Era un sábado brillante y soleado cuando Noemí decidió que necesitaba un descanso de la rutina diaria.
Con su energía contagiosa, corrió hacia la habitación de Ana, que estaba sentada en su escritorio, centrada en sus estudios.
— ¡Ana! —exclamó Noemí, interrumpiendo su concentración,
— ¡Vamos de compras! Necesitamos un poco de aire fresco y diversión.
Ana levantó la vista con una ceja arqueada, Noemí tengo que estudiar para el examen que tengo el lunes, no puedo salir ahora.
La pequeña hizo un puchero, acercándose a su hermana con una risa pícara.
— Pero si no tomas un descanso, te volverás una anciana antes de los 30. Además prometiste ir de compras conmigo éste fin de semana.
Ana suspiró, sintiéndose atrapada entre sus responsabilidades y el deseo de complacer a su hermana. Sabía que Noemí tenía razón.
Finalmente cedió con una risa resignada, — Está bien, sólo por unas horas.
La pequeña siempre había tenido un espíritu libre que contrastaba con su naturaleza más seria.
— ¡Ven a probarte la ropa conmigo! —gritó Noemí. Ana dudó al principio, pero terminó cediendo.
Después de éso, fueron al parque, Noemí corrió hacia el columpio.
— ¡Ven a columpiarte conmigo! —gritó Noemí desde lo alto.
Ana al ver la sonrisa radiante de su hermana, decidió unirse.
Se acomodó en el columpio al lado de Noemí y comenzaron a balancearse juntas, riendo como si fueran dos niñas pequeñas nuevamente.
— ¿Recuerdas cuando éramos más pequeñas y hacíamos competiciones para ver quién podía columpiarse más? — preguntó Ana.
— ¡Claro! Y siempre ganaba yo, porque tú tenías miedo a caerte —respondió Noemí riéndose a carcajadas.
Ambas disfrutaron del momento hasta que se cansaron y decidieron descansar en la hierba mirando las nubes pasar.
Noemí sonrió con complicidad, —Y yo te recuerdo que siempre estaré aquí para hacerte reír. Aunque sea molestándote un poco.
Ana le dio un pequeño empujón amistoso; —tú siempre serás la molestona de la familia.
Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando del cálido sol sobre sus rostros.
— Prometamos hacer ésto más a menudo —dijo Ana finalmente.
Noemí asintió emocionada; —¡Prometido!