Suspire, rogaba a todos los cielos que él ya no estuviera aqui, ¡me moriría de la vergüenza en solo verle la cara!
Salí de mi habitación lentamente, inspeccionando que no estuviera por ningún lado. Y parece que Dios me adoraba, no estaba por ningun lugar.
Sonrei relajandome, bien Afrodita, ¡Ahora agarra tú morral y empieza a correr porque llevamos una hora de atrasó!
Peine rápidamente mi cabello dejándolo completamente suelto, agarré mi morral y como si el diablo me persiguiera, empeze a correr cerrando la puerta de mi departamento en el camino.
Llegue el ascensor, empecé a tocar el botón con desesperación.
¡Mierda!
¡Mierda por dos!
¡Mierdas por Dios!
¡Mierdas por todos!
Ahora si que despediran por tonta, ¿y si mejor le invento algo? ¿Y si le dijo que casi me violan en el camino y sobreviví? ¿O que me querían matar?
Vamos Afrodita, ¿quién te quisiera matar, violar o robar? Si eres una pobre alma en desgracia sin dinero y que anda sin una moneda todo el santo mes.
—¿Señorita? —levanté la mirada encontrandome con sus ojos grises —¿No va a pasar? —río.
—Oh —acomode mi morral — gracias.
Entre en el ascensor, posicionandome al lado del conserje, demasiado diría yo. Maldito elevador sin espacio.
Él apretó el botón de descender, mientras la barata musica de la radio se escuchaba. Mi cara caba vez sudanda más, me sentía inquieta , se suponía que mi hora de llegaba era a las cinco de la tarde; pero como yo soy de otro planeta, llegó a las 8 un cuarto para las nueve.
Bravo Afrodita, bravo.
Esté despidió lo recordaré como el noveno
—Ten —miré a su dirección, su brazo izquierdo estaba extendido hacia mi, sosteniendo una cajita en vuelta de una manta tercio pelada azul.
Mi boca se semi abrió — ¿Para mi?
—Si —susuro, estaba complemento sonrojado.
—Gracias —sonreí , aun que me era extraño, me sentía más tranquila en este momento.
Con de simuló miré la cajita que sostenían mis manos, no sabía nada de él, ni siquiera su nombre.
Lo miré de reojo, era un completo extraño y no sabía si confiar en él. Sujeté con fuerza mi morral. No parecía una persona mala a simple vista pero, es la segunda vez que lo veo y que me regale esto era muy extraño, simplemente sospechoso.
—No esta envenenado, ni esta drogado —me miró con una gentil sonrisa —. No tiene nada sospechoso de que preocuparse.
—¡Oh no! No pensaba nada de eso —mordi mi labio inferior, miré al suelo—, solo es muy extraño que me lo regale —lo miré — , a mí.
Él pestaño varias veces antes de mirar los números del ascensor.
—Pensé, que tal vez usted querría algo dulce para esta fría noche —reí.
—Trabajo en una cafetería, cariño — me miró sorprendido —. Es muy fácil conseguir algo dulce.
—Entonces..
—Gracias —alcé la cajita a la altura de mi cara —, siento que soy importante para alguien.
—Eres importante para todos —abrí mis ojos —, solo no te das de cuenta.
Sonreí — Eres un niño listo.
—¡No soy un niño! —sus ojos chocaron con los mios — No me digas así.
—Pero eso eres —reí, su cara estaba roja de la vergüenza —, un niño muy lindo.
Él miró hacia otro lado cruzando sus brazos, ¿estaba haciendo un puchero?
—Claro, definitivamente eres un niño —miré la puerta del ascensor.
—Que no lo soy —sentí su mirada en mi — tengo veintiuno.
Miré a su dirección divertida — ¿Quién?
—Yo
—Te preguntó —él me miró por un momento, antes de que una sonrisa de oreja a oreja apareciera a su angelical rostro.
—Eres muy jugetona — presionó sus brazos entre su pecho.
—No, simplemente atrevida — alcé mis hombros —. Creeme, mi madre es el doble.
—Mmm.. —miró su reloj —¿no estas llegando tarde a tú trabajo?
¡Oh mierda!
—¡De echo si! —miré los números bajando —¡Pero esta mierda no colabora! —escuché como reía.
—Gran nombre para el elevador —me giño un ojo—, pero creo que hablándole no avanzará más rápido.
—Soy consciente de eso — toqué mi frente mientras movía mi cabeza —, estoy loca, ¿verdad?
—La locura es linda —resopló — ¿si quieres? Yo..
—¿Tú? —lo miré.
—Si, usted me deja señorita, quisiera que me acompañara en mi auto.
—¿A dónde? —alcé una ceja desconfiada.
—A su trabajo —miró a otro lado —, lo siento no me expresé bien —me miró extendiendo su brazo hacía mi —¿Quisiera usted, señorita? ¿Que la llevará a su destinó? —río.
Miré su mano extendida hacía mi, por una rara razón, mi corazón se aceleró y por una milésima de segundo, sentí como si esto lo fuera vivido en alguna parte.
Trague grueso, no perdía nada en ir con él.
Lentamente mi palma se unió con la suya, estaba caliente y suave.Me gustó su tacto, su piel con piel, me sentí segura y a la misma vez, que nunca me soltaría.
Mis ojos se dirigieron hacia su mirada gris, él me recibió con una amplía sonrisa y me odié por sentir mis mejillas arde.