Aaron

«Secretos a bordo»

Estefanía abrió los ojos, cinco segundos después recordó cómo terminó durmiendo con Aarón. El capullo, como ella le llamaba, no respetó la orden de “Sin toques ni besos” pues su brazo rodeaba su cintura, en algún momento de la noche Estefanía debió voltear hacía él. Así que aún media dormida llevó su mano hacia su rostro sin despertarlo, podía verlo mucho más de cerca, sus ojos y pestañas eran únicos, se podía decir que nunca en su vida había visto unos así. Su nariz estaba en el lugar indicado y más abajo sus labios parecían hecho por una fábrica para definirlos.

No lo pensó y acercó sus labios con los suyos, sólo un pico, lo volvió a mirar y luego se alejó. 

«Que ricos labios» Pensó quitando su brazo de encima. Después se levantó para luego dirigirse hacia el baño a cambiarse. 

Aarón abrió los ojos y sonrió tocándose los labios, había querido seguir el beso pero no pareció conveniente. Minutos antes, cuando Estefanía estaba levantándose se metió a la cama y fingió dormir, obviamente el plan fue perfecto porque acabo en un pico. 

Aarón quería más, no le bastaba con un "pico" esos eran para niños de nueve años y él ya había pasado por esa edad hace un largo tiempo. Necesitaba más. 

Cuando Barbie salió Aarón ya estaba listo para bajar. Velocidad supernatural. 

– Hola– saludó dirigiéndose hacia la puerta.– Y adiós.

Aarón también bajó tras de ella ¿Se iba a sí sin nada más? Claro que se tenía que ir, sus padres debían estar preocupados, ni siquiera había avisado la noche anterior. 

– ¡Hola Estefanía!.

Ella saltó en su mismo sitio, un gritó detrás la había hecho asustar. 

– ¡Ay! ¡Me has asustado! Pero... ¿Qué haces aquí?

– Con Arthur. ¿Y tú?

– Durmió conmigo– «Lo mato» pensó Barbie. 

– No es cierto. Bueno sí pero sólo dormir.– explicó Estefanía.– Mel anoche has dormido aquí ¿Con Arthur?

– Oh no, sólo somos amigos. Me está ayudando con un problema, a mí y a mi mamá. Por cierto tu madre me llamó estaba preocupada y le dije que estabas conmigo. 

Eso le alivió. 

– ¡Eh, Mel! Dejaste tu...– Arthur estaba desconcertado de todo lo que pasaba al rededor, así que al salir no sabía que la rubia y su hermano habían despertado y estado hablando con su “amiga”. Oculto el sostén detrás.– ¡Hey, hola!

Aarón lo miró ¡Y aquel idiota era su hermano! 

– ¿Sólo amigos?– Estefanía subió y bajo sus cejas mientras le miraba una sonrisa traviesa a Mellisa. 

«Entonces ¿Te acostaste con la humana?»

“No entres en mi mente Aarón»

«Y tú me aconsejas»

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– Necesitamos un favor de ustedes ¿Pueden?– preguntó Aarón poniéndose unas botas. Las dos amigas se miraron, ellas debían volver a casa.– Se les recompensará, será por un momento, saldremos y regresaremos en treinta o una hora ¿Podrán? 

– Los espero treinta minutos, si no vuelven me iré.

– Y yo con Mel. 

Ambos asintieron y salieron. No habían cenado desde hace una semana, y sus pieles empezaban a notar signos de vejez. 

– ¡Esta casa es más grande que la mía! ¡Qué loco!– se tiró en un mueble negro de cuero. 

– Estefanía, shhh. Creo que todavía nos oyen. 

– Mel, no. Ya se han ido.– respondió sentándose– ¿Tendrán Netflix? 

– Lo dudo, o al menos en el TV de Arthur ni hay ni señal. 

– ¿Arthur tiene un TV dentro de su cuarto?– Mel asintió.– Iré a ver en el cuarto de Aarón, si existe Netflix te paso la voz y vemos las dos ¿Ok?– su amiga otra vez volvió a asentir mientras iba hacia la cocina a ver algo de comer.

Cuando su Estefanía subía las escaleras la voz de Mel le interrumpió. 

– ¡Esto es nuevo!– Barbie volteó los ojos, por un momento pensó que era algo serio, y siguió su camino. 

Cuando entró empezó a buscar pero no encontraba un TV siquiera. ¡Joder! ¡Yo quería ver Netflix! Pensó. 

Observó el escritorio, y un recuerdo le cruzó la mente “Juro que descubriré tu secreto y te destruiré” fue algo que ella dijo. Aún tenía unas preguntas sin contestar relacionadas a:

1).- El hombre que la atacó no sabía que le había pasado.

2).- Como conoció Aarón su dirección de casa.

Se sentó y empezó a sacar los libros que antes había visto. A sus pies cayó una fotografía con signos de antigüedad, la recogió y leyó la parte posterior:“Setiembre de 1950 - Sñr. Brown” Volteó la imagen y ante sus ojos se encontraba Aarón, o al menos la figura casi idéntica a él ¡Joder era igualito!.

Seguro era algún familiar de él. Dejó la fotografía entre los libros, y los volvió a poner en su lugar. Encontró un cuaderno que en su portada escribía Victima.




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