Aalis
Y ahí estaba Azazel, un ángel que fue desterrado del reino y castigado a vivir en la tierra sin poder volver, tampoco podía entrar al infierno.
─ Poco más de 400 años, no es mucho para un vejestorio como tú ─ dije viéndolo directamente a los ojos ─ demoraste en aparecer ¿aún me temes? ─ dije con sorna elevando una ceja
─ Tienes el mismo humor ácido de siempre, ni muriendo cambias ─ me dijo serio
─ ¿Por qué debería cambiar? ─ le dije dando un paso adelante más cerca de él
─ ¿Él es el que te revivió? ─ señaló a Adler
─ No es de tu interés ─ me acerqué a Adler porque no podía confiar en que Azazel no le hiciera nada ─ Te llamé porque me ayudarás con algunas cosas ─ le dije cuando llegué al lado de Adler.
─ ¿Necesitas mi ayuda? ─ me dijo riendo ─ Nunca pensé que este día llegaría
─ Necesito que me des lo necesario para empezar una vida aquí ─ le dije ignorando el tono burlesco en su voz ─ Lo haría yo con magia, pero ni siquiera sé lo que necesito ─ Además que no estaba en mis mejores condiciones, pero eso no se lo diría ─ Quiero entrar en la misma escuela que él ─ dije señalando a Adler.
─ ¿Estás en la preparatoria? ─ le preguntó a Adler y él solo asintió ─ En dos días podrás empezar las clases, ¿te quedarás conmigo?
─ Me quedaré contigo hasta que consigas algo para mí sola ─ respondí
─ ¿Qué gano yo ayudándote? ─ preguntó enarcando una ceja
─ Ambos sabemos que estás pagando una deuda ─ un poco antes de que yo muriera fue buscando ayuda donde mi abuela, un brujo con la ayuda de un demonio lo maldijo con la corona de la muerte y solo yo pude quitársela.
─ En ese caso es hora de irnos ─ yo solo asentí y con un chasquido de dedos hice que el patio quedara igual a como estaba.
─ Nos vemos dentro de poco, Adler ─ fue lo último que dije antes de aparecer en un nuevo lugar junto con Azazel.
Adler
Me bajé del bus y me dirigí a la entrada de la preparatoria donde estaba Emma esperándome.
─ Hola Emma ─ le sonreí mientras le daba un corto abrazo ─ ¿Y Luke?
─ Me escribió diciendo que se había quedado dormido y que no lo esperáramos ─ asentí y miré alrededor notando como todos cuchicheaban entre ellos.
─ ¿Por qué tanto alboroto? ─ dije señalando como los demás estaban en la puerta y casi nada entraba.
─ Se corrió el rumor de que habría una nueva estudiante ─ ya habían pasado los dos días que dijo el amigo de Aalis entonces no me sorprendería si ella era la nueva. Justo en el momento en el que pensé eso ella apareció en la entrada.
Los demás dejaron de hablar y solo se quedaron mirándola, no los culpaba Aalis era atrayente no podías dejar de mirarla. Era demasiado hermosa que resaltaba donde fuera.
Aalis se detuvo y posó sus ojos en mí. Miró directamente a mis ojos y sonrió mientras se acercaba. Yo contuve la respiración, si seria era hermosa riendo parecía una deidad.
─ Hola Adler ─ dijo cuando llegó a donde estaba
─ ¿La conoces? ─ preguntó Emma antes de que yo pudiera responderle el saludo a Aalis y al parecer a ella no le gustó eso porque borró la sonrisa de su rostro y frunció el ceño.
─ Es obvio, si no lo conociera no lo saludaría por su nombre ─ Aalis la miraba directamente cuando dijo eso ─ Tú eres…
─ Soy Emma una amiga de Adler.
─ Soy Aalis Bauer y no soy una amiga de Adler ─ era yo o el ambiente se tornó incómodo luego de eso
─ Sí pudiste entrar en los dos días ─ le dije Aalis ─ Si quieres soy tu guía ─ Ella solo asintió. Quería estar a solas con ella para preguntarle algunas cosas. ─ nos vemos en el almuerzo, Emma.
Nos alejamos de los estudiantes mientras entramos y caminábamos por los pasillos pintados de un color crema.
─ ¿Qué número es tu casillero? ─ me detuve para preguntarle ─ te llevaré primero ahí para que dejes tus cosas
─ El 50. Al lado del tuyo ─ abrí los ojos sorprendido
─ ¿Cómo sabes eso?
─ Azazel hizo un buen trabajo. Tenemos el mismo horario también ─ a este punto ni siquiera sabía porque me sorprendía, ella era una bruja cosas como estas no deberían ser difíciles.
─ Hay algunas cosas que quiero preguntarte ─ dije haciéndole una seña de que me siguiera y mostrarle su casillero.
─ Me las preguntas cuando salimos de aquí, siento que hay demasiadas personas escuchando ─ hizo una seña mostrando todos los estudiantes que ya habían entrado y que no nos quitaban la vista de encima.
Yo asentí mientras doblábamos a la derecha para llegar al pasillo donde estaban todos los casilleros. Todos nos estaban viendo, era extraño tener estudiantes nuevos tomando en cuenta que vivíamos en un lugar no tan poblado en donde la mayoría se conocían entre ellos.
─ Llegamos ─ dije señalando el casillero con el número 50, a la izquierda estaba el mío el 49 ─ Aquí pones tu código para poder abrirlo ─ ella se quedó mirando con curiosidad la ruleta con los números ─ Guarda tus cosas y luego de que lo cierras marcas el código que quieras.