mi cama furiosamente, después que le cerrará la puerta a ese cabrón, no me quitaba la culpa que ofendí a mi Eros, pero, ese no era el Eros que veía con anhelo y curiosidad en la cafetería todas las noches.
Es misterio, me encanta ¡Joder!
A pesar de todo lo que viví ayer, todavía no se me quitaba esta sonrisa tonta de a verlo conocido. No era lo que mi mente imagino, pero era la realidad y ella te aplasta como la gravedad.
Me senté en la cama, removí mis cabellos mientras veía mi zapato al revés en el suelo. Una semana sin ir a trabajar gracias a él y ¡Con sueldo bajo!. Era mi ruina, hoy tenía que pagar el alquiler del departamento y por suerte se me ocurrió guardar el dinero para no gastarlo.
Mire la gran ventana que dejaba entrar el espeso y cálido aire. Me gustaba que las cortinas blancas bailaran con el.
Ya era el noveno mes que vivía aqui, en esta gran ciudad. Y desgraciadamente al lado de Hestia quien fue quien me dijo que viniera por unas vacaciones a visitarla. Y ahora, vivo en Venecia.Es hermosa la cuidad, su gente, su aire, su cultura.
Y cuando vi a Karma en la cafetería, fue como amor a primera vista,¡maldición!, porque siempre tenía que enamorarme del físico, pero ni modo, todo el mundo dice que ahí que ver desde adentro. ¿Pero que quieren que vea? ¿Los órganos? ¿Las tripas? ¿El riñón?
Desgraciadamente, todos algunas ves decimos que el físico no importa, pero seamos francos, el físico es lo que más cuenta cuando ves a alguien por primera ves, cuando la conoces y interactúas con esa persona, eres tu el que decide si quererla de corazón o siguir viendo su físico nada más.
¡Estorbo!
¡Estorbo!
Me levante, me dirigí a mi close a ponerme un camison blanco. Aunque no lo crean, duermo desnuda desde niña y me encanta, es como dormir en unas nubes de algodón.
Me amarre mi largo cabello marón y hice un chingo torcido de lado, total, estaba en mi casa y nadie me podría ver.
—¡Estorbo! —¿Esos eran gritos?
Salí rápidamente de mi cuarto para encontrarme que mi puerta estaba que era hechaba a bajo.
¿Pero quién era el fenómeno que gritaba y le daba golpes a mi hermosa puerta?
—Calmese—grite, abrí mi puerta encontrandome con la persona que menos me quería ver.
Mi Eros.
Su cara estaba fruncida y sus cabello revuelto, se veía sexy.
—¿Porqué no mandastes el mensaje? —su voz sonaba como amenaza.
¿El mensaje?
¡El mensaje!
Me di una cachetada mental, como se me pudo olvidar, llegue tan concentrada en que lo conocí y su mal genio, que me dormí sin mandarlo.
—Ah eso —rasqué mi cabeza —,se me olvido.
—Eres una estúpida, mujer.
—A ver, estaba cansada ¿si?. No todo gira entorno a ti —me cruze de brazos. Aunque mi mundo era literal a él.
Lo mire un segundo.
—Espera, ¿Como sabes en donde vivo? —alcé una ceja.
—Puse un micro rastreador Gps en tu fondo de pantalla —me mostró su móvil en donde un punto roja indicaba mi departamento.
—Pero todo ese tiempo te estaba viendo ¿como es posible que la allás puesto? —se cruzo de hombros.
—Eso no te importa —fruncí el seño.
—¿Porque crees que te pregunté?—coloqué mis manos en mi cadera, el era alto pero eso no me impide verlo enojada.
—Oh, jovencita, ¿Ya tendiendo problemas antes del matrimonio? —río bajito mientras acariciaba su gato gris peludo.
Los dos la miramos, mientras nos veía con una pequeña sonrisa. Se vía inocente, pero era una vieja intrometida y cotilla. Unas de las poca veces que le e hablado, era para decirme cosas de personas que en mi fruta vida sabía que existían y lo peor no era eso. ¡Se lo comentaba a todas las personas que veía pasar! Y por supuesto, todos cotillaban hacerca de los rumores que esta vieja hacía. Y era más con razón que Hestia se lleva de maravillas con la se señora "Yo riego todo "
Y sabía de ante mano esta señora estaba pensando un nuevo cotilleó con nosotros dos.
Así que me quedaban dos opciones, echarlo y decirle que no vuelva aunque mi corazón estaba alegre porque nadie en la vida me había echo algo así, digo.¡Una persona normal no pone un micro rastreador Gps en el móvil de otra!
O decirle que entre, probablemente, si lo echo, ella creería que lo deje de mala gana y probablemente, lo cotillaría con sus amigos los cotilladores. Y si lo dejaba pasar, creería que estuvieramos por hacer algo pervertido.
Mi cara se calentó, resiviendo como repuesta una ceja alzada por parte de él.