Su mano se unía más a la mía mientras nos derigíamos hacia el aparcamiento, era muy cálido y emocionante. Era muy tonto que me estuviera contentando por alguien en años.
Alcé la mirada, él me llevaba a rastras, dejandome ver fácilmente su alborotado cabello marón.
Llegamos a una furgoneta roja, él abrió la puerta del copiloto mientras me mirada.
—Si no es molestia alguna, ¿Quisiera que la ayudara a subir? — me crucé de brazos, sentía mis manos heladas a pesar que hace unos momentos estaba gustosamente calientitas con su mano. Suspire, en nada me ayudada tener algo sosteniendo.
—No, gracias —me dirigí hacia la puerta, lo miré apretando mis brazos entre mi pecho —. Puedo sola.
—¿Tienes frio? — se quitó su cacheta de cuero — Yo te..
—No, no tengo — ladeó un poco su cabeza —. No te preocupes.
—De todos modos — puso su chaqueta en mi cabeza —, te la daré —sonrió.
—Gracias —susuré sorojada.
Me coloqué su chaqueta, estaba caliente y suave,siempre quise tener una chaqueta de cuero, pero me era imposible, son inalcanzable para mi billetera. Empecé a buscar entre sus bolsillos, todo hombre deja dinero en el ¿no?. Un fuerte olor llegó a mis fosas nasales, era su perfume. Olía tan fuertemente que me deleité por un tiempo con su olor.
Subí al ver que él me mirada divertido desde el asiento del piloto, sentí mis mejillas arder,¡grandioso! Ahora pensara que soy una ladrona. Rió por mi reacción para después salir del aparcamiento.
Me sentía bien con él, era una raza de humanos que en mi loca vida nunca había conocido. ¿La gentileza? ¿La bondad? ¿La confianza? Nunca existieron en mi época. Pero él, hace que por una rara razón, quisiera estar siempre así, viéndolo manejar con esa enorme sonrisa y sus ojos grises iluminados.
Aparcó la furgoneta al frente del local, me miró.
—Bueno, señorita...
—Afrodita —me miró intrigado, alcé una mano a su dirección —, me llamó Afrodita Bonheur.
—Uh lá lá—imito el acento francés —En cantado de conocerla —agarró mi mano —, señorita —la beso suavemente.
—Si.. —alejé mi mano de la suya avergonzada — Tambien estoy encantada de conocerlo...
—Dante —sonrió —,Dante Jones.
—Si, encantada Dante —abrí la puerta —. Bueno, hasta luego —baje.
—¡Espera! — se inclino hacia el asiento del copiloto, alcé una ceja —Solo quería saber —miró hacia otro lado sonrojado.
—Si —eche un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, cerro sus ojos frustrado.
—¡Si quisieras salir conmigo algún día! —sus mejillas estaban rojas y su nariz fruncida. Lo dijo tan rápido que a penas entendí lo que dijo.
—Me encantaría —sonreí de lado —, adios—cerre la puerta.
Me en caminé rápidamente hacia el local del frente, mis mejillas estaban completamente sonrojadas y mi corazón acelerado, nadie, absolutamente nadie, me habia besado en la mano, caba vez que recordaba sus labios en mi piel, se me ponían los pelos de punta.
¡Joder!
¿Qué me esta pasando?
Entre haciéndome la tonta,quería hacerme pasar por una persona normal. Pero, me suerte es basura ¿Ya se los dije?
—¡Afrodita! — mierda.
—Si —sonreí apretando mis dientes.
—¡¿En dónde carajos estabas?! —se encamino rápidamente hacia mi — ¡¿Porqué llegastes tarde?!
—Yo sé lo puedo explicar —traté de tranquilizarla.
—¡¿Explicar?! — dijo con ironía —¡¿Explicar dices?! —grito, todas las personas nos empezaron a mirar.
—Si —fruncí el seño.
—¡¿Que me das a explicar, tarada?! —explotó —¡¿Que te violaron y salistes viva?! ¡¿Sin un rasguño?! ¡Niña inútil!
Esta vieja.
—No, claro que no —defendí.
—¡Mira tonta! —apretó los dientes —tienes suerte que el nuevo dueño no quiere despedir a nadie, porque si no, ya estuvieras a patitas en la callé.
—¿Así? —sonreí con sorna —Pues, que creés, yo no me pienso estar en el mismo lugar con una amgargaba como tú —alcé mi dedo el medio —¡Jodete!
—¡Estas despedida! —grito.
—¡Despedida y una mierda! ¡Yo renunció! Vaya a su casa para que la cojan bien —escuché risa al rededor.
—¿Quién esta despidiendo a quien? ¿Y quién renuncia ?