Mi primera reacción fue correr hacia ellos para confrontarlos, pero Carter me tomo del brazo impidiendo que fuera. Cuando me volteé para reclamarle él simplemente me dijo que guardara silencio y observará la situación. No quería obedecerle, pero le había prometido hacerlo por lo que regrese mi vista hacia la escena protagonizada por el pretendiente de mi madre y su ya pareja.
Marcus apartó sutilmente a la mujer y se retiró unos pasos de ella mientras movía su cabeza de un lado a otro en negación y su mano paso por entre su cabello en un claro gesto de exasperación. Miró al niño y sus ojos se ablandaron antes de ordenarle que se alejara y este le obedeció sin más. El pequeño me recordaba a Theo en cierto modo con su sonrisa infantil y ojos vivaces mientras caminaba hacia el pasto persiguiendo unas palomas que allí paseaban en busca de migajas de pan o cualquier resto de comida que las personas quisieran darles. Agucé el oído en busca de escuchar mejor lo que Marcus hablaba con la misteriosa mujer, aunque estaba un tanto desconcentrada por la respiración de Carter en mi cuello y su mano posada en mi cadera, su presencia era realmente embriagadora, pero a su vez era una total distracción para mí cerebro y no podía permitirlo en este momento así que me centré en los individuos de en frente.
-Katherine ya te dije en varias ocasiones que no puedes llegar así y de la nada besarme.
- ¿Por qué no cariño?
-También sabes que no me gusta que me digas así. ¿Cuándo aceptarás que entre nosotros no hay nada? Además, tus pequeñas actualizaciones solo confunden al niño.
-Eso no es verdad, él tiene las cosas más que claras querido, pero al parecer eres tú quién necesita aclararlas.
-Sabes perfectamente que lo nuestro terminó hace 10 años ya.
-Si. ¡Cuando Matthew cumplió dos años tu decidiste dejar lo nuestro!
-Katherine baja la voz, recuerda que estamos en una plaza pública y las personas nos observan y entre ellas está nuestro hijo. Y sabes perfectamente porque lo nuestro se terminó.
- ¿Es por lo de George? Pero si eso fue solo una eventualidad…
- Fue una “eventualidad” de cinco meses en los que mientras yo trabajaba tú te dedicabas a dormir con mi compañero y amigo.
Mi mano voló a mi boca para sofocar el ruido de sorpresa que intento escapar de entre mis labios junto con unos cuantos insultos apropiados para esa señora.
-Pero ya te dije en más de una ocasión que eso fue un error y que realmente te amo a ti. Sabes que podemos intentar lo nuestro nuevamente y ambos podríamos hacer que funcione si ponemos de nuestra parte.
-Y yo ya te dije que solo sigo quedando contigo para ver a nuestro hijo y nada más que eso, sabes que para mí sería más que fácil pedir la custodia completa del niño, pero considerando que tú eres su madre y que nuestros asuntos son nuestros y no del niño, decidí no reclamarla. Pero no juegues conmigo y no tientes al destino.
- ¿Eso es una amenaza?
-No, es una advertencia para que cuides mejor de nuestro hijo y pases más tiempo con él y no tanto en casinos, discotecas y todo ese tipo de antros y pasatiempos que tienes.
- ¿Cómo…
-No importa como lose, solo te estoy pidiendo ese favor por el bien del niño así que no te hagas otras ideas.
Acto seguido Marcus se alejó de la mujer en dirección al pequeño que sin haberme dado cuenta estaba en la banca justo frente al árbol donde Carter y yo estábamos ocultos. Por un momento entre en pánico porque íbamos a ser descubiertos, pero entonces Carter me volteó velozmente y antes de saber que pasaba sus labios estaban sobre los míos y para mi sorpresa yo respondí con entusiasmo a su beso. Mis labios hormigueaban mientras en mi vientre danzaban un sinfín de emociones creando nudos que revoloteaban mientras en mi pecho el corazón se me aceleraba. Entonces Carter dejo de lado el beso lento, suave y delicado para convertirlo en uno ardiente y desenfrenado mientras sus manos me apretaban contra él para acercarme al calor de su cuerpo. Mis pensamientos quedaron totalmente silenciados y los únicos que tenía claro es que no quería que Collins se detuviera. Mi mano se enredó en los pelos de su nuca mientras empujaba su rostro aún más cerca del mío y mi segunda mano estaba apoyada en su pecho y juraría que sus latidos iban al compás de los míos creando una melodía ardiente que solo nosotros podíamos escuchar e interpretar.
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Editado: 29.06.2024