El apartamento era más pequeño que la casa donde vivíamos hasta hace unos días, pero eso no importaba si en él conseguíamos la paz que tanto intentábamos hallar desde que papá ya no estaba con nosotros. Mi madre había logrado conseguir que la transfirieran a la secundaria de Boston como subdirectora por lo que comenzaría a trabajar cuando finalizarán las vacaciones dándonos el tiempo suficiente para acondicionar nuestro nuevo hogar ya que recién habían comenzado.
Mis brazos envolvían fuertemente una caja encalada con cinta de más y en uno de los lados con rotulador negro en letras grandes decía “Theo” y “Frágil” señal de que debía tratar con sumo cuidado ese paquete porque en su interior posiblemente se encontrara su colección personal de esferas de cristal. Ese niño tenía un apego desmesurado a esas baratijas y yo no podía negarme a comprarle al menos una al mes lo que resultaba en una colección de 67 esferas al momento e iba a por más. Cuando entré a la sala principal del lugar mi madre estaba empujando un sofá con ayuda del pequeño, aunque en realidad él estaba más acostado sobre el sofá que empujando de este, pero aun así era gracioso y tierno de ver.
-Mamá traje el paquete importante de Theo.
-Déjalo en la habitación del pasillo, esa que está frente a la mía.
- ¿Será su cuarto?
-Si, decidí que la del fondo sería la tuya porque es la que tiene el balcón y tu amas los paisajes exteriores…
- ¿En serio? ¡Gracias, mamá!
- ¡Espera Peyton! Aún no termino de explicarte.
No importaba lo que tuviera para decir mi madre, ya estaba trotando por el pasillo ansiosa por dejar la caja de Theo en su habitación y ver cuál sería la mía. Cuando abrí la puerta divisé varías de mis cajas esparcidas por todo el suelo y una sobre la cama ubicada en la esquina de la pared junto a una ventana. En la pared del fondo estaba el ventanal que daba salida al balcón e inmediatamente corrí hacía el para abrir las hojas; a mis espaldas escuché los pasos apresurados de mi madre y ella hablo justo cuando estaba abriendo la ventana del balcón.
-Hija el balcón es pequeño y la vista está un poco obstruida por…
-Un gran y feo edificio.
Terminé por ella la frase cuando mis ansiosos ojos en lugar de encontrar una bella vista de la ciudad se encontraron con otro balcón al otro lado, uno al cuál si me estiraba lo suficiente podría tocar con las puntas de mis dedos.
-Si, intenté decírtelo, pero corriste tan ansiosa que no tuve tiempo de hacerlo. Lo siento Peyton, pensé que este sería perfecto para ti ya que es el cuarto más grande del lugar y tiene dos ventanas yo solo… tuve en consideración tus… he sustos y creí que si tenías una ventana de un lado y un balcón del otro te sentirías más libre.
Me volteé a ver el rostro afligido de mi madre; en el podía distinguir las ojeras de noches enteras sin poder dormir debido a las horas diurnas de trabajo y en las noches cuando uno pensaría que ella puede dormir, yo la interrumpía con mis terrores nocturnos. Las pocas veces que logra descansar es cuando no los tengo y en su lugar me da insomnio, pero últimamente he logrado dormir mejor y ya solo me dan cada tanto. Ella dice que de a poco lo voy superando, pero me exaspera no haberlo superado ya hace cuatro años. Observo sus ojos cafés cansados, las patas de gallo han comenzado a aflorar y su sonrisa se ha marchitado al igual que su castaña cabellera con el paso del tiempo, su cuerpo pequeño me recuerda a una flor tratando de mantenerse en pie durante una cruel helada de invierno haciendo que me sienta aún peor. Le sonrió ampliamente mientras reúno cada gramo de alegría dentro de mí para ver si así logro transmitírsela a ella para que se sienta mejor.
- ¿A caso bromeas ma’? Esto es realmente perfecto, me encanta la habitación y en unos días verás como Theo y yo la decoraremos. Será fantástico.
- ¿De verdad lo crees?
Un brillo de esperanza aflora en sus pequeños ojos almendrados y la sombra de una sonrisa aparece en su delicado rostro y eso entibia mi pecho al recordar la sonrisa brillante que la caracterizo desde su adolescencia y con la que había conquistado a mi padre. Pero esa sonrisa se esfumó una noche de tormenta; al igual que papá.
- ¡Por supuesto mamá! ¿Verdad Theo?
- ¡Shi!
El pequeño aún no hablaba mucho, era un niño de pocas palabras, pero eso no nos importaba a mamá y a mí.
-Bien, iré a entrar las cajas restantes y tirare lo que es para descarté.
-Muy bien Peyton entonces el pequeño y yo seguiremos con lo de adentro.
Ambos partieron hacia la sala principal para seguir acomodando muebles y utensilios mientras yo seguí de largo hacia el pasillo del edificio para entrar las últimas cuatro cajas e iría a ordenar la habitación de Theo y luego seguiría por la mía. Quizá incluso acomodara la de mamá, sabía que si lo hacía ella misma se pasaría horas encerrada viendo viejas fotos de papá y ella cuando eran jóvenes y luego cuando ella quedó embarazada de mi. Eso no le haría bien, luego estaría en un pozo sumida en la tristeza y no deseaba eso
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Editado: 29.06.2024